jueves, febrero 27, 2014

Fila india en Malloas

Por el paraje de Sonbelu (Malloas de Aralar), fotografía de Pilar.
Lo de la fila india es para escribir laaaargo.
India. ¿Por qué no himalayesca (ved, ved las fotografías de las filas de salida al Everest), o la gran fila china (cualquiera se la imagina enorme aunque no exista), o incluso las filas militares o políticas (prietas).
"India", es lo que hay.
Reconozco que la confusión entre la fila india en mallas o en las Malloas (de Aralar) es ya de una sutileza textil.

martes, febrero 25, 2014

Andarto (1.076) y Maruatx (1.027) entre depresiones (Deguria y Alabita)

Cima de Andarto, ante la sierra de Aloña (y con Aránzazu entre las piernas).
Cueva túnel de Maruatx, casi en la cima.
Llegada "libre" a Maruatx, con vistas a Deguria y la ladera oeste de Andarto.
Pilar, Susana, Ángel, Patxi y yo salimos de Araotz el sábado 22 de febrero para cumplir con algunas tareas pendientes y grupales, a saber: dos cimas, una cueva túnel, una depresión.
Andarto fue una de las cumbres seleccionadas por la editorial Sua entre las 50 más bellas de Euskal Herrria (con la percepción de la belleza, ya se sabe lo que pasa: cada uno tiene sus manías. Para mí esta cumbre es más bella en invierno que en verano; y en cualquier estación añade el encanto de la belleza solitaria: cada vez sube menos gente); y Andarto también fue una de las descartadas el 5 de enero de 2014, cuando las nubes amenazaban lluvia y se desató la campaña antitobogán.
Subimos a Andarto.
Alcanzamos Maruatx divididos en dos grupos, con ánimo explorador. La mejor ruta sube por la cara norte, al pie del pequeño corte calizo que culmina en la cueva túnel. Desde el lado más estrecho del túnel (sur) se asciende en un pispás a la cima con buenas vistas a Deguria.

Entrada a Saiturri 2. Fotografía de Ángel.
Quedaba pendiente el asunto de la depresión de Alabita. A mitad del camino por Portaletxo, que alcanza el collado Saiturri, nos detuvimos a almorzar. Entonces Patxi propuso la visita de otra cueva cercana a Alabita: Saiturri (encontramos la cueva válida como refugio en caso de lluvia, pero con poco atractivo de espeleotemas). Y, cuando teníamos Alabita a la vi'ta, llegó el segundo cambio de planes: renunciamos a pisar la depresión. (Patxi no llegó al trance de Moisés ante Jericó, él había pisado el poljé en 2008).
Tomamos una senda de ovejas casi perdida hasta el collado entre Haxkorri y Alabita Txikia (la senda difuminada mejora poco a poco a medida que se acerca a Deguria). Desde allí, por Kontrasta, por la pista con algunos tramos cementados de pendiente inverosímil, en el primer desvío a la derecha, en Urbaltza, pasamos por el collado entre Andarto Txiki y Andarto. Habíamos cerrado el círculo de la ruta y volvimos sobre nuestros pasos hasta Araotz.

La ruta está marcada torpemente en rojo sobre el Plano general del macizo de Aizkorri y sus alrededores, ¡1988!, del señor Imanol Goikoetxea.
Los puntos rojos añadidos corresponden a zonas sin hitos, a desvíos tomados en pos de la belleza o de alguna cueva más de la que hoy no escribo. Sobre el terreno, las pinturas GR o PR acompañan en algunos tramos, pero no en todos, y pueden despistar más que ayudar; en la pirámide del Andarto y en los barrancos de Portaletxo y Uribe no hay marcas blancas y rojas o blancas y amarillas. Así que, poco después de abandonar el asfalto en Araotz, los hitos, los viejos mapas y la intuición montañera son la guía más fiable.

P.D.: Si se contrastan las alturas y los nombres del mapa ochentero con los datos de Mendikat (creo que la página más útil para ver cimas del País Vasco y de los territorios próximos), empieza el lío. Pero hoy estaba ochentero.


jueves, febrero 20, 2014

Axkarateko Malkorra (948), Baakaigañe (1.016), Pallardi (1.292), Muñabiur (1.034) y Zazpakarko Punte (889)

Leyenda: la línea irregular de sombra que asciende desde el hombro del montañero dibuja la vía Albizti (para subir sin senda a Oakorri). A la derecha de Oakorri, las cimas de Artubi y Balerdi. Más allá, asomos: una sombra que no alcanza las peñas de Urrea, una parte del macizo de Hernio... 

