domingo, diciembre 31, 2006

Algunos insultos no sexistas para el feliz 2007


(Para insultar sin dejar de ser políticamente correctos).
¡Cobarde! (Úsese siempre como exclamación). En desuso, la proliferación de cobardos y cobardas ha hecho de este insulto una rara voz. ¿Qué no? Chiquito de la Calzada lo usaba junto con “finstro” y “pecador de la pradera”.
Mierda. Disfrute con la definición: ¡eres un mierda!, ¡eres una mierda!
Torpe. Conviene decirlo lentamente, sin elevar el tono de voz. Torpas y torpos se darán por aludidos al instante.
Canalla. Ecos decimonónicos.
Imbécil. (Deténgase, por favor, en la pronunciación de la eme). Muy eficaz, actúa tanto sobre imbécilas como sobre imbécilos.
Basura. Pronto será incinerada. “Tú, basura” (llamadita feroz).
Carroña. Muy torero.

P.D.: La imagen es parte de un óleo de mi hermano. No la mires demasiado, o terminará insultándote.

viernes, diciembre 29, 2006

La elevada construcción de la memoria (Garmo Negro, 3.066)



Eresfea firma con el piolet. Patxi se exprime para triunfar. Javier echa el resto. Javier es un fenómeno posando en las cumbres. Patxi baja con el gesto elástico de los dibujitos de Tintín. El sol se pone.
Faltan las fotografías del descenso nocturno por la senda helada. Fue el día de los Santos Inocentes, en Pirineos.

P.D.: Haced clic sobre las imágenes.

martes, diciembre 26, 2006

Rompehielos (más Navidad feliz)




(Para entender la belleza perfecta de un rompehielos hay que ser ruso del Báltico, como poco).
Pero el pasado 20 de diciembre hubo otros hielos y rompehielos. Aquí aparece Patxi como el extra perfecto de Gorilas en la niebla (la película). La nube cristaliza entre las rocas. Patxi llega a la cima del Txindoki (1.348). Los otros dos gorilas esperan en la cima: mi señor padre come higos secos, yo… me golpeo un poco el pecho, ¡uh!, ¡uh!
El 24 de diciembre rompimos más hielo. Sin niebla. Ahí están Javier (otro gorililla de pro) y el ínclito Patxi bajando de Uakorri (1.328).
Vimos las líneas definidas de Txindoki. El Cervino vasco, dicen.

sábado, diciembre 23, 2006

Los dos Reyes Magos (¡Feliz Navidad!)


Salíamos al monte. Recogíamos muérdago y rusco, arrancábamos mantos de musgo adheridos a las rocas. El muérdago colgaba de las lámparas, con esas bolitas viscosas como salivazos; el rusco copaba los jarrones y mamá rescataba el juego de jarras de cerveza para distribuir los ramitos por la casa; extendíamos los mantos de musgo sobre cartones en el balcón, para que se secaran. Mientras el cartón se oscurecía con los cercos de humedad, el musgo tenía su matanza organizada: primero cochinillas y movedizos ciempiés (presión digital), después mosquitas (chorro del espray insecticida).
Una semana después alfombrábamos con musgo el belén.
Me dejaban tocar la mula y el buey, los pastores, las ovejas, un flautista, la estrella y los pajes. No podía tocar a San José, que sostenía un bastón de alambre con azucenas de porcelana, tampoco podía tocar a la Virgen ni al niño Jesús enorme.
Papá siempre me preguntaba (distraía) qué me parecía el hilo de luces intermitentes.
Más intocables: Melchor, Gaspar y Baltasar. Me gustaba Baltasar, quería tocar a Baltasar y mamá me había dicho que ni se me ocurriera.
Toqué a Baltasar. Se cayó con camello y todo, sin desmontar. Papá recogió la figura decapitada. Yo busqué la cabeza, que había rodado debajo del sofá. El corte del cuello tenía filos de cáscara de nuez rota. Papá guardó las dos piezas en una caja de cartón. Me dijo: No pasa nada. El año que viene la pegamos con cola y ya está. Yo pregunté: ¿Este año no? No, porque no va a dar tiempo de que se seque.
Muérdago, rusco y musgo. Nunca encontramos tiempo para pegar la cabeza de Baltasar. Cuando desembalábamos las figuras, siempre era lo mismo: Ay, otra vez se nos ha olvidado, el año que viene...
Papá extendía las luces intermitentes (y a mí me parecían bien).
Nuestro nacimiento tiene dos Reyes Magos.

