jueves, diciembre 27, 2012

viernes, diciembre 21, 2012

Doce meses, once propuestas (de caballerosidad)

1. El gesto
El gesto se impone a la musculatura o a las lorzas, el gesto (la postura) brinda la apostura. El caballero entroncará en la postura que las apariencias son lo que importa. Recuerda: no importa lo bueno que seas, importa lo bien que des a conocer lo bueno que eres. Así que, de momento, camina erguido, hombros hacia atrás, vientre hundido, no arrastres los pies, mirada al frente, sonrisa incipiente (sin excipientes), mira a los ojos de las damas cuando hablas (despacio). Acepta cualquier interpretación que haga la dama de tu apostura o impostura concentrado en pegar tu ombligo a los riñones. Agradece para tus adentros no tener que llevar faja. Ya te relajarás cuando duermas. El gesto es un continuo Pilates vital.

2. Las puertas
Los caballeros abren las puertas a las damas y dejan que ellas pasen primero. Pero, ¡cuidado!, para esto se tienen que dar dos condiciones básicas:
-Que el caballero sepa qué hay detrás de la puerta. Nunca dejará que la dama pase primero si no sabe qué peligro puede acechar más allá.
-Que la dama sea, efectivamente, una dama.

3. El trato de usted
Antaño se reservaba el "usted" a los mayores (no confundir con los jubilados, ni siquiera con los jubilados discotequeros de Benidorm) y se añadió a los mayores "en dignidad y gobierno" (lo mismo un obispo que un general). Caballero, reserva hoy la dignidad (y el gobierno), en primer lugar, para las damas.
(Hay una corriente libérrima y democrática en el trato, a la que el moderno caballero se suma, que trata de usted a quienes están trabajando y que, al mismo tiempo, reconoce como mayores en dignidad a los gobernados desempleados y desacredita a quienes gobiernan a esos desempleados. Esto significa que el usted queda para los mayores (no confundir con jubilados), para los que están trabajando, para los desempleados que sufren, para el gobernante que evita el sufrimiento de los gobernados...).

4. Conducción de automóvil
Ya no hay que arrear a los caballos ni soportar las ventosidad de las bestias de tiro. Así que siempre se cederá a la mujer el puesto de piloto del vehículo. Y se dejará que sea ella quien elija la música o la radio para amenizar el viaje, a sabiendas de que la condición de dama no va unida a la del buen oído. Ofrécete solícito para ordenar el maletero, limpiar de vaho los cristales o reparar lo que haya que reparar.

5. En la mesa
La dama elige la bebida. (Lambrusco, Fanta, Heineken y Coronita no entran en la categoría de bebida, pero, si es preciso, tomarás impertérrito productos "lácteos" derivados de la soja o incluso Coca Cola). Siempre se ofrece la posibilidad de que la dama elija el postre, jamás se comparte postre con ella. El principio del fin de la caballerosidad son los postres con cucharitas compartidas.

6. Piel
Antaño la piel de un caballero era pálida, y la de la dama, porcelana. En el siglo XXI, el caballero prudente jamás estará más bronceado que la dama. Pero esta propuesta es tan fácil de llevar adelante que no necesitas mayor esfuerzo ni explicación.

7. Abrigo

Si la dama tiene frío, el caballero ofrecerá su prenda de abrigo. Si la prenda de abrigo del caballero no es de la talla ni de la calidad requerida para la dama, igualmente el caballero se desprenderá de ella para llevarla al hombro o en el brazo. Eso se puede llamar, burdamente, solidaridad; con más precisión: empatía; con exactitud: disciplina. Nunca un caballero estará más abrigado que una dama.
Recuerda: en los espacios cerrados, tu sonrisa será refrescante con el aire acondicionado a 27ºC en invierno o en verano. Mentalmente, puedes repetir el mantra: "El frío/calor es un estado de ánimo". O con un arranque físico: "El frío es quietud; el calor, movimiento".

8. Cine
Se acepta ver la película que ella desea, excepto si es la anual promoción de Woody Allen.

9. Redes sociales y móvil/celular
No se atiende a las redes sociales cuando se conversa con una dama, tampoco se responde a las llamadas telefónicas. Un caballero puede renunciar a la conexión en la Red.

10. Flores y chocolates; pañuelos 
Sólo del tiempo: chocolates y flores.
De papel, los pañuelos (en plural). No guardes en el bolsillo mocos y escupitajos pegados en un pañuelo de hilo, por más primorosamente que lo dobles. El pañuelo (en singular) de hilo es para prestar a la dama si hay sudor o sangre, a sabiendas de que es un préstamo de por vida. El caballero da al pañuelo de hilo la condición de "desechable" no porque prescinda de él, sino porque no tiene parangón con una gota de sudor o sangre de la dama.