El 16 de febrero exploramos otras vías de entrada y salida a las Malloas desde Soroaundi (un poco más arriba de Errazkin, la pista primero de cemento y luego con grava está en perfecto estado). Seguimos las indicaciones de los mapas de Las Malloas de Aralar, del señor Juan Mari Ansa, para auparnos a Axkarateko Malkorra y Baakaigañe; luego, por sendas más o menos definidas, pero con la memoria de viejos recorridos, salimos al collado de Illobi, coronamos Pallardi y bajamos a almorzar al tranquilo rincón de Sarabezar.
Bajamos por el camino clásico del collado del Abad hasta Muñabiur. Cerca de la cima, dos fresnos componen una "puerta" de bajada a un refugio. Desde allí el camino está más desdibujado (algunos hitos) para llegar a la siguiente cima en descenso, Zazpakarko Punta. Ya en el barranco de Erratoki, enlazamos con el punto de partida de la rampa herbosa de la mañana. El círculo se había cerrado y bajamos a los coches de la pista de Soroaundi.


Subida zigzagueante y matinal por la pradera (buenas trazas de senda) de Arratoki hacia Axkareteko Malkorra con Zazpakarko Punte a la espalda. Bajada vespertina por el otro lado del barranco, con la perspectiva de la rampa (léase: "¿Por ahí hemos subido?").

Algunos momentazos de la jornada:
1. Trepada a Baakaigañe (1.016).
2. Último esfuerzo cuesta arriba: desde el collado de Illobi a Pallardi.
3. La bajada, ¡oh! (la la)
4. Descenso ante Axkarateko Malkorra (948), Baakaigañe (1.016). Fotografía de Pilar.
5. Muñabiur (1.034), penúltima cota.
P.D.: Fuimos Asun, Pilar, Ángel, Patxi y yo; volvimos los mismos.

miércoles, febrero 12, 2014

El virus Flanders

Me abochornan las mujeres del tiempo que dicen graditos como si así hicieran más amables los fríos. Me da calambre el estamos tan a gustito popularizado por la interpretación de Ortega Cano. Me rompen el canon las braguitas (a menudo bragazas). El pelito... "Tienes un pelito ahí", en vez de tienes un pelanco que destaca en ese mechón que te brota del interior de la oreja, osito, digo, oso. ¡Ay! Hoy he leído "fiestuki". Y ya sospecho hasta de calcetín o retintín. ¿Estaré perdidito? El virus Flanders se extiende.


lunes, febrero 10, 2014

Aldaon (1.409) y Beogain (1.347) desde Gaintza

Llegamos a Beoain, habíamos bajado de Aldaon sacudidos por el surazo (frío); antes habíamos alcanzado el collado de Elkomuts con la dificultad de la salida del hayedo, donde los pequeños aludes asentados y la nieve dura complicaban la ascensión.
Habíamos salido de la parte alta de Gaintza (465), y a Gaintza regresamos después de almorzar alegres en una depresión mínima cercana al collado de Ua.

Aquí no hay un orden lógico, dirá alguno. ¿Quizá la sacudida del viento sur, quizá la colección de cervezas del almuerzo...?¿Quién sabe?
Fue el 9 de febrero de 2014. Lo saben: Asun, Karmele, Pilar, Ángel, Imanol C., Jesus, Patxi y yo.

Quedaban pocos pasos para llegar a Beoain.
Casi, casi en la cima de Aldaon.

Acceso al collado de Elkomuts. Cima de Aldaon al comienzo de la jornada.


P.D.: Alguno, además, leerá Beogain en el título y Beoain en el texto. Es lo que tiene la toponimia de Aralar: un baile de letras.

viernes, febrero 07, 2014

Separación

ELLA:
Ahora lo sabes.
Una cosa fue lo que pasó. Otra es la que recuerdas de lo que pasó. Y otra, incluso, lo que cuentas de lo que recuerdas que...
Pasó.
Y queda el efecto de lo que pasó (queda en ti).
Queda ese recuerdo impreciso que te has contado varias veces a ti misma, insistente, para convencerte de que fue así. Porque tú sabes que sería mejor así..., ¿verdad?
Y menos mal que lo cuentas pocas veces a los demás..., porque ellos entendrán cualquier cosa de tu relato, y lo contarán, sin saber; sólo con el efecto de lo que pasó: la separación. Que no es el verdadero efecto, porque ahora lo sabes: para ti eso es ya algo secundario.

ÉL:
Sí, nos separamos, pero ya hace mucho. ¿Que cuántos años? No, no..., eh..., unos meses. Cuatro o así. A ver, espera, cuándo fue la final de la Copa...

LA MADRE DE ÉL:
No era la chica para mi hijo, y no es por criticar a nadie, pero era un poco caprichosa, inmadura, sólo pensaba en su bienestar, se creía que el mundo giraba alrededor de ella, como si fuera una Claudia Sífilis de ésas...; quería tenerlo todo y eso no puede ser.

LA MADRE DE ELLA:
No era el chico para mi hija, y no es por criticar a nadie, pero no tenía oficio ni beneficio, era inmaduro, sólo pensaba en su bienestar, se creía que el mundo giraba alrededor de él; quería tenerlo todo y eso no puede ser...