P.D.: ¿Alguien sabe con seguridad qué es la mirra?

jueves, diciembre 21, 2006

Agujeros negros


El experimento. Si se coloca a un pesimista, infeliz, amargado, oscuro, deprimido, asqueado, agobiado… entre cuatro o cinco felices, se comprobará cómo quedan neutralizadas las risas, la confianza, la alegría del grupo.
La primera conclusión. La mala sangre no se diluye en el buen humor ajeno, más bien lo contamina sin perder un ápice de su concentración (efecto anchoa o pepino en la ensalada).
Un poco más allá. Éste es uno de los desequilibrios humanos más extraños que conozco: la imposición de la infelicidad. Los agujeros negros más eficaces consiguen que la felicidad ajena viaje en el tiempo y se instale en el pasado. Logran, también, que el tránsito de los días sea un camino minado entre precipicios.
Como son incómodos para los demás y para ellos mismos, les recetan pastillas.

P.D.: La fotografía no tiene nada que ver con el texto. Éste es un truco muy hábil que me enseñó Andoni.

lunes, diciembre 18, 2006

Homer Simpson


Imanol me conecta a un mundo alternativo de internet, a veces no doy abasto con sus mensajes cargados de fotografías, chistes... Hoy me he reído con unos textos de los Simpsons. Ahí va una selección de la selección.

Yo nunca he sido un hombre de plegarias, pero si estás en el cielo, ¡sálvame, Supermán! - H.Simpson.

Homer: Puede tener todo el dinero del mundo, pero hay algo que nunca podrá comprar, Marge...
Marge: ¿Qué?
Homer: Un dinosaurio.

Yo no soy fácil de impresionar... ¡Mosquis, un coche azul! - H.Simpson.

domingo, diciembre 17, 2006

Dos guiños



Para Peter: Los últimos de Filipinas.
Inopinadamente. Hongos el 15 de diciembre, pequeños y abundantes. (Aclaro: no los recogí en Filipinas).

Para Mariana: ¡Australia, Australia!
Estaba Dios en el asunto de la Creación, el día sexto.
-Brote la tierra seres animados según su especie, ganados…”
-¡Ponele huevo´! –interrumpió el ángel hincha.
-Ga… nados, reptiles…
Dios se distrajo un momento y, ¡zas!, aparecieron correteando en la cancha del Edén el equidna y el ornitorrinco. (Y Dios los guardó en Australia).
Pero los dibujantes de héroes, descubridores de mascotas, publicistas o qué sé yo los encontraron. (Y así están las cosas en google, la Gran Enciclopedia de nuestro tiempo).

jueves, diciembre 14, 2006

Primero Venecia, luego El viaje de Chihiro



Los venecianos de pro caminaban en bañador y con el paraguas en la mano. Pensé que llevaban en vano el paraguas porque las aves no volaban a ras de tierra, como cuando se avecina tormenta. Por la tarde comprendí que, en Venecia, las gaviotas o los gorriones no podían volar a ras de suelo: con el juego laberíntico de callejas sería imposible el vuelo sin estrellarse contra cualquier pared. Las acrobacias de las aves son imposibles en Venecia.
Se desencadenó una tormenta de verano. Los extranjeros corríamos desordenadamente en busca del refugio de un alero, o de un bar... (Cualquier excusa es buena).
En la ventanilla de la estación me informé de los horarios y de los destinos de los trenes. La suerte estaba echada, el viaje caía hacia el lado del regreso.
Los viajes regalan lo mejor cuando renuncias a ellos. La segunda tormenta me sorprendió en el tren, entre la Venecia acuática de las postales y otra más terrestre y desconocida, navegando en el ferrocarril. Desde la ventanilla vi un espectáculo de grises plomizos, cendales de agua y casas flotando como fantasmas.
Viajaba solo y empapado en el vagón.

