
Introducción fotográfica: ¿haya se escribe con hache?
Anteayer hallé el haya hache que se haya en la subida de Errazkin a Beluta, en Aralar. (Subí sin mi aya).
Unas cuantas horas después, llegué, de regreso, a Amezketa. Justo a tiempo para ver cómo se me escapaba el autobús (no tengo coche, móvil...). Eso “me obligó” a entrar en un bar. Allí, con los parroquianos amezketarras, presencié en un enorme televisor apaisado la victoria de
Titín III (
Augusto Ibáñez) ante
Abel Barriola (
Abel Barriola) en la final del cuatro y medio. Otro día, lo prometo, hablaré de la final de la misma categoría que perdió
Titín contra
Julián Retegui (uno de mis héroes). Perdón, la final que ganó
Retegui a
Titín. Esta vez, diez años después, yo animaba a
Titín. En el bar éramos sólo dos a favor del riojano. (Calculo diez a uno en nuestra contra).
Yo aplaudía los tantos de
Titín. Dos palmadas, con moderación vigilada.
El otro musitaba admirado: “¡Augusto!”.
Con el tanteador 21-15 a favor de
Titín, recordé a
Retegui. Imaginé que
Titín tendría en ese momento un recuerdo para el gran campeón. Pero ahora
Titín tiene 39 años, ya no se tira por los suelos al estilo
Boris Becker a la menor oportunidad... Y el 25 de noviembre murió su padre,
Augusto.
Cuando terminó el partido, unos cuantos amezketarras nos felicitaron a los dos que apoyamos a
Titín. Fue una victoria merecida.
Pensé que, si yo hubiera sido (
Abel Barriola), me hubiera acercado hasta
Titín y le hubiera dicho:
-Sé que tú ofrecerás esta victoria a tu padre. Yo también le ofrezco mi derrota.
Porque lo jodido es ofrecer las derrotas.