EL PADRE DE ÉL:
Una pena, porque era una chica muy guapa.

EL PADRE DE ELLA:
Una pena, ya me había acostumbrado al yerno, y además era del mismo equipo que yo...

LA AMIGA DE ELLA:
Buah... Fue muy chungo.

EL AMIGO DE ÉL:
Fue muy chungo.

UNO QUE PASABA POR ALLÍ CON PANTALONES DE PITILLO:
Yo sólo pasaba por aquí... Pero si va a salir en un blog digo cualquier cosa. Me sé la letra de una canción de la Oreja de Van Gogh, ¿vale?

CRISTIANO RONALDO:
Me silban porque soy guapo, rico, bueno y me tienen envidia.

ELLA (OTRA VEZ):
Ahora lo sabes...

EL DE LOS PANTALONES DE PITILLO:
Por eso esperaba con la carita empapada a que llegaras con rosas, con mil rosas para mí,
porque ya sabes que me encantan esas cosas que no importa si es muy tonto, soy así.
Y aún me parece mentira que se escape mi vida imaginando que vuelves a pasarte por aquí, donde los viernes cada tarde, como siempre, la esperanza dice "quieta, hoy quizás sí..."

LA AMIGA DE ELLA Y EL AMIGO DE ÉL (AL UNÍSONO, MIRÁNDOSE A LOS OJOS):
Buah...

MARÍA ZAMBRANO:

Por qué se escribe

Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que precisamente por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas.
Pero es una soledad que necesita ser defendida, que es lo mismo que necesitar de una justificación. El escritor defiende su soledad, mostrando lo que en ella y únicamente en ella se encuentra.
Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? Pero lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente no nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona; es una reacción siempre urgente, apremiante. Hablamos porque algo nos apremia y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las circunstancias pretenden cazarnos, y la palabra nos libra de ella. Por la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia apremiante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge, ni por tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder. Es una continua victoria que al fin se transmuta en derrota.
Y de esta derrota, derrota íntima, humana, no de un hombre particular, sino del ser humano, nace la exigencia del escribir. Se escribe para reconquistar la derrota sufrida siempre que hemos hablado largamente.
Y la victoria sólo puede darse allí donde ha sido sufrida la derrota, o sea, en las mismas palabras. Estas mismas palabras tendrán ahora en el escribir distinta función; no estarán al servicio del momento opresor, sino que, partiendo del centro de nuestro ser en recogimiento, irán a defendernos ante la totalidad de los momentos, ante la totalidad de las circunstancias, ante la vida íntegra.

ZAMBRANO, María: Revista de Occidente, tomo XLIV, p. 318, Madrid, 1934.
 


lunes, febrero 03, 2014

Pie violeta (Lepista personata)


Pie violeta.
Lepista personata.
Navarra.
2 de febrero de 2014.
Cantidad: abundante.

Corresponsal (ensoñación africana)


Ayer llegué de noche a mi nueva casa. En la puerta crece un árbol de tronco grueso y espinas viejas, erosionadas como lapas. Las raíces rompen la acera y las flores sonrosadas, carnosas y sin aroma forman un lecho blando entre las baldosas rotas. Al pisar las flores se siente una pasta espesa bajo los pies y el peligro del resbalón.
-Mierda de flores… -se queja Washington.
-Washington, ¿qué árbol es?
-Un palo borracho.
-¿Fabrican algún licor con sus frutos?
Washington no me hace demasiado caso o no me oye. Es negro, viste de negro y amarillo, y parece un guía de la escuela clásica, de ésos que creen que deben estar más atentos al camino y a la meta que a la conversación con el guiado.

Yo quería tener una casa en África, pero en la agencia me dijeron que a lo mejor en el próximo destino… He arrinconado las maletas sin deshacerlas y me he tendido sobre la cama en calzoncillos, acalorado en esta noche de luna llena. Al canto frenético de los grillos se han sumado otros ruidos. Me ha parecido escuchar rugidos de felino, el barrito de algún elefante… La respiración de alguna bestia enorme, eso seguro. Mañana tengo que preguntar a Washington.

He insistido para que dijera:
-Son los leones.
-Á fri ca –susurro.
-¿África? –pregunta demostrando buen oído.
-Los leones, los rugidos.
-El zoo, que está a tres cuadras –dice descriptivo.
No le digo que cada uno elige para sí mismo el equipo de fútbol o el continente que le da la gana.

En mi primer paseo, he sentido que pisaba flores de palo borracho, luego he arrastrado un pie dos cuadras con una estela de realidad. Pero cuando he visto en la mediana del bulevar Artigas la estatua de un león orgulloso con su pieza capturada… ¿avestruz o ñandú? Ya estaba decidido: ¡avestruz!