P.D.: La fotografía pescada de google está tomada con calma chicha. Los dibujitos corresponden a la película El viaje de Chihiro (y recuerdos a Viriartev)

Releíbles (¿9?): Bulgákov


Han sacado otro libro de Mijaíl Bulgákov (1981-1940): Relatos de Moscú, en la rara editorial Maldoror. Me duele un poco que los traductores o los editores no coloquen la tilde al pronombre mí, o que se la coloquen insistentemente al ti… (La lista de errores es demasiado larga). Pero al margen de esas manías propias de corrector ortográfico, reconozco al Bulgákov más satírico y veloz en estos textos. Un gustazo, por ejemplo: “Casa sobre ruedas” o “La momia egipcia”.
Además, hegémonos, releo El maestro y Margarita. Para mí una de las cuatro grandes novelas de la literatura rusa del siglo XX.
Que los lectores propongan otras tres.

martes, diciembre 12, 2006

La culpa toda


Piense en algo que esté mal en el mundo. ¿Ya?
Ahora busquemos al culpable: Bush, las multinacionales, la globalización, el capitalismo salvaje, el incumplimiento de los protocolos de Kyoto, la iglesia católica, los jueces, los árbitros y los entrenadores, los militares, la televisión, las drogas, los pesticidas, las grasas trans y el colesterol malo.
Encontró al culpable, seguro.
El mundo de la culpa no tiene ombligo. Y ahora que se ha muerto el dictador Pinochet, las televisiones del mundo aprovechan para enviar presentadores a Chile, para recordarnos en plena salsilla que él también tenía la culpa ahí abajo, a la izquierda, en ese país espinazo de Sudamérica.
(Por cierto, a la de Televisión Española la han zarandeado, le han arrojado objetos variados -y todo eso delante de las narices de los carabineros-. Además, los animosos defensores del difunto en ese tumulto nos han llamado a los españoles "huevones" e "hijosdeputa". Gracias, quizá así precedamos a los chilenos en el reino de los cielos).
¡Qué extrovertida es la culpa!
Hay, sin embargo, vastos espacios sin cobertura de televisiones, opinólogos ni nombres propios a quienes echar la culpa toda. Ahí dicen que campa el sida, ahí es noticia un terremoto o un tifón, ahí se extingue una especie de felino, por ahí castigan las sequías con hambrunas (que vemos en las campañas de Navidad y en los conciertos de rock), las masacres entre tribus que no conocemos, las guerras que ignoramos...
¿Cómo explicamos eso? ¡Ah, sí! Con bush (que por recurso repetitivo ha dejado de ser nombre propio), las multinacionales, la globalización…

P.D.: Si se buscan las imágenes en google con la entrada "culpa", abundan los dibujitos. Si se introduce "culpas", también aparecen los dibujitos; pero ahí enseguida asoman bush ¡e Ibarretxe! He optado por el colesterol, como tantas veces...

sábado, diciembre 09, 2006

¿Pastilla para qué?


¿Para qué/contra qué se debería inventar una pastilla?
Ayer pensé mucho en esto. Luego fui a cenar a un restaurante hindú.

P.D.: Imagen gugueliana.

viernes, diciembre 08, 2006

Olas


Olas, muchas olas en San Sebastián, y cientos de mirones equipados con ropa de alta montaña y cámaras digitales exclamando "hala" u "oh" (en vez de ola). La imagen no es de hoy ni de ayer, pero pronto se incorporarán a google muchas imágenes de este día de la Inmaculada.
Imaginad que, detrás de la barandilla, para llegar al nivel del mar hay, además, unos veinte metros.
Hala, oh, ola.

jueves, diciembre 07, 2006

Fue una bajada suave de Beleku


Javi (atención a su gesto de pisada elástica) y Lurdes I (premio a la sombra más larga). Al fondo, y borrosos, Álvaro, Lurdes II y Ane. Fuera de la imagen, por delante: Patxi, Ángel, Imanol y Eresfea. Día de mucha luz y sombras estilizadas.

