jueves, agosto 27, 2015

"Tenemos que hablar"

(Para leer después de tres cervezas tripel belgas).

"Tenemos que hablar". Decirlo (sacarlo) obligaba a tragar saliva; oírlo provocaba una flojera en las rodillas. Y había quer sentarse. Con este exordio se anunciaban en la familia, en España y hasta finales del siglo XX, asuntos como una enfermedad incurable, la muerte inminente de un miembro de esa familia, o algo así como la llegada del Apocalipsis. "Tenemos que hablar, he visto a la Bestia".
El "Tenemos que hablar" abría una fisura en aquellas palabras escritas por Zambrano en 1934 que mostraban la conversación como un parcheo imperfecto, interminable:

Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? Pero lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente no nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona; es una reacción siempre urgente, apremiante. Hablamos porque algo nos apremia y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las circunstancias pretenden cazarnos, y la palabra nos libra de ella. Por la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia apremiante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge, ni por tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder. Es una continua victoria que al fin se transmuta en derrota.

Esas tres palabras implicaban un compromiso, un hito en historia compartida de dos personas. A lo mejor había que esperar varias vidas para volver a escuchar el "Tenemos que hablar" que precedía a una de esas conversaciones. Ya no. Como soy un hombre que aprendió en el SXX a nadar, leer, recoger setas, guisar caracoles..., como ya vi pasar el cometa Halley en 1986 y no creo en la reencarnación, aún me revuelvo del susto cuando alguien me dice: "Tenemos que hablar". Subsumido en mi anacronismo, se me olvida que, con la llegada de la telefonía móvil y las redes sociales y demás, se ha ido disolviendo el compromiso del "Tenemos que hablar". Se me olvida que ya no es un evento de dimensiones astronómicas; que basta responder muy rápido "sí, sí", o contar un chiste y cambiar de tema, o mandar un wasap con un meme mítico a esa persona que tienes al lado. Que, acostumbrados a mandar mensajes continuamente, hemos hecho de la escritura conversación (un toma y daca de mensajitos inacabados, inacabables).
Algunos aún tienen la tentación de detenerse a decir lo que realmente quieren decir, y entonces lo escriben con cuidado: el desolador "A quien corresponda" de las instancias oficiales; el "Queridos Reyes Magos" (a ver si consigo que no me traigan carbón); el CV o la carta de presentación (a ver si consigo trabajo, o una beca, o unas prácticas)... Otros delegan ese trabajo en un profesional, como hacen con el escriba más importante de Europa, ése a quien encargan grabar el nombre del equipo campeón de la Champions en la copa a pie de campo. O en un notario. O al periodista de esquelas. Sí, pronto a los espectadores del 1P/Halley sólo nos quedarán copas, testamentos, esquelas, epitafios.
A mí, por ejemplo, me encargan cartas de presentación aunque no soy presentador, y sufro mucho escribiéndolas. A veces me dan ganas de darle al epitafio (y a las copas). Una vocación creciente en la escritura, tal vez, porque queda al margen de la conversación. Uno escribe desde otro tiempo, otros aún leen en piedra (generalmente) y hay algo trascendente cuando se pasa el dedo por un "Sit tibi terra levis" (Que la tierra te sea ligera).
Eresfea, te estás columpiando. No, no... Para que veáis que no me han hecho efecto las copas de cerveza, aquí va uno bueno para un amigo que también se columpia entre el XX y el XXI:

Aquí yace P., el hombre que leyó Streptease y no vio la película.

sábado, agosto 22, 2015

Perdidos

Cuando lo perdimos en la niebla, le dimos tiempo porque se suponía que él era el experto en la montaña. Luego nos apuramos, sacamos la brújula y alguien tuvo la ocurrencia de que nos colocáramos las linternas frontales como si fueran luces antiniebla. Nos abrimos en abanico manteniendo el contacto visual entre nosotros. Empezamos a gritar su nombre más y más fuerte. Pronto lo dejamos en vocales abiertas: ¡oeeeeh!, ¡aaaah! Hasta quedarnos sin voz.
Él se hizo el encontradizo a unos metros del refugio. No teníamos ni fuerzas para el reproche, sólo le dijimos:
-¿No nos oías?
-Apagad las frontales, que os vais a quedar sin pilas -respondió.
-¿No nos oías? -insistí.
No respondió, y comprendí el reconocimiento implícito en su silencio: sí que nos había oído.
Me tocó sentarme frente a él en la mesa y pasé buena parte de la cena mirándolo, a la espera. Sorbió la sopa indiferente, como si no fuera con él la cosa. Pero con el estofado de carne me lo confesó:
-Os oí.
-¿Y por qué no respondiste a nuestras llamadas?
Se mordió el labio y demoró la respuesta el tiempo justo para que descubriera su vanidad: él era el experto en la montaña, se había perdido y nuestros gritos lo habían guiado. Y le había bastado no responder a nuestros gritos para cambiar las tornas, para que fuéramos nosotros, los siete, los perdidos.
-Los que gritan están perdidos.

lunes, agosto 17, 2015

Las yeguas también hacen pilates

Fotografía de Pilar.
Ved, ved, cómo se cuida la yegua. ¿Me creeréis si os digo que giraba pendularmente y mantenía la postura más exigente para los cuartos posteriores?
(Que una se queda muy tiesa criando futuros filetes, mortadelas o cecinas).

P.D.: Cerca de Eguzkiko Muñoa, 11 de agosto de 2015.

jueves, agosto 13, 2015

Conceptos seteros II


Rodal (acepciones  1, 2 y casi 3).
Corro (acepción 3).
Descubierta (casi acepción 10).
Navaja. Extensión corporal del setero para entablar Encuentros (micológicos) en la tercera fase. Creedme, no sirve la acepción 6 de la RAE. 

