jueves, noviembre 29, 2012

F-Terminator

El cine nos amenazó con el progreso de las máquinas que conquistaban la Tierra y desplazaban a los hombres. ¿Os acordáis de Terminator? Pero quién iba a pensar que el salto evolutivo de la máquina sería pilotado (aerodinámicamente, eso sí) por la Fórmula 1, y que lo llamaríamos deporte.
¿Alonso, Vettel, Hamilton? Los futuros eslabones perdidos.

lunes, noviembre 26, 2012

Trompetas de la muerte

Trompetas de la muerte en sus últimos compases.
Tururú, tururú.
Las trompetas no estaban muy afinadas y algunas, por el tamaño, más bien merecían el nombre de trombones de la muerte. Son las Cratarellus cornucopioides: trompeta de los muertos, trompetas de la muerte, cuerno de la abundancia.
También había algunas Cantharellus cinereus: cenicientos.
La diferencia está en el color, el tamaño y, sobre todo, en las láminas.
Una buena cosecha recogida en el hayedo del Realengo de Aralar, el miércoles 21 de noviembre, día del del regreso de Patxi a la montaña y del anuncio del fin de la temporada micológica en los hayedos navarros.
Preparo tortillas negras de dos huevos. Y arroces trompetísticamente oscurecidos.

P.D.: No veía tantas trompetas de la muerte desde 2007.

miércoles, noviembre 21, 2012

Belkoain (492, 488) y Atxulondo

Saltos de agua en Atxulondo. Fotografía de Imanol.
 El sábado 17 de noviembre, nuboso y con viento sur, Imanol y yo llegamos a Andoain (centro) en tren. Tras el redesayuno, subimos a-lo-loco (modo reconocimiento/explorador) a Belkoain desde el barrio de Sorabilla. Ya en la cima doble (vértice geodésico, 492 m; collado con dolmen; y gran cruz con buzón e ikurriña de hojalata, 488 m), empezamos a rumbear con más definición: saldríamos hacia Zubieta. Eso implicaba elegir un valle. Antes de llegar a Arizkurutzetako Gaina, bajamos por pista hacia el nordeste. Descubrimos un caserío en un paraje precioso y bajamos hacia el norte y por pinar viejo al barranco Abalotz. Así llegamos, inopinadamente, a la ferrería de Atxulondo y su arroyo con cascadas dignas de Uruguay. (La verdad es que me acordé tanto del Salto del Penitente...). Un rincón perdido, y hallado, en una hondonada húmeda guipuzcoana (alisos y robles). Remontamos hacia la ladera este de Andatza. Sudamos de lo lindo para retomar una GR y pasamos entre desmontes enormes de obra (¿icineradora, ¿cárcel?...). Llegamos a Lasarte tras cuatro horas y media de marcha intensa. No cuento en ese tiempo los posados feográficos ni el almuerzo con rovellones (calientes en el hornillo), cabeza de jabalí, lomo, pan español y mandarinas. ¡Ah!, al camino nos vinieron a ver algunos hongos; nos entretuvieron un poco tambien y, al final, se vinieron con nosotros.

P.D.: Como Imanol tiene gepeese me pasa más información: 16.8 kms, 1.246 m de ascenso acumulado, altura  máxima  492 m.
P.D.2: Patxi, nos acordamos de ti.

martes, noviembre 20, 2012

El método rovellonesco aplicado al caso con burro

Un setal trabajado, ¿al siguiente? Agudeza visual: descubra los dos rovellones aún sin recoger.
Se eligen el pinar y las fechas adecuadas. De las fechas no diré mucho, porque el otoño es caprichoso según climas, hemisferios, suelos, orientaciones... Del pinar contaré que prefiero los de pino silvestre o rojo y los de pino insignis o radiata. Añado un detalle capital: el pinar debe de ser joven, cuando madura, a partir de los 30 o 35 años, se empiezan a recoger menos rovellones. Me gusta, además, recolectar los rovellones sin maleza, en la hierba corta. Para eso lo ideal sería un campo de golf, pero me conformo con el límite de un pinar joven con un pradera cuidada. Otra opción es el del pinar desbrozado por un burro. (O por varios burros si el pinar es muy grande).
El viernes 16 de noviembre me recibe el burro entusiasmado. Ya me conoce. Rebuzna y viene al galope (¡galopan los burros? Éste parece que sí). Me da unos topetazos mínimos con la cabeza. Quieeeeeto. Se coloca a mi lado y sigue mis movimientos. Recojo los rovellones por setales.  Hago un montoncito en cada setal. El burro olisquea las setas que he he rechazado por agusanadas. Algunas están partidas por la mitad. Da un bocado a una. La degusta. La deja. No es un burro rovellonero, como yo. Cuando me marcho, el burro me acompaña hasta la linde del pinar. Es un "hasta pronto". Le rasco un poco la cabeza, la parte de la quijada, y me voy con dos bolsones de rovellones. (No digo el peso para evitar persecuciones). Oigo su rebuzno de despedida.

