En buena parte de Europa y Sudamérica no quieren aceptar que en las elecciones estadounidenses no vota el mundo con opinión, sino los ciudadanos estadounidenses. Quizá por eso en los medios de comunicación de estos países nunca comprendieron las dos últimas elecciones presidenciales.
Creo, además, que tampoco se comprende quiénes son los estadounidenses, ésos que eligen a su presidente. NY, Los Ángeles, San Francisco y Hollywood forman una hamburguesa salteada con unos negros (perdón, afroamericanos) del Bronx y el puntito picante de las chicas en el Mardi Gras de Nueva Orleans (no cito revistas con chicas neumáticas para evitar la censura del blog), la cosa acre de unos chicanos cruzando la frontera sur, estabilizantes, conservadores, emulgentes y qué sé yo de esos hormonados gladiadores de la TV, de los saltimbanquis de la NBA, de los estresados de la Bolsa de NY. Y la indigestión de Guantánamo. O sea, la empanada de toda la vida que nos llega por el cine y por nuestros clarividentes medios de comunicación.
Yo, para no ser menos, también tengo una imagen parcial de EEUU. Además la cultivo. Mi ventaja, si cabe, es que mi imagen yanqui es rara. Tal vez por eso, y no por la suerte, gané ocho cenas gracias a las dos victorias de
Bush hijo (dos cenas no me las pagaron, pero ésa es otra historia,
Georges no tomemos represalias con los Marines, ¡por Dios!).
Pienso en EEUU con tres claves simplificadoras:
-“EEUU es un país de frontera” (con todo lo que eso significa en su historia y en la nuestra).
-La religión. “Jesús te quiere”. “Dios salve América”.
-La literatura presente.
Como las dos primeras ideas ya están bastante sobadas, explico la tercera, la más peregrina. Intento acercarme a la realidad estadounidense a través de la mirada de sus guionistas de cine y televisión (como todo pichichi), pero, además, tengo obsesión por sus cuentistas (realistas en el sentido más amplio del concepto Realidad).
Así aposté públicamente por
B. Obama cuando era el rival negro de
H. Clinton. Aunque estoy aburrido de leer en el ajedrez “juegan blancas y ganan”, la victoria de
Obama en el ala demócrata era “narrativamente” clara. ¿Por qué? Ganaron los cuentistas contemporáneos.
H. Clinton era una cuentista de la Granta 96. Y eso es vender el SXX a los progresistas.
Un detalle narrativoEn 2005 la editorial Siruela sacó una antología de cuentistas estadounidenses contemporáneos con el nada casual título de “Generación quemada”. Ahí estaban
Budnitz,
Eugenides,
Foster Wallace,
Eggers,
Homes,
Lethem,
Moody,
Safran Foer…: estadounidenses. En la primavera de 2007 apareció la revista Granta en español con el título Los mejores jóvenes novelistas estadounidenses. El modelo era el éxito de la revista con las hornadas de escritores británicos en 1983, 1993 y 2003. Granta se ha convertido en el mejor trampolín de los escritores británicos que están por venir. Ser un “grantado” es tener un pie en el éxito. No me extenderé mucho más en esto, sólo diré que en la selección de los estadounidenses Granta de 1996 asomaban:
Canin,
Eugenides,
Franzen,
Moore (
Lorrie)… Los escritores de ayer. En la Granta 2007, los escritores de mañana, descubrí algo sorprendente: la literatura estadounidense, que tenía una conciencia de crisis espantosa (otro día hablaré de esto si alguien lo pide), encontraba un horizonte nuevo en “extranjeros”. Escribo el entrecomillado porque esa palabra se refiere a los padres de los escritores, o a la infancia o juventud en el extranjero de los escritores. Entre los 21 nombres seleccionados:
Alarcón (origen peruano),
Grushin (Rusia),
Iweala (origen nigeriano),
Lapcharoensap (criado en Bagkok),
Yiyun Li (China),
Sharma (India),
Shteyngart (Rusia),
Wray (doble nacionalidad: EEUU y Austria). Éste es el futuro narrativo de EEUU.
¿Obama o McCain?Permitidme que siga especulando “narrativamente”.
McCain era un regalo como rival, representaba sólo al héroe que ya está en derrota (véase si no:
No es país para viejos y
En el valle de Elah). El héroe del que
Chuck Norris y
Silvester Stallone ya sacaron lo mejor (me ahorro los títulos de éxito en tu videoclub). ¿Fue el regreso del
último Rambo parte de la precampaña de
McCain? Quizá. Pero para eso ya estuvo
Reagan. Vietnam fue una guerra del siglo XX, y terminó el ciclo de sus películas.
McCain (que puede ser un tipo estupendo) no es viejo, es peor que eso: representa el pasado. Y digo "peor” porque Estados Unidos, país de frontera, está atrapado en su pasado. Arriesgo un poco más mi discurso con otra teoría fácil de refutar. ¿Aceptaríais que el 11 S frenó la llegada del SXXI a EEUU? Yo creo que no asumieron el empuje del cambio de siglo. Ahí había una guerra, y sí, cuando hay guerra los estadounidenses están siempre con su comandante en jefe (ahí gané más cenas con
Bush). ¿Pero aceptan hoy los estadounidenses que están en guerra o creen que eso ya no es una guerra, que tienen que salir de ahí? Y
McCain es aceptar la guerra, el pasado. A cambio,
Obama es futuro. Y eso destiñe cualquier consideración racial. Además (vuelvo a la narrativa): ¿No vimos ya a
Morgan Freeman de presidente?
Futuro. Espero que no se haga el chiste con el color del futuro y el candidato. En cuanto
Obama ofrezca algo más que futuro (el futuro es la promesa más fácil de cumplir), ganará las elecciones. ¿Qué puede ofrecer?
El ejemplo de
Palin me parece claro. Reverdece la apuesta del carácter religioso y ofrece combate de una nueva frontera: una frontera de moral.
Obama tiene que encontrar una nueva frontera, la meta por la que puedan luchar e ilusionarse los estadounidenses, esos tipos que sabemos identificar con seguridad paseando por cualquier calle de nuestra ciudad. ¿O no? ¿Quién no es capaz de reconocer a un estadounidense paseando por su ciudad? Sí es ése que camina confiado y con sonrisa de idiota. Un idealista muy pragmático.
Espero que
Obama me dé de cenar.