martes, febrero 28, 2012

Blanco y azul en Aralar

 Montañeros en el collado de Beloki contra el fondo de San Donato.

El sábado 18 de febrero fue un día de blanco y azul, un sábado feliz para muchos montañeros. A mí me subió un sordo en coche desde Lekunberri hasta casi el km 10, digo lo del sordo porque me gustó cómo se esforzó en pronunciar desde las tripas un "que disfrutes" cuando me dejó a la altura de la pista de Prantzes erreka.
La pista por el bosque fue una agonía hasta las campas. Sin raquetas, cada pisada suponía un esfuerzo enorme. Las polainas se soltaban, no dejaba de sudar y terminé en camiseta, empapado. Pero una vez tomada altura..., ¡qué gozada! El paisaje blanco y azul merecía una atención reposada parecida a la que me provoca una charca entre las rocas con la bajamar (miras despacio y ves una quisquilla, se mueve un cangrejo, aletea un pez...). Así vi muchos montañeros.
Subí a Hirumugarrieta y bajé al poste de Perileku donde comí un par de plátanos.

 
Soplaba viento del oeste.

Desde allí bajé por el barranco de Minas. Aún resonaba algún eco de la feria de Arcco y deseaba ver qué había sido de la obra del Artista del alero en Amabirjin harria.

 Ha vuelto el clasicismo. (¡Gracias a Dios!).

Desde Pardeluts, el descenso por la nieve blanda fue agotador hasta el paraje de las minas, donde comprobé que no hay anticongelante como el de los huevos de rana.


A partir de ahí me dio por bajar al correcamina hasta Amezketa. Café, autobús, tren, casa. Disfruté.

lunes, febrero 27, 2012

Las crónicas de la señorita Hempel (leed, leed)


Sarah Shun-lien Bynum (EE UU, 1972) ha logrado construir el personaje de una joven profesora -¿será un alter ego de la autora?- que, en medio de revoluciones íntimas, sabe ver el carácter de sus alumnos, los reconoce, los quiere por lo que son y trata de sacar lo mejor de cada uno. Una forma de amor. Y eso emociona, deslumbra como un 10 en la escuela -12 en Uruguay-. Tanto como para calificar esta colección de relatos, que la mayoría cataloga como novela, como de lo mejor que he leído en 2011. Lo siento, Shun-lien Bynum, esto no es un premio.
Además, en Las crónicas de la señorita Hempel he encontrado cualidades olvidadas entre muchos cuentistas contemporáneos y algunos caprichos -personales-. Reuniré cualidades y caprichos sin más orden que los cardinales.
Uno. La destreza en el manejo del tiempo, ese ir y venir  -presente y pasado, pasado y presente-, por la narración.
Dos. Los cierres de los relatos, que la mayoría dirá capítulos. Saber terminar es una cualidad nunca bien ponderada. Los cierres de Las crónicas... sorprenden sin caer en un exceso de efectismo; iluminan poco a poco al lector, como esas luces halógenas que tardan en brillar. Y, en cuanto se piensa un par de minutos -tú tardarás dos segundos-, impresionan: no se puede acabar mejor la historia de "Talento" que con ese cuervo; inolvidable el abrazo en la arena de "Coco". Quizá los dos mejores relatos.
Tres. Las comparaciones precisas, naturales, reveladoras. A veces, otras veces, leo tras los "comos" y me pregunto: ¿para qué seguir -leyendo-?
Cuatro. Que la protagonista de todos los relatos, la señorita Hempel, se llame Beatrice -¿dantesco?-.
Cinco. "Paratexto": delicioso dibujo de portada.

jueves, febrero 23, 2012

¡Pero mira que eres murciélago! (Anoeta, Alkiza, Mako, Zelatum, Sagain Zelaia, Asteasu)