11. La condición de la dama marca la condición y las posibilidades del caballero
Mrozek se refería así en el relato "El socio"a la relación entre el alma en venta y el diablo comprador.

"Decidí vender mi alma al diablo. El alma es lo más valioso que tiene el hombre, de modo que esperaba hacer un negocio colosal.
El diablo que se presentó a la cita me decepcionó. Las pezuñas de plástico, la cola arrancada y atada con una cuerda, el pellejo descolorido y como roído por las polillas, los cuernos pequeñitos, poco desarrollados. ¿Cuánto podía dar un desgraciado así por mi inapreciable alma?
-¿Seguro que es usted el diablo? -pregunté.
- Sí, ¿por que lo duda?
- Me esperaba al Príncipe de las Tinieblas y usted es, no sé, algo así como una chapuza.
- A tal alma tal diablo -contestó-. Vayamos al negocio."

Mutatis mutandis: A tal dama, tal caballero.

P.D.: Entroncará, apostura, libérrima, impertérrito, burdamente, primorosamente, parangón... mutatis mutandis.






miércoles, diciembre 19, 2012

Urnobitza (643) y Kakuta (925): una expedición memorable

Un momento montañero: Patxi, Pilar y MiniAsun en el descenso del tobogán desde Urnobitza hacia el ahumado de la carretera más allá de Madariaga. Bajo los pies, la única pradera del día; en lontananza, Kakuta.
El recorrido
Tomad un mapa y unid estos puntos de la geografía guipuzcoana: 1 Azkoitia (105), 2 puerto de Azkarate (caserío Buenos Aires), 3 cima de Urnobitza (643), 4 Madariaga, 5 Azurki, 6 cima de Kakuta (925), 7 Azkoitia.
La solución de nuestro guía, Patxi, pasó por un entrenamiento de fondo y psicológico, en pos de su curiosidad, por kilómetros de asfalto del 1 al 2 y del 4 hasta más allá del 5. Ojo, tampoco faltaron pistas cementadas ni tobogán.

El lema
Lo que no te mata te hace más fuerte.

La táctica aplicada
-Siembra del miedo y la desazón.
El guía descarta otros vehículos y conduce su coche único hacia la encerrona "montañera". De camino hacia Azkoitia, tras el redesayuno en Zarauz, coloca a la audiencia de su Forfi la banda sonora de El planeta de los simios. Logra el efecto perturbador.
-Incertidumbre en la ruta asfáltica.
Sólo el guía maneja (misteriosamente) los mapas. Cita nombres que los demás no conocen, mantiene la incertidumbre sobre los kilómetros que faltan, especialmente si son de asfalto, valora como positivo el asfalto cuando es en ascenso.
-El sí pero no no.
Cuando se abandona el asfalto por primera vez (después de más de 7 km) promete más, coloca una cima y luego un descenso para romper el ritmo de quien lo haya logrado tomar (el ritmo) y después... ¡más asfalto!
-Ahumamiento selectivo.
Pero el asfalto por sí solo puede no ser suficiente. Y aprovecha la única quema de maleza en el territorio guipuzcoano para ahumar al montañero arenque necesitado de oxígeno (de nuevo en asfalto, en una zona de ascenso al "Mortirolo vasco" con curvas que permiten ahumarse por la derecha, por la izquierda y de nuevo por la derecha).
-Castigo muscular (¿disciplina soviética?).
Cuando las piernas han perdido la chispa, llega el momento del almuerzo. Tras el espejismo de la deliciosa comida, la chispa perdida se suma al frío. Los cuerpos ya están entumecidos.
-La pérdida aparente
Porque "Ningún perdido se pierde". Las piernas ya sólo van en primera y se enfrentan entonces, sin aparente capacidad de cambio de marcha, a la pérdida en la ladera norte de Kakuta, improvisación que aunque parezca maliciosa, obliga a los montañeros a recuperar viejas sensaciones montañeras beneficiosas. Suben fuera de senda y tienen que volver fuera de senda al camino que habían abandonado un rato antes. Ya está, ya se ha recuperado el sabor montañero y sólo han sido necesarias cinco horas.
-Frío y ambición
Patxi gestiona entonces el frío de quienes aún no han entrado en calor (que necesitan acelerar para calentarse) y la ambición de quienes quieren llegar primero a la cima más alta del día. Remolonea, los provoca desde la zaga, se pone a rueda amenazándolos en los talones con su jadeo de Darth Vader. Basta entonces con ascender a Kakuta el último tramo por la vía normal.
-Santificación del sufrimiento y exaltación del misterio.
Bajo la enorme cruz de Kakuta, contra toda lógica, contra la razón humana, contra todo pronóstico: risas y abrazos.

