
Porque
Dogbert Jr. (experto en artes marciales) me provoca...
Las estaciones pasan, las estalactitas crecen, a mí me salen canas, y hasta las serpientes mudan de camisa..., pero el pesado de
Calamaro(me lo imagino diciéndose con babero puesto: "Qué artista soy". Y cae esa baba lenta...)
aún es capaz de embaucar con prosillas rimadas como esa de "el comandante de tu parte de adelante". Aaaaaah, el eco revolucionario nos colapsa (somos tan revolucionarios, tan alegres y combativos...), nos olvidamos de nuestro odio
progrepacifista al verde militar, y los machitos nos identificamos con el desarraigo calamarense, y repartimos la parte de adelante femenina (unos tiran para arriba, otros para abajo).
En España se asumió hace tiempo el verdadero cambio, no fue una cosa de sillones en en el Gobierno. Costó años, pero hemos progresado: ya no vamos a abortar a Londres; algunos, incluso, clasifican la basura; consumimos con el entusiasmo estadounidense,
Bush es muy malo y nuestro héroe es
Michael Moore; miramos mal a los emigrantes africanos oscuros, a los violentos del este de Europa, a los bajitos andinos, a los moros de toda la vida, a los chinos porque tienen muchos restaurantes y nadie ha visto un entierro chino..., pero nos gusta la "alianza de civilizaciones"; la publicidad nos vende parches adelgazantes, operaciones estéticas, alimentos que te bajan el colesterol y te dejan como un pincel; todo quisque tiene un coche de menos de tres o cuatro años; para tener sexo viajamos a Cuba; las estadísticas indican que más del 98% de la población tiene un teléfono móvil y que el promedio de hijos es de 1,2 por pareja (el más bajo del mundo), que estamos entre lo mejorcito del ránking mundial de juegos de azar o de consumo de cocaína per cápita; hipotecamos nuestras vidas para comprar un piso en propiedad (adoramos la seguridad); las angustias, ansiedades, depresiones y ese tipo de enfermedades son el pan (integral) nuestro de cada día; en cualquier chalé que roban esos malosos del este hay como poco 50 ó 60.000 euros de calderilla; pasamos del bocadillo al bollicao, de los amantes a los compañeros sentimentales, de los profetas menores como
Jonás a los mayores como
Jiménez Losantos o
Iñaki Gabilondo; de héroes como Spiderman o Superman a Bob Esponja o a ese chico sin cuello (¿o con la cabeza muy grande?) que gana en Fórmula 1; decíamos que leíamos a
Kundera o a
Sartre , decimos que leemos el premio Planeta de turno o El Código Da Vinci.
Maradona nos explica la política internacional.
Podría seguir como un discípulo de
Heráclito, yéndome por las ramas bajeras del cambio. Pero sólo por recordar a
Parménides: permanecen los calamaros como
Sabina,
Victor Belén y
Ana Manuel.
¿Alguien quiere, además, hablar de la voz de
Calamaro?