sábado, febrero 04, 2017

Un sol y sombra, con nieve

Fotografía de Pilar.
La tarde del sábado 28 de enero, las nubes avanzan y crecen sobre Pallardi, Tuturre, Alborta...

lunes, enero 30, 2017

Paso del Oso

El paso del Oso, la gran ventana de Peñagujereada en la Sierra de Leyre, tiene dos puentes (alineados) de un ojo. Qué fácil es echar a volar la imaginación desde estos puentes...

jueves, enero 26, 2017

Palabrista en fuga: El pelo y su grosor

Habla del grosor de tu pelo (fino o grueso) cuando quieras escapar de una conversación.
Confía en que unos aparentarán que te prestan atención, intentarán meter algún mechón propio en la conversación e, inevitablemente, se elevarán como globos de fiesta por argumentos y anécdotas intrascendentes a propósito de longitud, color y volumen. (No esperes a que te recomienden un peluquero para escapar).
Otros, lejos de hacer algún juicio de valor, dejarán de prestarte atención. Escapa. (Entre los "otros" contempla la posibilidad de un calvo como compañero de fuga).

martes, enero 24, 2017

Sámaras

Promesa de semillas de arce menor al vuelo.

La democratización del rosco de reyes

No quiero pasar por futurólogo, ya es una realidad: el rosco de reyes rompió el marco temporal del día de reyes (6 de enero) y extiende para los españoles su presencia semanas antes y después de la fecha. Hasta no hace unos años, el rosco de reyes era algo que se llevaba a las pastelerías para el 4 o 5 de enero y que los yonquis de la repostería rebuscábamos aún el 7 y el 8.
(Hasta la expresión popular  "No comerse un rosco" reafirmaba una carestía que iba mucho más allá del bollo).
"¿Por qué venderlo sólo unos días de enero?", se preguntaría alguien; digamos un laminero, o un demócrata, o quién sabe si un emprendedor admirado por la relación entre el valor de sus ingredientes y el precio desorbitado de venta al público.
Si has aceptado la lógica de lo que vengo contando es porque ya tienes una edad para la comparación y, sobre todo, porque te gusta el rosco o roscón (ya sin "de reyes" en la república rosconera) y no te sobra el dinero. Que nadie se engañe, la privación de rosco durante unos 360 días al año correspondía a las clases bajas y medias, los privilegiados, los de la casta rosconera no tenían problema para encargar (y pagar) roscos cualquier día del año.
El caso es que se extiende en España este fenómeno de alargar lo que era propio de un tiempo o de ofrecer a todos (previo pago) lo que disfrutaban antes con discreción unos privilegiados. Eso ocurre con lo que gusta. Lo he visto en el fútbol, en los coches, en las vacaciones...
En España, desde que descubrieron que vivíamos con los biorritmos del fútbol, tenemos fútbol todo el año y en todas su modalidades imaginables: Liga, Copa, Champions, Mundialito, trofeos de chichinabo, fichajes de invierno y verano, posados de ropa interior, selecciones autonómicas... ¿Queríais fútbol? Descubriréis que el fútbol es laxante.
Habíamos oído que a los americanos (sinécdoque de estadounidenses) les gustaban los coches muy grandes. Fa. Nos gustaban a todos, llevar un coche pequeño es como llevar el calzoncillo de los posados del párrafo anterior (ajustado): vas incómodo y sientes que todo el mundo te mira. La cuestión es que antes faltaba el dinero o el afán por endeudarse para tener uno de esos coches mastodónticos y rugidores. Ahora, si no te compras como mínimo un crossover, eres un mindundi.
¿Y las vacaciones? ¿Acaso a dos o tres generaciones de españoles les entusiasmaba viajar al pueblo de sus padres o abuelos en agosto? (¿Quién entre los mayores de 40 no recuerda una tarde cazando moscas? ¿Quién no las contó?). Hay vacaciones viajeras en Navidad, en la semana blanca, en Semana Santa, en los puentes de... ¿Y quién no sabe el significado de low cost? Quien no ha estado en París o en Nueva York lo lleva con discreción, prefiere que no se sepa. Y sí, mucha crisis, ay, pero tantos han caminado entre los gorilas de las montañas como Sir Richard Attemborough, tantos han buceado en un arrecife de coral, tantos han cumplido con su trekking por el Himalaya...
Cuando una cosa gusta, ya no podemos arrinconarla para el disfrute de tres o cuatro días, o de tres o cuatro privilegiados, queremos tenerla a nuestra disposición en cualquier momento, todos.
Por si no lo habéis visto ya, se venden roscos, y se seguirán vendiendo después del día 6, hasta el empacho final. Mi paladar dice que yo podría resistir a rosco diario hasta las vacaciones de Semana Santa. Al fin al cabo, no tengo coche ni he nadado abrazado a un tiburón ballena, creo que me lo merezco (y con el pedazo de naranja escarchada).

martes, diciembre 20, 2016

Acebo en sazón


Fotografía de Pilar.
En  diciembre, en Leyre (Navarra).