¡Queda tanto territorio guipuzcoano por explorar! Así que bajo del tren de cercanías en Anoeta y a las 10,15 pregunto por el autobús que sube a Alkiza. Dicen que preguntando se llega a Roma, y a Alkiza también, claro, pero el autobús no pasa hasta las 12 y... Camino a Alkiza por el arcén de la carretera (casi 5 km). En Alkiza el bar está cerrado. "Porque la dueña estaba a punto de caramelo y la han ingresado" (contextualizo: embarazadísima). Subo hacia la cara norte del "macizo" de Hernio, exploro rutas y posibilidades futuras. Emprendo la ascensión "de fortuna" a Mako por la cara norte y con nieve helada. Se puede (1.068). Vuelvo a Hirumugarrieta y sigo hasta Zelatum; la borda bar está cerrada, pero memorizo que por los huevos fritos con chorizo cobran 5 euros. Será porque sólo tengo para comer en la mochila higos secos. En el entorno de Sagain me oriento con los dólmenes y busco de dolina en dolina una cueva guardada en mi memoria desde hace...
(Algunas veces me sorprendo con lugares y situaciones que encuentro en fotografías, y me sorprendo porque salgo en esas fotografías con lugares que la memoria desechó, o pasó al disco duro de los sueños o los cuentos).
Encuentro la cueva de Sagain Zelaia (670) y no es la que yo tenía en la memoria (sueño, cuento) de la zona de Asteasu Zizurkil. ¿Estaré recordando un sueño? ¿Seré un personaje borgiano, el sueño de otro? Achaco el delirio a la deshidratación y al hambre. Un trago de agua y cinco higos secos (David antes de ser rey tomó cinco piedras), voy a tiro hecho. Dejo la mochila en la puerta de la cueva y me adentro. Disfruto de la soledad de la montaña y esto es la soledad en las tripas de la montaña. Bajo siguiendo el cauce de un desagüe natural con un hilo de agua. Gateo aquí, me contorsiono allá, he venido preparado para ensuciarme con un pantalón de plástico y un anorak. Sudo. Al cabo de 20 minutos, llego a una sala enorme, llena de bloques con toda la pinta de haber caído del techo. Algunos se ven recientes, con la roca sin erosionar, sin suciedad. Doy vueltas en silencio por la gran sala rota. Entonces pienso en los amigos a los que traeré aquí. Y me acuerdo de la prudente que guarda una linterna sin usar, por si acaso. Entonces me digo: cuidado, cuidado, ¿qué pasaría si ahora se me apaga el frontal? Vaya... Sudo más. Es una prueba para el ánimo confiado hasta que se me enciende la bombilla (¡plin!): ¡pero si tengo también la cámara digital! Que en el modo de ver las fotografías crearía una luz tenue suficiente para regresar a la superficie. Encuentro un molar fósil de caballo, muchos guijarros pequeños de oligisto limonitizados y murciélagos de herradura.

 En formación.

 ¿Por qué se dice "tienes unas patitas de pollo" y no "de murciélago"?

 Asoma la cabecilla...
Al salir de la cueva, estoy agotado. Ha sido una hora de Pilates subterráneo. Como otro puñado de higos y pienso en regresar a casa. Decido bajar a Asteasu, son unos 6 km y llego a las 17,30. Encuentro una cafetería y caen dos vasos de agua, un café y dos lazos de hojaldre que me saben a gloria terenal. Como el autobús pasa muy tarde, sigo 4 km más el trazado de un camino para bicicletas y peatones hasta Zizurkil. Subo al tren de cercanías a las 18,30.
Para mí no hay somnífero más poderoso que el traqueteo del tren, pero viajo pensativo, trato de fijar en el GPS de la memoria la ruta completa, los cruces clave del camino, los recovecos más complicados de la cueva...
Por la noche recibo una llamada telefónica. Patxi tiene tres motivos para la llamada. El primero: saber si había vuelto. Le había escrito contando dónde iba a estar. O sea, si mi frontal hubiera fallado, Patxi estaba al quite (unas horas después).

P.D.: Ya aposté por la confianza. Otro día probaré si la cámara digital es suficiente para ver en la oscuridad total.
P.D.2: Dice Beatriz que los móviles ya vienen con una aplicación de linterna.

lunes, febrero 20, 2012

Uzkuiti (1.332)

Uzkuiti ofrece varias ventajas al montañero si se compara con otras cimas de Aralar.
Los accesos. Se puede subir por la "autopista" de Txindoki... y tomar la variante de del collado de Irazusta, o  la de Auntzizegi; o se puede atacar desde Muitze, enfrentando la rampa de los Aldaones. Se puede llegar también, desde Pardeluts, previa pasada por Gambo... En fin, que por entradas (y salidas) no será. Y como está en tierra de nadie con vecinos más nombrados y altos (Txindoki y Gambo), como las Malloas capturan a los amantes del desnivel desde Araitz, o del "asomo" ("¡Vamos a asomarnos a las Malloas!"), es una cima poco visitada, perfecta para un día de nevada.
Nosotros (Pilar, Susana, Patxi y yo) subimos por la pista de Beratzeaga, que abandonamos poco después del salto de Bizutsa, en el entorno de Ondarre.  Había que aprovechar la nieve el domingo 12 de febrero y cumpleaños de Pilar: subimos por la ladera más pendiente. Lo que ni por asomo sabíamos era que el recién estrenado termómetro colgante de Patxi marcaría -8ºC con viento (cortante, del norte), o que la luz no daría más que para entonar lo de "un rayo de sol, ¡oh, oh, oh!" en dos o tres instantes mágicos ante el paisaje de Alaskaralar. Desde la cima, bajamos hacia Etitzegi (sin hacer la cima), para almorzar en la borda cercana.