En Kakuta (búsquese un posado de marioneta).
-Iniciamos el descenso. Como bien se sabe, el mayor peligro está en los descensos, pero Patxi opta por la bajada clásica a Azkoitia, entre calizas y poco barro. Esto no quita para que haya algunas culadas. Un entretenimiento... para los que se salvan y ven cómo la estadística de la caída de ceba en otros.
-Últimos momentos contemplativos: vemos muérdago muy bonito a mano y recogemos algunas ramas; vemos robles centenarios todavía con las hojas (pero no los arrancamos); oímos borregos que nos saludan como sus pares en la llegada a Azkoitia, un momento bucólico y casi pastoril.
Así que AsunPilarPatxi Curioso Andador y yo terminamos la vuelta más fuertes (cfr. "Lema") en siete horas, apurando la última luz del sábado 15 de diciembre en una cafetería de Azkoitia a la que basta poner una jota para imaginarla como parte de un espacio mítico o de Groenlandia: Azkjoitia.
A Patxi también le ponemos una jotas, es el mejor, el irrepetijble.
Volvemos de noche. Con música clásica y B.S.O. amables de películas. A a mí, como secuaz, me toca la última misión del día: no dejar que Asun se duerma relajadamente en el viaje de vuelta.
Esperamos ansiosos más rutas de Patxi.



martes, diciembre 18, 2012

Recorrido por la nieve de Aralar

Malloas desde Tutturre.
Últimos metros antes de alcanzar Uharrain (1.221).
En ruta, ante el fresno solitario, ante Txorrotxeta y Txameni.
En Aralar, pasando/paseando por Uharrain (1.221), Tutturre (1.282) y Beloki (1.271). Fue el día de san Nicolás, fuimos Asun, Pilar, Ángel, Patxi y yo.

viernes, diciembre 14, 2012

Vista desde Murumendi (868)

Txindoki. Y Balerdi, Artubi, Beoain, Oakorri, Aldaon...
La niebla de las bajuras nos distanció de las alturas de Aralar el domingo 10 de diciembre. Después de redesayunar en Alegia, Pilar, Ángel y yo subimos al barrio de Urkia y emprendimos la vuelta a Murumendi.
Copio de Javier Urrutia en Mendikat:
"Se trata de una montaña ligada a una remota tradición mitológica que ha cristalizado en una multitud de leyendas sobre Mari, gentiles y lamias. En su vertiente oriental, sumamente escarpada, hay una cueva que fue una de las moradas usadas por Mari o Marimunduko, que envuelta en una bola de fuego cruzaba de Murumendi a Larrunarri o a Aketegi, donde tenía otras cuevas-moradas. A veces, de forma más discreta, lo hacia en forma de nube o incluso en forma totalmente humana.
Los gentiles subieron a esta montaña. Un gentil quería lanzar una gran piedra hasta Salamanca usando una honda. Otro gentil intentó detenerlo pues en esa ciudad vivía su abuela y no quería que sufriese daño. El gentil atendió el ruego y dio menos fuerza a la honda. El peñasco se dividió en dos partes en el aire, cayendo uno en el monte Ausa-Gaztelu en la sierra de Aralar encima de Zaldibia y el otro en el prado de Alotza, siendo este el supuesto menhir de Saltarri".

La ruta circular desde Urkía se completa tranquilamente en unas cuatro horas y tiene el encanto de algunos parajes anacrónicos. Además, me gusta que se pasa por varios ecosistemas: repoblación de abetos, abedular, pinar viejo de insignis, hayedo, robledal... En Murumendi (868) cumplimos con un almuerzo feliz, con el lomo al sol y un recuerdo para Peña Santiago (uno de los hitos de la cima). Quizá lo más hermoso del día fue contemplar Aralar en lontananza. A veces hay que separarse un poco de las cosas...
En la bajada hacia los caseríos Lizardi, pasamos por la variante del Camino de Santiago (arruinada por las motos crosseras) y recogimos medio kilo de gamuza (Hydnum repandum).

