Hace media hora que la joven Itsaso habla por teléfono en el viaje en autobús de Pamplona a San Sebastián. En ese tiempo, el pasaje sin música en los oídos sabe de los problemas que tuvo con su padre (ay...), que Itsaso está aprendiendo a quererse, a ponerse en primer lugar; sabe cuánto le ha servido su tratamiento psicológico y que su pareja en San Sebastián parece dispuesto a seguir un tratamiento semejante, que por eso va ella a San Sebastián, para hablar largo con él, para pensar en el futuro. Porque, cuando has pasado tanto tiempo con una persona, no es para echar las cosas por la borda... Pero, cuidado, que esta vez no le va a volver a poner a él por delante. El pasaje sin música en los oídos comprende mejor que Itsaso que ese novio no necesita aprender a quererse ni a ponerse en primer lugar, que esta misma noche Itsaso descubrirá dónde termina la conversación con el mostrenco, que mañana hará el viaje de vuelta. Y hay un momento en el que su conversación telefónica araña la ternura:
"No quiero problemas con nadie. Además me he hecho las uñicas. Ahora te mando la foto".
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