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Preparativo del almuerzo en la cima de Peña Montañesa. Fotografía de Patxi. |
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Preparativo del almuerzo en la cima de Peña Montañesa. Fotografía de Patxi. |
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Cima del Turbón. Fotografía de Patxi. |
Cimas de Beoain y Aldaon. Fotografías de Pilar.
Una ascensión clásica por las Malloas de Aralar, desde Gaintza al collado de Oa, con algunas singularidades el 28 de mayo: la nieve en Egute, los primeros manantiales agostados, las ortigas que invaden la cima de Beoain... Y la nube que subió con nosotros. (Cuando se adueñó de Hirumugarrieta, bajamos desde Baratzail hacia Gaintza).La competencia y la voz hermosa de la dependienta en la sección masculina de pantalones destacan sobre cualquier cosa cuando dice a la espalda de Cabecita (que sostiene como un iluso un slim fit de la 44):
-Tienes la 46, regular.
-¿Sí? -Nunca había oído un regular tan bien dicho. Cabecita se da la vuelta ilusionado, como si él fuera regular. Ella es otra cabecita, aunque más bien pequeña y tan delgada que no se le nota tanto como a él la desproporción de la cabeza-. Muchas gracias.
Ella sonríe y, lanzada, le asegura:
-Tienes la 46 de camisa, XL. -Tras un silencio dramático, añade-: Podría darte también la talla de sombrero. Perdón -dice y ¿se sonroja?-, esta es solo la zona de pantalones.
-Nunca he llevado sombrero.
-Pues tenemos uno hasta con peluca, pero está en otra sección y no te puedo acompañar allí.
Cabecita (él) se prueba un gorro completo de jamaicano: incorpora unas rastas y forma una nube imaginaria de mariguana a su alrededor. Y es raro, porque, de pronto, parece que tiene un cabezón, pero el rostro sigue pequeño. Entonces decide volver a la sección de pantalones con el gorro-peluca puesto.
Cabecita (ella) sonríe cuando lo ve llegar, y le dice:
-También tenemos barbas postizas.
Cabecita se queda boquiabierto.
-Que no, que es broma...
Cabecita sigue boquiabierto.
-¿Puedo pagar aquí el gorro?
-No, en la caja general, pero yo te doy este ticket para ti.
En el papel de una factura desechada, Cabecita (él) lee la anotación con bolígrafo de un nombre, Alicia, y un número.
-Es mi teléfono... -Arquea las cejas.
Cuando sale de la tienda, Cabecita (él) está tan contento que ya no quiere, como cualquier día, que le crezca el cráneo (aunque quisiera tener menos cuerpo para cumplir mejor con la ley de las proporciones). Saca el sombrero con rastas de la bolsa y se lo pone. Y echa a andar en la nube imaginaria de mariguana, con un gesto más elástico que nunca mientras tararea: One love, one heart/ Let’s get together and feel all right... Tiene un sombrero que le anima a cantar, se va a dejar barba ya y esta misma tarde llamará a Alicia.
El mundo es una promesa.
-Pero... ¿desde cuándo hay tiburones en la costa vasca?
-Desde que la gente lleva una cámara fotográfica en el bolsillo.