La montaña y el estreno (Uharrain y Alborta)

Último trecho de ascensión a Alborta.
L. se estrena en montaña con cimas y nieve el 11 de noviembre. Yo miro (admirado) y aún trato de comprender.
La civilización mengua desde el coche aparcado junto al contendor de basura (casi Km 10 de la carretera a San Miguel de Aralar): dos leñadores trabajando en el clareo del hayedo, dos pottokas, las rodadas en barro y nieve, nieve dura junto a Prantzes erreka ...;  L. ha dejado atrás la pista de la civilización cuando termina la pista de cemento oculta bajo la nieve. 
Ya asciende animada por una palita de nieve hacia el collado que separa Subezelaigaña y Uharrain. Aún están dibujadas las huellas marcadas el día 6 de diciembre con Asun, Pilar, Ángel y Patxi en la ola de nieve. Seguimos la huella dura de Patxi (llamadle Patxi Peligro) que secundó Asun (llamadle Asun y no le dejéis una cantimplora). Desde el collado, vemos la estampa de las Malloas con las cimas más altas nevadas y tapadas por nubes como una colección de chapelas. Balerdi está limpio y para mí es un detalle importante, para L. es más importante que se ven unos pueblos debajo (Azkarate, Atallo, Betelu) y que ya está en la cima. O quizá no..., todavía hay que escalar (no subir, ¡escalar!) hasta donde colocaron el buzón con pinta de tienda de campaña. Allí, en la cima de Uharrain (1.221), el montañero ecologista ha dejado su tarjeta.
Bajamos para volver a subir. (A ver cómo se lo explico...). Nos dirigimos a la cima siguiente: Alborta. Para mis adentros ya he descartado Tutturre. Sé que le gustará el buzón con aspecto de Amanita muscaria metálica. Cuando llegamos, encontramos el buzón roto, el sombrero de la seta en el suelo. Arreglo chapucilla y fotografía en Alborta (1.228). Ladeamos la montaña para llegar al collado del Abad, y salimos caminando por la niebla de un bosquecillo de hayas. Sé que enfrente está la figura del fresno que aún no vemos. Allí no sopla el viento y comemos caliente: revuelto de hongos (recordamos a Julia) y un poco de dulce de membrillo frío de Pilar (bueeeeno, es un membrillo procedente de Burgos, así que no se quedará destemplado).
El camino sigue con los pies helados, ¿se calentarán? Nos fijamos en las huellas de zorro, nos desviamos para ver las placas de hielo de un abrevadero. Los frutos rojos de los espinos blancos son bonitos. Son bonitos también los acebos. Las cuevas, en cambio, son una amenaza, una posibilidad latente en toda la aventura.
Diez minutos antes de llegar al coche, visitamos la cueva de Amutxate: sin estrechuras, sin contorsionismos. Después, motorizados, subimos a San Miguel en coche. A L. le gusta el iglú que han levantado sobre la nieve que cubre la pista a Uharte. Ante nosotros el murallón imponente de San Donato, -2ºC, el sol se pone por Urbasa. Visitamos el Santuario. Como el bar está cerrado (en esta estación sólo abren fines de semana y festivos), bajamos al Ostatu de Baraibar: caldo y café con leche. Se ha hecho de noche, y no ha sido inopinadamente.

jueves, diciembre 13, 2012

Un cartel de nuestro tiempo

"Sin trabajo
Sin ayudas
Sin casa
Gracias"

El cartel es de un mendigo sentado en el suelo. Maldito agradecimiento.

miércoles, diciembre 12, 2012

12, 12, 12...

Dan las 12 del 12 del 12.
(...)
¡Claro! Los mayas eran gente precisa.
Esperaré.

P.D.: 12 y 12 del 12 del 12. (...) ¡Claro!, debe de ser a las 12 hora maya. Seguiré esperando.

P.D.2: ¿Estos mayas manejaban nuestro huso horario de 24 meridianos?, ¿usarían el tiempo solar verdadero? Si es que todo son dificultades para ser puntual con el fin del mundo...

P.D.3: ¿Que es el 21 y no el 12? Eh..., bueeeeno, ¿pero a quién se le ocurre?, pudiendo elegir el 12 del 12 a las 12 y 12. He decidido que no acudiré a la cita con el fin del mundo. Si él quiere, ya me buscará.

Aralar: primera gran nevada del otoño 2012

Tramo entre las campas de Albi y el collado de Beloki.
Poco antes de Txorrotxeta (al fondo: Tutturre). Fotografía de Patxi.
Viento sobre la nieve entre Txameni y Desaomendi. Fotografía de Pilar.
Pilar llega a Desaomendi. Fotografía de Patxi.
Fue el sábado 1 de diciembre.

P.D.: Ya me he comprado raquetas.



