Bienvenidos al Castillo de Acher, observen las "almenas", Lourdes asoma por el collado.
El bucle de Patxi en la Punta Sur.
Una y
otra vez nos encastillamos en Acher. En esta ocasión fue el domingo, fuimos
Asun,
Lourdes,
Pilar,
Imanol C.,
Patxi y yo.
En la subida recogimos
bejines que cocinamos en la Punta Norte (2.390) en revuelto. (Mención especial para la botella de Alcorta de
Patxi y un recuerdo para
Andrea, hija de la jovencita
Asun).
Una nueva emoción montañera llegó en la bajada, a las cuatro y cuarto, cuando conocimos a
Mª Jesús y a
Yolanda en el collado de salida del Castillo de Acher. Antes las habíamos visto llegar con dos amigas más a la cumbre. Y nos habíamos conjurado con el pan casero y el revuelto de setas:
-Ojo, nada de invitar, ni aunque suba
Gisele Bundchen, ¡eh!
(Cuentan las crónicas que a
Patxi se le quedó la sonrisa perfecta en la cara durante un rato pensando en
Gisele, al menos hasta las cuatro y cuarto).
Mª Jesús tenía un tobillo roto y nada de
bejín. Demostró en las horas siguientes una entereza envidiable para bajar y para esperar el rescate de la Guardia Civil en el refugio forestal del Castillo de Acher.
Sufrió con dignidad una bajada exigente arrastrándose de culo, con una pierna
entablillada (entre dos bastoncillos plegables/plegados:
embastonada), o acarreada a caballito, por
Imanol y por mí. Cuando a las nueve menos cinco oímos el helicóptero, tarareamos a
Wagner con
Apocalipsis Now en la memoria.