Rampantes en el tramo final.


  Cima de Uzkuiti.

 En borda cerrada no entran moscas (ni montañeros).

Caímos a Muitze y dejamos a la izquierda el camino de subida o bajada (según se mire) de Txindoki para refugiarnos en la oquedad mínima de la pared caliza en la ladera oeste de Larraone: Aitzegi.

 
Allí nos plantamos con las viandas y ese caldo que dio tanto trabajo para calentarse al fuego del hornillo. Con el buche lleno, los ánimos dieron hasta para practicar esgrima, como caballeros tempanarios.

Estocada de cabroncillo sobre fondo de carboncillo.

Volvimos a la pista de Beratzeaga, en la curva del bosque oscuro de abetos jóvenes. Desde allí evitamos la pista y atajamos por la senda marcada con pintura blanca y amarilla (senda  "vaticana") y recientemente desbrozada. Al llegar al aparcamiento, un poco más arriba del cementerio de Amezketa, sentimos "calor". El termómetro del coche marcaba 0,5Cº y optamos por cerrar la jornada con el chocolate caliente del Eceiza, en Tolosa.

miércoles, febrero 15, 2012

Móviles satelitales (infidelidad)

Un chico y una chica (los dos veinteañeros) caminan por la senda del parque con la última luz del día. Avanzan el uno hacia el otro sin darse cuenta porque están hablando melosamente por teléfono (móvil).
No se ven hasta que casi se topan el uno con la otra.
-¡Uy!, ¡hola!, eh... Estoy hablando con mi madre... ¿Y tú? -ella.
-Eh, eh..., yo también -él.
Se besan en la boca con énfasis y ambos separan los móviles de su cuerpo. Las voces de los móviles dicen algo, apenas dos segundos, en el extremo de sus brazos exageradamente estirados. Ambos saben apagar los teléfonos sin mirarlos al tiempo que mantienen el gesto de Pilates.
Si ahora les hicieran una fotografía, en el centro de la imagen estarían sus bocas. Siguen besándose. En los márgenes, los móviles, los satélites más lejanos de ese beso.

lunes, febrero 13, 2012

El glamour era esto (?). En Alzadi, o Altzegi, o Hermosoco Gaña (1.019)

Vosotros decidís.
La fotografía es obra del montañero Sleepy Hollow, que dejó su caballo para ascender a Altzadi (o Hermosoco Gaña).

Como se ve, Sleepy Hollow es de cabeza pequeña (como acostumbran a ser las cabezas portátiles, algo jibarizadas).
En esas laderas, también brotan algunas mujeres con capa azul...

Hay que ir a más a Altzadi

La risa en Gaztelu (1.001)

¡Cómo reían los montañeros en Gaztelu el domingo 5 de febrero!
Quizá era porque habían conseguido vencer la pereza y habían salido un domingo con nieve, quizá porque habían conseguido pasar (algunos reptando en plan comando) por el collado de Olarregi (837), donde las rachas huracanadas y gélidas obligaban a pegar el cuerpo a tierra o a avanzar aerodinámicamente al estilo jeroglífico egipcio. Quizá.

Copio (sic) de Mendikat:
"El pensamiento popular cuenta que la fortificación fue obra de los moros, tal vez la nombrada fortaleza de Sajrat Qays, pero lo curioso es que la misma historia parece certificar que la morisma llegó hasta estos lugares en una operación de castigo contra los indoblegables vascones. En efecto, en el s.X Abderráman III lanzó uno de sus ataques más duros contra el dominio pirenaico y alcanzó esta fortaleza de Gaztelu una vez arrasado el territorio foral incluido su capital Iruñea. Los moros entraron a EuskalHerria por Tutera (Tudela) y pasaron a Lunbier por la sierra de Leire, desde donde siguieron a Iruñea e Irurtzun. De quí siguieron hacia el Ebro no sin antes destruir la fortaleza de Gaztelu que defendía el paso del desfiladero de Oskia (450 m)."

 P.D.: Subimos desde Errotz, pasando por Urritzola, volvimos por el mismo camino.

Realengo nevado

Fue el sábado 4 de febrero, en una caminata solitaria que me llevó de Baráibar a la cima de Tutturre, y de vuelta a Baráibar.

 Fue el 4 de febrero de 2012, a pesar de la sensación de salto en el tiempo y audacia al volante.

 Vi códigos de barras boscosos (hayedo). 