Alrededor de Murumendi (868)

Otoño presente y Aralar al fondo.
Hacía muchos años que no subía a Murumendi. El 14 N me ajusté a los servicios mínimos de los trenes de cercanías y bajé en Ordizia. Subí en camiseta, pasé por pinares hermosos (los han dejado envejecer) y llegué a la cima de Murumendi (868) sudoroso. Después busqué inútilmente una cueva señalada por el mapa, seguí una de las variantes del Camino de Santiago, por el hayedo cercano de Murumendi. Ya estaba metido en una especie de circular de Murumendi y bajé entre castaños, pinos y roble americano... Por el rincón de los caseríos Lizardi (Lizardiko bidea), por el barrio de Urkia, con la mirada puesta de vez en cuando en la Sierra de Aralar. Fue un hermoso día de otoño y, cuando no miraba mucho Aralar, recogí la primera cosecha de ziza (Cantharellus cibarius)  digna de la temporada. Y rovellones.
En Itsasondo subí de nuevo al tren. La estación no tiene expendedor de billetes de tren y en ese servicio mínimo no hubo revisor.

miércoles, noviembre 14, 2012

El fracaso de la huelga general del 14 N

Hoy, 14 de noviembre de 2012, adelantándome a las comparaciones con huelgas pasadas, al margen de valoraciones sindicalistas adolescentes (como el parchís: comen una y cuentan veinte), despreciando incluso la valoración asociada al consumo eléctrico, anuncio: esta huelga ha sido de nuevo otro fracaso.
Las amas de casa (término que exige una revisión ya), el sector laboral más numeroso de España, el sector con menos conquistas sociales (¿horarios, vacaciones, remuneración, seguro médico, reconocimiento en el hogar...?), no ha seguido la huelga. Huelga decir que ellas no han seguido los dictados de los piquetes informativos que no llamaban por el telefonillo:
-Servicios mínimos, ¡eh!, el desayuno sólo y ya está, ¡eh!, que si no...
-Que si no qué.
¿Con qué se puede amenazar al ama de casa?, ¿con retirarles lavadoras, lavavajillas, planchas o sartenes con teflón?, ¿con meterles más horas extraordinariaso un ERE? Malditas insolidarias..., claro, como ellas tienen trabajo fijo y ("contrato") indefinido...

P.D.: Y esta noche, me arriesgo, la selección nacional de fútbol (¡La Roja!) trabaja en Panamá, y bien pagá.

martes, noviembre 13, 2012

Ayer murió Aristi

El señor Aristi murió ayer con 93 años, antes, mucho antes, enterró una esposa y dos hijos. Tuvo que sufrir mucho, pero nunca lo vimos cercano a la rendición. Jamás le oímos una queja. El señor Aristi vivía solo y tenía la mirada azul, limpia, puesta en los demás. Era un hombre bueno. Hace años empezó a usar el bastón. Un día de ascensor averiado, mi hermano lo vio bajar las escaleras de espaldas, hacia atrás, desde el noveno; hacia adelante no podía. La misa, el pan. Salía todos los días. Luego se pasó a las muletas, más lento, resistente. Empezó a usar la silla de ruedas hace año y medio, la empujaba una mujer rumana muy seria que le hacía la casa y le tomó mucho cariño (era inevitable). Dejamos de ver al señor Aristi hace unos tres meses (?). No queríamos pensar en que se moría y hoy lo entierran.
El señor Aristi dio en su vida ejemplo de bondad y fortaleza. Cuando muere un héroe sin salvas de honor, sin atrezo, tan callando, como el señor Aristi, parece que con él muere toda una estirpe superior, forjada a golpes; con él muere un tiempo.
Los secundarios quedamos aquí abrumados de golpe ante su ejemplo; descolocados; anacrónicos; con la sensación de haber sido deshauciados. Y sólo queda decir: yo tuve la fortuna de conocer al señor Aristi.

lunes, noviembre 12, 2012

El otoño era esto

Últimas rúsulas en el bosque.
 Y he pensado en vosotros cuando Pilar, Ángel, Imanol y yo lo recorríamos con la mirada lenta. Y también en vosotros que conocéis más el otoño de fotografías, imágenes de televisión y películas de EEUU y Canadá; y en vosotros, que siempre me decís que el otoño es vuestra estación favorita, o que vayamos (¡no vallamos!) al bosque a ver el otoño cuando es tarde, después de haberlo visto en los minutos de basura de algún informativo de televisión; y en vosotros, avariciososssssss, que lo habéis asociado a la cesta llena de setas (y castañas); y a vosotros, que estáis cobrando por usar una pista "privada" de acceso a Irati (hala, al negocio, seguid, seguid haciéndolo, que en la prensa y la televisión os hacen la publicidad gratis), y...
El otoño (se) fue anteayer, como quien dice, 10 de noviembre de 2012, en un paseo de  tres horas con salida de Gorriti y llegada a Leiza, con el paso por las cimas de Guratz (955 m) y Axuste (851 m). Y eso..., que el otoño ilumina la memoria, que me acordé mucho de todos vosotros, y que aquí tenéis muchas fotografías para que hagáis clic y crezcan. Para que crezca en vuestro imaginario el otoño, y os agazapéis como felinos con los omoplatos (ὠμοπλάτη) juntos, a la espera, hasta el año que viene.



