Por la calzada de Enirio, Aralar, Guipúzcoa, 5-V-2024.
Durante unos días, el verde de las hojas de haya flota en las ramas, casi fosforescente. Solo unos días. Después, esta belleza cede ante la luz. El brillo del sol oscurece el verde, lo apaga. Y solo queda esperar el primer verdor de la siguiente primavera.
2 comentarios:
Ay, las sutilidades del verde al que, a algunos fotógrafos, nos trae de cabeza.
Saludos,
Inaki
Una vez nos encontramos con ese verdor de las hayas y es algo que sé que nunca olvidaremos.
Publicar un comentario