Clavijas de Cotatuero, Faja de las Flores, Tozal del Mallo y clavijas de Salarons


 Desde la pradera de Ordesa, accesible en coche (en temporada "baja"), Álvaro, Ángel, Imanol y yo subimos hacia las clavijas de Cotatuero. El peligro en ese paso se presenta más en el ánimo del montañero que en las propias clavijas (en buen estado y con cable), sobre todo si el día es seco. Superamos el tramo de clavijas. El arroyo del barranco de Cotatuero no tenía mucha agua en las cascadas. La nieve se veía en los cercanos tres miles, pero aún caminábamos por las praderas leonadas. Llegamos a la Faja de las Flores y habíamos avanzado un buen trecho cuando nos topamos con un sarrio. Nos quedamos inmóviles y el animal, excitado, amagó pasar por nuestra derecha e izquierda hasta que, a la cuarta, resbaló ante nosotros y cayó por el precipicio. ¿Recordáis los dibujitos del Correcaminos? Pues la clásica caída del Coyote.

Resbalón del sarrio. Fotografía de Imanol.
Avanzamos por la senda, almorzamos en la parte alta del circo de Carriata y bajamos hacia las praderas de altura donde se veían muchos sarrios agrupados en pequeños rebaños. Como en las modernas recreaciones televisivas de los tiempos primitivos: ahí estábamos los cuatro trogloditas en la soledad de la montaña caliza, con los rebaños indiferentes de sarrios aquí y allá. "Bajamos" a la cima del Tozal del Mallo (2.254), desde donde vimos cómo los buitres se tiraban hacia el lugar donde estaba el sarrio muerto. Salvamos las clavijas de Salarons y apuramos las últimas luces del día para bajar a la carretera y cerrar la ruta circular en ocho horas el 24 de noviembre.

miércoles, diciembre 05, 2012

Mallas no

Me dicen que me ponga mallas (acepción 5) para ir a la montaña como si fuera artista de circo o bailarina. Y no... Además, estoy seguro de que, si me enfundara las mallas, no me iría de rositas: me caería, me partiría una pierna o el huesillo del culo y hasta correrían por las redes (sociales) vídeos de esa caída y de mis apreturas.
Ese rechazo no puede ser sólo producto de una impropiedad o del temor al ridículo, debe de ser algo genético, dirá alguno. Para dar a ese alguno parte de la razón genética, contaré otra vez la batallita de EusebioLeonor, su mujer, le compró (un impulso) en los años sesenta (SXX) un slip. Cuando se lo dio, él lo sostuvo un momento en la mano y le dijo: "¿Qué es esto?". "Un braslip", respondió Leonor. "¡Pues ya te lo puedes poner tú!". (Eusebio, mi abuelo, vestía calzones hasta el tobillo los días más fríos del invierno).
Y, hala, ya os las podéis poner vosotros (las mallas);  yo no soy artista de circo, bailarina, personaje de vídeo de primera (o cuarta), Robin Hood de cine clásico, friolero (friolento)..., ni siquiera roquero. Que conste: me pongo el pantalón corto en cuanto hace buen tiempo sin afán de imitar al Angus de ACDC.
Mallas no.

martes, diciembre 04, 2012

Coletazos del otoño: Cantharellus lutescens, burro

Las penúltimas setas en pinar viejo. Rebozuelo anaranjado, angula de monte...: Cantharellus lutescens.

El burro del pinar, en pinar joven.
Viernes 30 de noviembre, paseo solitario, montañero y guipuzcoano; con salida de Anoeta, paso por Alkiza y llegada a Anoeta.

Pi, po: el veneno del énfasis

Gente con paraguas abierto que se arrima al abrigo de los edificios y te empuja a la intemperie del chaparrón por la calle cuando no tienes con qué protegerte.
Sucedido. Las dos señoras (sesentonas flacas) me increpan cuando no cedo en mi posición de peatón por la acera: "¡Que se va por la derecha!", dice la primera con mal tono. "Señora..., ¡que no llevo paraguas!", respondo pasmado (¿la derecha?). "Pues se sale de casa con él, gua pi to". (Pausa entre sílabas, regodeo en el "pi"). Y para entender el efecto del veneno no basta con leer estas palabras, como diría Borges, hay que oírlas bajo el agua, de noche. Entonces... (A ver, reconozco que si me lo hubiera dicho Lebron James en la misma situación no me hubiera puesto tan serio). Entonces replico en síux de western clásico: "Yo gua pi to, tú no". Y me enroco en el lado cubierto de la acera. Ella, con la facilidad que da la práctica, suelta al momento y de pasada: ¡Y tú gilipollas! (Énfasis en "po").