Y el arriba y el abajo se confundían.
Más allá del bosque, el frío (-10ºC) paralizó la cámara.

jueves, febrero 09, 2012

Camino de Santiago 2012 Parte I: De Mansilla de las Mulas a León

El 7 de enero amanece frío y soleado. Algunos bancos de niebla oscurecen la ribera del Esla y el día sorprende a una lechuza expuesta en un soto de olmos. Alfonso y yo caminamos rápido y pasamos a un coreano y a una italiana: Villamoros de Mansilla, Villarente (café con leche y cruasán, reencuentro en la cafetería con el coreano y la italiana Laura), Arcahueja, el costadillo de Valdelafuente y su cementerio... 23 km hasta la catedral de León. No es una etapa bonita, a pesar de que que han acondicionado caminos paralelos a la carretera, donde antes había que orillarse por el arcén. El paisaje del extrarradio de una ciudad no encaja con mis patrones de belleza. En León entramos a la catedral gótica.
Por un momento me siento en comunión con el gótico ("y para los hombres la vida era luz"). Luego, me traiciona un mal pensamiento: otro gótico, dos góticas en una visita a la Casa Blanca. (Seré bobo...). Se va a celebrar una boda y dos vigilantes nos quieren echar del recorrido del ábside. Les ruego que nos dejen dar la vuelta completa. Nos dejan.
Después de la visita, Alfonso y yo tomamos un vino del Bierzo y nos despedimos. Él sigue un día más, llegará a Astorga.
Tomo el tren de la tarde para San Sebastián. Entro al vagón con cargado con la mochila y una bolsa alimenticia, no me acomodo en mi asiento porque un anciano lo ha elegido (junto a la ventanilla mirando en la dirección en la que viaja el tren). Me siento, sospecho, en su asiento rechazado. Abro la bolsa. Saco el medio kilo de pan rústico y lo corto al medio con la navaja. Si alguien no me ha visto en plan almuerzo de bandolero, quedará embriagado por el olor de la cecina (cortada muy fina). Es casi un acto de terrorismo. Me parece que al anciano le bailan las aletas de la nariz cuando encajo los 250 gramos de cecina. Explosión de sabor. Miguillas en la barba.

Imágenes aéreas y luminosas tomadas desde el suelo. 

Una lechuza sana sorprendida por el amanecer. 

Una catedral gótica, para mí la catedral gótica de España: León. ¡Y se celebraba una boda entre alemán y española! (Jopé con las amigas del novio...).

viernes, febrero 03, 2012

Sensaciones térmicas

Sufría en silencio los "de cara a", imprescindibles por lo que se oye, de los comunicadores meteorológicos.
Me escocía lo de los "graditos"; como si pudieran ser centimetritos, toneladitas, voltioitos... (De acuerdo, reconozco que existía el precendente de los "kilitos").
Y ahora que hace frío, cuando oigo al país (España) entregado a las sensaciones térmicas... Joderjoderjoder.
En fin, no sé por qué me extraño, si ya ha vuelto Gran Hermano 13 y se llama Gran Hermano 12+1.

miércoles, febrero 01, 2012

Camino de Santiago 2012 Parte I: De Calzada del Coto a Mansilla de las Mulas (31 km)


Disfruto en la recta paramera entre Calzada del Coto y Reliegos. Unos 25 km con sólo dos poblaciones (Bercianos del Real Camino y El Burgo Ranero) de casas bajas, agarradas a la tierra (algunas construidas de adobe, tierra sobre tierra), horizontes amplios; y esos plátanos alineados con precisión en la margen izquierda. Unos dirán: para dar sombra en verano. Muchos, os lo aseguro, aseguran que alienan: ¿esto no se acaba nunca?, ¿qué hago yo aquí?, ¿quién me ha engañado para venir?, ¿por qué camino? Por eso de las preguntas, o porque yo no las respondo, me encanta este tramo. Y en parte por eso lo reservé en el calendario para que me encajara el 6 de enero. (A cierta edad peregrina uno empieza a desarrollar el autorregalo el día de los Reyes Magos).
Lucía el sol, la mañana estaba fría. Perfecto. Bueeeeno, en Bercianos no había bar abierto. En El Burgo Ranero estaban abiertos el bar (y hostal) y el precioso refugio municipal, pero no había roscón. Eso sí, disfruté fijándome en cómo seguían los del bar la retransmisión (con papel y bolígrafo) de la Lotería del Niño desde Cádiz.
Los Reyes Magos habían traído un escenario de selva de plástico al niño de la familia del bar. Y el crío se esforzaba por encajar árbol, lianas, leopardo, gorila... Tardé en descubrir que era la selva del Tarzán de Disney.
En Reliegos no había roscón, pero un hospitalero me regaló una definición:
"La legua de Castilla, de Reliegos a Mansilla: 5.572 metros".
Y 5.572 metros después, en Mansilla de las Mulas, estaba cerrado el albergue municipal, así que dormí en El Jardín (albergue privado, una maravilla).
Y en la cena, de postre: roscón (con crema).