lunes, diciembre 04, 2006

Caras de Modigliani, voz de los sueños


Desayuno amerikai tekercs y café con leche en Mozart, en Budapest. Después alquilo toalla y entrego la propina exacta al encargado de las cabinas de los baños. Me paso dos horas a remojo. Voy a la estación de tren. Hago cola sobre la baldosa refregada. Hace calor, la humedad es insufrible. Detrás de mí dos chicas cantan en español. Quico Veneno. En la ventanilla muestro un cartel con una palabra: "Venezia". (Sí, con zeta). La señora mira mi cartel y dice algo incomprensible. La chica de detrás se explica en español y en italiano, yo hago como que la entiendo un poco. Su amiga dice que a lo mejor soy francés. Me señalo la garganta y hago esas señas en las que me he convertido en un experto. “¡Es un mudo!”. “Ten cuidado con lo que dices, porque a lo mejor lee en los labios y por eso no ha entendido antes”. (¡Qué listas son!). “¿Tie-nes pa-sa-por-te?”. Les muestro el pasaporte. “¡Es español! No-so-tras so-mos de Lu-go. Las de Lugo me arreglan el papeleo. Sonrío y doy las gracias así, juntando las palmas como un niño en la primera comunión.
Salgo disparado del lugar.
Al atardecer regreso a la estación. Tomo un café y miro un mapa de Venecia. Entonces aparecen las de Lugo, me saludan con los labios y se sientan tan contentas en mi mesa. Piden cerveza. Ellas también van a Venecia y se prestan a ayudarme.
Despierto en la litera al amanecer. Las tres cuartas partes del cuerpo humano son agua, pero seguro que la cuarta restante es sueño. Las chicas tienen cara de estar heladas, con los ojos lívidos y las miradas hacia dentro: dos chicas Modigliani. No han dormido. Me dicen que los revisores les pidieron muchas veces los pasaportes y los billetes. Ellas me devuelven los míos, ellas se ocuparon otra vez del papeleo. Llegamos a Venecia. Son las nueve y media de la mañana. Las chicas se separan de mí sin despedirse.
Seguro que he hablado en sueños.

Dos haikus y algo de perros


Escribe Gabriel Insausti en Cristal ahumado:

Bajo el paraguas
tu voz me suena siempre
íntima y honda

Ladra a lo lejos
un perro solitario:
mensaje en morse

Escribo yo en prosa, en San Sebastián. Las calles más limpias que la patena, sin una mierda que pisar, los perros con línea de cosméticos y perfumes como Acqua Dogio, la oferta del 50% en los abrigos caninos... Que viene el cru…, frí…, du… invierno.

P.D: ¿A qué esperamos para emprender una “misión de paz” en esos países de Indochina donde comen perros?

viernes, diciembre 01, 2006

Poetas, ¡degollad!


Sí, hay cisnes blancos, grises o negros. El blanco del estanque remaba hacia mí con ese cuello largo y esa languidez que resbalaba/rimaba sobre el agua. De lejos, color de hueso; de cerca, crema, con plumas untuosas. Los cisnes grasientos no miran de frente (tampoco: los saltamontes, las ranas, los tritones, las serpientes, los gorriones, las palomas, las ratas). Sólo los victimarios miran de frente. Así calculan las distancias para las degollinas, para el mordisco preciso, para el golpe fatal. Cruzamos las miradas. La suya, dividida (quizá en verso), hacia la mano de un niño con hierba tierna, recién recogida al otro lado del alambrado.

(Siempre es más tierna y sabrosa la hierba del otro lado del alambrado, eso lo saben hasta las vacas vascas; pero las vacas, vascas o no, tienen un cuello recio).

Yo miraba de frente. No tengo por qué explicar el resto. Sólo diré que el guardián del estanque (quizá otro poeta madurado) también miraba de frente, y tenía la escopeta cargada con cartuchos de sal.
Hoy no hay final feliz, pero leo el último libro de poemas de Gabriel Insausti.