P.D.: Este agosto he vivido un salto en el tiempo, del 2015 al 2006.

Golpe (veraniego) de hongos

Nacimiento. Primer honguito avistado del golpe de hongos veraniego. A decir de la comadrona satisfecha, salió sin fórceps. Fue el 5 de agosto, fue en hayedo navarro, fue en... Pero, ¡bah!, qué voy a decir que no sepan ya las multitudes micobuskalaris que acudieron al bosque el fin de semana del 8 y 9.
Agudeza visual: ¿cuántos Boletus aestivalis ve en la imagen?
Existen otros Boletus. He aquí una familia de luridus.
Y aquí unos erytropus, que no consumo por arraigo cultural. La tradición micófaga vasconavarra (hasta el jardín español del Roncal) los desprecia, a pesar de que son de buena calidad. Un año de estos llegará la micorrevolución francesa y...

viernes, agosto 07, 2015

Arriel (2 822) de domingo



El 2 de agosto hubo una romería improvisada a Arriel. No exagero si digo que ascendimos el pico más de 50 personas. Patxi y yo habíamos dormido en el refugio de la Casa de Piedra y partimos a las 8,10 de La Sarra, en el primer turno, como quien dice. Íbamos ocho montañeros, de dos en dos, manteniendo las referencias, calculando los ritmos y respetando las distancias de los otros. En cada parada, había un relevo, un "hasta luego" que se vería repetido.
Era el día perfecto para subir el Arriel, y muchos lo sabían. Cercanos al collado de Soba, nos encontramos con el grueso (no me refiero al montañero gordo) de la romería. Lo que en las ciudades se llama "ambiente" por no decir mucha gente. ¿Procedentes del trencito de Artouste, o del refugio de Arremoulit? Pasamos del "hasta luego" al bonjour, bonjour (me pareció ver a Astérix); en cualquier caso, todos compartíamos aquello del destino manifiesto. Ante nosotros se alzaba la pirámide de Arriel. No es de extrañar que reúna a tantos montañeros un domingo de verano soleado: las vistas son espectaculares (Lurien, Palas, Balaitús..., los ibones), la subida aérea tiene su puntito de emoción y los más imaginativos pueden encontrar hasta un pasito de Mahoma casi en la cumbre (una imitación a escala del del Aneto). La cima no defrauda.

Nosotros postergamos el destino cuanto pudimos. Y tampoco en eso fuimos originales. En la previa de enfrentar la trepada final, en el collado entre el Petit Arriel y el Arriel, los grupitos repostaban.
En el tramo final, formamos un grupo ascendente con la pareja Loli y Jesús, y llegamos a la cima. Unos apoyando una mano, otros dos; todos satisfechos.
Pensábamos bajar a La Sarra por el paso de Orteig, Arremoulit y arrieles; pero también pensamos en el viaje de vuelta con el Forfi y volvimos sobre nuestros pasos.

jueves, agosto 06, 2015

Escuellas (2 507)



Patxi y yo salimos como pistards desde el aparcamiento de la pista de Ripera hasta la senda (hitos y Dedo de Dios) que sube por el barranco de Laulot. Visitamos el nuevo (2014) refugio de Yenefrito (con porche y chimenea) levantado cerca del destruido hace poco más de un año. Una vez allí, no ascendimos por la normal hacia Escuellas. Estábamos de reconocimiento y hay cosas que no se ven en los mapas: las cerezas casi pasas, diminutas y exquisitas, que colgaban de las ramas de los cerezos en la orilla de la pista; las moscas que compartimos con el ganado, pesadas a pesar de su ligereza; los efectos sedantes de la leche de yegua; la abundancia de cernícalos; el lugar preciso de las antiguas minas; una cueva... Además, nada mejor que tomar el camino de Caperucita (el largo) y dar toda la vuelta a nuestro objetivo.
Así, salimos un poco más arriba del collado de Chornaleras, identificamos proyectos de ascensión futura (Mallaruego, Ferreras, Baldairán...) y subimos por la una canal con hierba (I y II) en dirección noroeste. Alcanzamos la Punta de Sabuco (2 427) y, ante la cima cercana, nos bajamos unos metros hacia el sudoeste para tomar una huella (más de ovejas que de montañeros) que se perdía en un estrato rocoso en el que se adivinaba otro color entre las calizas. Y así fuimos contorneando la cima a medida que subíamos. Al final, una pendiente fuerte (hay tres canales de acceso y tomamos el último) nos colocó en la cima larga de Escuellas, con tres (¿o eran cuatro?) jorobas marcada con hitos.
La vista de la rinconada del Verde y del paredón de Tendenera y Sabocos es excepcional. Improvisamos y bajamos por la ruta normal, la corta (la del Lobo feroz); primero, unos hitos al nordeste; después, un canal como punto débil de la pared que rodea casi toda la montaña de Escuellas. De nuevo fuimos señalados por el Dedo y, de nuevo como pistards marchamos al coche.

P.D.: Dos pruebas para los incrédulos que necesitan ver.
1º Prueba visual. El Dedo de Dios señalando el camino.
2º Prueba visual: obsérvese el efecto sedante de la leche de yegua.




miércoles, agosto 05, 2015

El tesoro de los Cantharellus cibarius (y navaja ad hoc)

Los Cantharellus cibarius brotaron de nuevo, refulgentes, en los hayedos de Aralar después de dos tormentones que cerraron tres semanas de sofocón y sequía.

Fotografía del 23 de julio.