El visionario del ibérico caliente. |
Lariste, desde el peñón del norte. El cortavientos anaranjado "separa" en el horizonte Lenito de la Forca de Alanos. |
De Lariste hacia el ibón de Acherito, la línea roja es aproximada. Alcanzamos el collado de Larraille y después la cresta que une Larraille y el Mallo Foyas. |
Y luego, está el filtro de las miradas, cuando lo borroso es virtud.
Patxi, por ejemplo, contemplando el paisaje en el almuerzo desde la cima de Lariste (o Punta Cristian), en Pirineos, el 17 de agosto de 2013 eleva hasta la altura de sus ojos una loncha de jamón serrano calentada al sol, con la grasa transparente y sudorosa, y antes de comérsela dice con sincera emoción: "Me encanta ver el paisaje de los Pirineos a través de la grasa del jamón".
Pilar y yo nos reímos.
Y esa mirada nos invita a recordar la lectura compartida de El pentateuco de Isaac, de Wagenstein:
"De todos modos, ¿no cayó en la misma tentación el rabino Ben Zwi al ver en una carnicería cristiana un jamón de Praga rosado y fresco?
-¿A cuánto es este pescado? -le preguntó al carnicero.
-No es pescado, sino jamón de Praga.
-No te he preguntado cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale...".
Salimos de Guarrinza (1.230), en dirección al Ibón de Acherito. La humedad y el calor sofocante nos hicieron sudar hasta el cruce (poste indicador) donde se separa el camino que enfila hacia el puerto de Palo, entre bojs. Nos adentramos hacia las Foyas de Santa María, y en amplias lazadas por pradera de pasto corto, ascendimos hacia el collado entre Marmida y Lariste, donde un mastín cuidaba el rebaño de ovejas y marcó las distancias sucesivamente a tres montañeros (nosotros), cuatro vacas intrusas y un buitre que se posó demasiado cerca.
Patxi, por ejemplo, contemplando el paisaje en el almuerzo desde la cima de Lariste (o Punta Cristian), en Pirineos, el 17 de agosto de 2013 eleva hasta la altura de sus ojos una loncha de jamón serrano calentada al sol, con la grasa transparente y sudorosa, y antes de comérsela dice con sincera emoción: "Me encanta ver el paisaje de los Pirineos a través de la grasa del jamón".
Pilar y yo nos reímos.
Y esa mirada nos invita a recordar la lectura compartida de El pentateuco de Isaac, de Wagenstein:
"De todos modos, ¿no cayó en la misma tentación el rabino Ben Zwi al ver en una carnicería cristiana un jamón de Praga rosado y fresco?
-¿A cuánto es este pescado? -le preguntó al carnicero.
-No es pescado, sino jamón de Praga.
-No te he preguntado cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale...".
Salimos de Guarrinza (1.230), en dirección al Ibón de Acherito. La humedad y el calor sofocante nos hicieron sudar hasta el cruce (poste indicador) donde se separa el camino que enfila hacia el puerto de Palo, entre bojs. Nos adentramos hacia las Foyas de Santa María, y en amplias lazadas por pradera de pasto corto, ascendimos hacia el collado entre Marmida y Lariste, donde un mastín cuidaba el rebaño de ovejas y marcó las distancias sucesivamente a tres montañeros (nosotros), cuatro vacas intrusas y un buitre que se posó demasiado cerca.
Rampa final y cima. Como propina, la cima norte con una trepada fácil que exige atención (I +?).
Descendimos hasta el collado del Pourtet Ouvert y, desde allí, eludiendo el sube y baja rocoso de los Picos de Pourtet Ouvert y Pourtet Barrat, los hitos nos guiaron con poco desnivel hasta el collado de Larraille. Cien metros más de ascensión y nos aupamos hasta muy cerca del Mallo de Foyas (o Mallo Cristian), donde los hitos marcan la bajada (comienzo algo abrupto) al ibón de Acherito.
Pilar se bañó entre abundantes tritones palmeados y renacuajos gordos como pelotas de ping-pong.
Ante el ibón de Acherito, y ante Anzotiellos, Gamuetas, Acherito, Sobarcal ¡tapado! y Petrechema. |
Descendimos por el camino del ibón a Guarrinza.
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