
Rambo es un héroe del S XX. Lo mismo en EEUU, que en Tolosa o que en Sierra Leona; aunque ahora en el XXI, muchos renieguen de él. Si el lector de esta entrada tuvo la edad necesaria, en 1982, fue a ver su segunda entrega al cine (y recordará las colas para entrar); y si no, vio la película en vídeo; y si no, la vio un par de veces en televisión. Denostado por los
kulturetas, símbolo maldito del maldito imperialismo…: todos conocemos a Rambo (por más que algunos lo confunden con
Stallone y con Rocky Balboa). Si se escarba entre los críticos, muchos reconocerán que la primera entrega de la serie era una digna película. Pero claro, entonces Rambo era una víctima del maldito imperialismo, era el soldado maltratado que regresaba de la derrota en Vietnam y que pasaba las de Caín en una selva fría de coníferas, helechos, minas y arroyos de montaña.
En 1985, Rambo II se puso tropical. Empezó a ganar su guerra, y eso fastidió a muchos.
En 1988, el desértico Rambo III ayudó a los muyahidines afganos. Ejem...
Tempus fugitY 2008. El tiempo hizo su labor, aquilató a
Stallone como Rambo IV, aunque en este caso más que brillo, ganó unos kilos.
Stallone actúa más que nunca en la saga rámbica, porque el físico responde menos. Por primera vez Rambo no enseña las tetas (las imagino colganderas, como las de una perra con cachorros). El bótox regala a su rostro ese aire perdido y abotargado que muchos actores sólo consiguen después de años de gesticulando. Y las hormonas de crecimiento le han puesto los antebrazos como jamones bien curados. Cuando sus brazos chorrean sangre, propia y ajena, este Rambo IV es el póster que debería adornar carnicerías de países como Uruguay y Argentina
(Espero que algún carnicero -argentino o uruguayo- con arrestos, coloque el póster de Rambo IV en su local y no se le acuse de puto o imperialista).
Hace años decidimos que
Stallone era
Satallone, y lo condenamos mientras nosotros nos hicimos light (léase lij). Mientras, Rambo sobrevivió cazando serpientes con un bastoncito, y le dio para comprarse una barcaza y navegar por esos ríos turbios entre Tailandia y Birmania... Pero calma,
Stallone sabe a qué juega: 92 minutos, buenos y malos, y muchos muertos. (Una vez conté los muertos de Rambo II; eran muchos, y en aquel tiempo de cinta VHS hubo que rebobinar una y otra vez). En esta ocasión los difuntos son birmanos malos, muy malos. Y mueren en gran cantidad en escenas frenadas por los privilegios de la cámara lenta y la manipulación de ordenador. Por comparar...: ¿el Mágnum 45 largo de Harry El Sucio? ¡Una chumbera de balines para matar gorriones! Rambo IV usa artillería pesada, no se cuestiona su capacidad de penetración, sino la apertura de boquete en cuerpos ajenos con balazos como obuses.
Con esta moderna tecnología, que confunde el batiburrillo de las luchas y goza con la precisión en lo sanguinolento,
Stallone hubiera ganado su segundo Oscar a la mejor película con Rambo I. A quienes me acusen de fumar hierba les recuerdo que
Stallone, con la primera de Rocky, ganó en 1976 a un tal
Scorsese que competía con
Taxi Driver a los premios de la Academia.
Dicho todo esto, se echa en falta algo más de carne cruda: que Rambo sufra, que lo torturen como siempre pasaba en las películas rámbicas. Pero, claro, una tortura exigiría esas imágenes de más cuerpo a la vista que ya no convienen. Porque, agárrense, algo de drama psicológico ronda en esta película: escenas de forja, sueños con Rambo II en blanco y negro, una modesta cruz.
Cómo mataEs cierto que Rambo IV arranca con el clásico estilo de vaquero y mata a unos piratas a tiros; pero el Robin Hood de Vietnam vuelve con su arco; ojo, no clava flechas a los malos, los atraviesa. Y eso está muy bien, para el efecto buscado en la película (y conecta con la saga pasada). Después hay muerte manual, una gran explosión, certero manejo del cuchillo como katana, y una ametralladora más grande que el clásico M16, que ningún humano puede sostener con un brazo (excepto el gobernador de California y
Satallone).
Rambo IV ya no se pone excusas, mata porque es lo que mejor sabe hacer (
Flannery O’Connor tenía el mismo argumento para dedicarse a la escritura). Lo del pueblo oprimido y unos misioneros torpes son tapaderas para el gran público. Sí, cuidado, aunque no se lo puedan imaginar, hay niveles de “lectura” en Rambo IV. A Rambo IV le basta que una mujer le dé el motivo para ser quien realmente es. Y entonces se desata el Apocalipsis (que era lo que fuimos a ver al cine, mucho Apocalipsis).
ConclusiónPero este Rambo IV no sufre como los anteriores. Y si Rambo IV no sufre mucho, no tiene permiso para matar mucho.