jueves, diciembre 15, 2016

Palabrista en fuga: El origen del universo

Alguna vez, aunque ahora te parezca inverosímil, te las verás en una discusión (de bar, de piscina, de asado, de fin de año, de entrada a un concierto de Sabina, de salida de un partido de fútbol con derrota de tu equipo...) sobre el origen del universo. Esta discusión, además, suele ser en grupo.
(Es complicado de explicar, pero la gente "normal" no discute en pareja sobre el origen del universo).
Llegado ese momento, no te demores con la respuesta, di muy rápido que el origen del universo se explica con un Bigbén. La mayoría cabeceará con gesto aprobatorio. Si estás dispuesto a apurar el malapropismo, ante el gesto de asunción grupal de las cosas que se aceptan sin entender, sentenciarás apoyándote en la autoridad del nombre propio:
"Estifen Jokins dio el campanazo con esa teoría".
¡Tolónnnn!
Si has llegado a decirlo, y si cuela, me temo, experimentarás un gozo interior digno de pastorcillo. Al fin y al cabo, los cencerros de los borregos, también son campanas.

martes, diciembre 13, 2016

La firma en las redes

Fotografía de Pilar, a unos pasos del mar Cantábrico, el 11 de diciembre de 2016.
Seguro que la firma en otras redes es un caso de estudio. En éstas de la fotografía, no puedo dejar de mirar esa maroma de la derecha. Que un grafólogo la reconozca, por favor, y nos hable de su carácter con rúbrica ascendente, de su miedo a los escenarios o de qué champú anticaspa usa.

miércoles, diciembre 07, 2016

Castellar (1 281) con la puesta de sol

Desde el Portillo de la Cerrada, el 29 de noviembre de 2016.

domingo, diciembre 04, 2016

Palabrista en fuga: La cena

Alguna vez acudirás a una cita incómoda en un restaurante con la excusa de una cena, a sabiendas de que te vas a una encerrona y te verás atrapado en una conversación odiosa, pero sin duda trascendente para tu interlocutor: boda, viaje de novios al trópico, divorcio, cuernos, rescisión de contrato, coalición de gobierno...
Acude entonces con un detalle de color naranja en tu vestimenta y un zapato duro; atrapa la carta de vino en cuanto caiga en la mesa. Elige tú, no des opción. No te preocupes de menudencias como los maridajes de tinto o blanco, ni por denominaciones de origen, ni siquiera por el precio. Pregunta al camarero por la información que a ti te interesa, ésa que no aparece en las cartas de vino: la graduación alcohólica. El camarero necesitará ayuda o dar varios paseos y la conversación en la mesa empezará a interrumpirse: 13º, 13'5º, 14º, 14,5º. Escoge el vino con la graduación más alta y ponte a beber antes de morder un panecillo. Elige entonces los alimentos de la carta que se presten a la anaptixis con vocal. He aquí algunas sugerencias contrastadas:

ENTRANTES
Coroqueta por croqueta,
Esepárragos tirigueros; insiste al camarero con un tono de ansiedad sutil:
"Pero que sean tirigueros, por favor". (Esas íes resonarán en el lugar como el primer solo de flauta dulce de un escolar).
Recuerda que los franceses dicen que el vino no es bebida, sino alimento. Que rebose tu segunda copa.

PRIMER PLATO
Si puedes eliminar con apariencia de naturalidad la primera vocal de algunas palabras, merecerás una estrella Miguelín del palabrista en fuga. Busca en la carta: roz (por arroz), spaguetti (ese silbante de serpiente) o lubias (por alubias); fíjate en que tanto el roz, los spaguetti y las lubias te ofrecen como complemento de alcurnia el arabesco de las lmejas (sólo para contorsionistas de la lengua).

(Ver más adelante el derrame de vino).

SEGUNDO PLATO
El sado será siempre la primera opción. Las cosotillas, la segunda. Las modestas litas de pollo, la tercera. Los reticentes con la carne tendrán que optar por el tun (atún al tuntún) o el ji (por ají) de lo que sea.
Cuatros consejos complementarios:
1. Si hay rabo, pide rabo con énfasis pero sin figuras, sólo con el artículo determinado.
"¿Qué desea de segundo?"
"El rabo".
La potencia del rabo te permitirá realzar otra palabra.
2. El ceceo sólo para la guarnición de las zetas.
3. El baile de sílabas resérvalo exclusivamente para la aparición del cabalacín.
4. Si optas por el cerdo, aprovéchate de la oferta de sinónimos en castellano y elige uno poco usado en el lugar de la cena: puerco, marrano, chancho... Ejemplo para una cena en Bilbao: "Para mí, cosotillas de puerco".

POSTRE
(Si llegas) Falán.

Recuerda que al principio era la palabra, y que la palabra invita a la acción. El palabrista en fuga, dicha la primera palabra, no reniega de la acción y puede recurrir a ella:
-Tócate repetidamente la nariz, estirándola un poco, como si la quisieras alargar y sacar punta, antes de responder a cualquier pregunta retórica de tu comensal. El mito de Pinocho forma parte del imaginario de cualquier interrogatorio.
-Derrama la copa de vino sobre el comensal con el ímpetu de un manotazo. La gente mojada con vino tiende a cambiar de tema y a abreviar las cenas. Si la copa se rompe, mejor que mejor.
-No olvides que el vino era de alta graduación y que calzas zapato duro: antes de llegar al segundo plato, propina una patada en la espinilla a tu comensal. Dirás:
"Ay, pensaba que era la pata de la mesa".  (Repite la acción, pero no la excusa).
-Observa detenidamente a una persona de otra mesa, como si lo escanearas. Recuerda que eres ése, el de naranja, que los cazadores de herbívoros también visten de naranja.


P.D.: Es importante no abusar de la anaptixis y practicarla sólo en los alimentos concretos: no digas postere por postre, garacias por gracias o poropina por propina.