Senderuelas, champiñones, pie violetas y setas de cardo

Trabajos senderuelísticos.
Leo el título de esta entrada y pienso en la Evolución de las especies vinculada a la permanencia de los nombres de las setas. ¿Sobreviven los nombres más fuertes? Senderuela (Marasmius oreades) se ha impuesto a ninfa o carretilla; champiñón (Agaricus arvensis y macrosporus), a bola de nieve; pie violeta (Lepista personata), a tricoloma enmascarado; seta de cardo (Pleurotus eryngii) a oreja de cardo. Y no sé si son más fuertes..., pero hay algo de afectación en ninfas, bolas de nieve, tricolomas enmascarados u orejas de cardos.
El viernes 9 de noviembre, Leticia, Julia y yo metimos senderuelas, champiñones, pie violetas y setas de cardo a la saca. Una buena cosecha de pradera.


jueves, noviembre 08, 2012

Cuando rovellones... ¡rovellones!

Rovellones en plena actuación, justo antes de oír el "¡coooooorten!"
Hace meses que miro los pinares guipuzcoanos desde lejos con ojos de recolector. Desde las cimas oteo este o aquel perfil de pinar "productivo" y marco en el gepeese de la memoria los lugares que tengo que visitar solo en la quincena mágica del rovellón (Lactarius deliciosus). Ayer, miércoles 7 de noviembre, fue el día: emprendí el camino de Caperucita, pero sin mi cestita, zigzagueando monte arriba y abajo en una ruta nada casual. Con salida de Andoain y llegada a Anoeta, pasé por la cima de Belkoain, por Aduna, por Zizurkil, por Asteasu... En seis horas de marcha, enlacé los hitos de mi memoria en dos mapas, examiné pinares viejos y jóvenes, vi a mucho seterosexual (fracasado) que se acercaba con cestita por el camino de los lobos (los coches aparcados en las curvas de las pistas hábiles).
Llegué a la estación del tren en Anoeta con dos bolsones llenos. Hoy puedo decir que ya tengo dos pinares rovellonescos para los tres o cuatro próximos años. Sin huella humana recolectora. Serán refugios de futuros momentos de felicidad.

Cuando rovellones..., rovellones. Aunque no dejé ahí los pie azules (Lepista nuda) pistonudos ni los hongos (Boletus edulis).

P.D.: Sí, sí, ya sé, guipuchi robasetas robando en su propia casa...

domingo, noviembre 04, 2012

Viento sur en Eguzkiko Muñoa (1.083)

Aralar desde Eguzkiko Muñoa. Fotografía de Pilar.
Asun, Pilar, Ángel, Imanol C. y yo subimos el 3 de noviembre a Eguzkiko Muñoa pendientes de las lluvias prometidas. Después de las heladas y del viento sur secante, llega el sur húmedo al bosque de Leizalarrea. Las setas están marchitas, decoloradas. Algunas rúsulas, gamuzas (Hydnum repandum) aquí y allá. El hongo (Boletus edulis) testimonial con el canto del cisne del hongo en este otoño de Leizalarrea: despedíos, después de un mes y medio de alegrías recolectoras en el hayedo, se acabó.
Caminamos sobre montones de hojarasca diseñados por los remolinos del viento. Recogemos las que se suponen últimas castañas de la temporada. Apenas chispean unas gotas de lluvias lejanas que nos trae el viento. Llegamos secos a Leiza.

P.D.: Desde el 11 del 11 del 11 hay un buzón nuevo en Eguzkiko Muñoa. Lo llamaré Iñaki.
Fotografía de Pilar.

Larrangoiti (1.126), Atxuintxa (1.169), Trango (1.182), Zurkuntz o Zabalenegi (1.212), Napar Basoko Punta (1.225), Urkitza (1.169): por el otoño de la Sierra de Urkilla

Salida del bosque hacia las campas de Urbía.
El día de Todos los Santos, conocido últimamente como de Todos los Jalogüins, Asun, Pilar, Patxi y yo fuimos al Santuario de Aranzazu, desde donde bajamos al barranco de Begiolatza para remontar, primero por la GR balizada, luego (un poco más allá del barranco de Txoin), loma arriba, siguiendo las señales del otoño y el capricho de nuestros pasos por rastros de seteros y de animales (cuadrúpedos).

Llegada a Naparbasoko Punta. Con mojón y vértice geodésico, sin buzón a la vista.
Hacia el último mil de la jornada: Urkitza, al fondo la izquierda, la salida boscosa hacia Urbía. 
Enlazamos un tobogán de seis miles de la sierra de Urkilla, desde donde terminan los molinos de viento hacia el Este: Larrangoiti, Atxuintxa, Trango, Zurkuntz o Zabalenegi, Naparbasoko Punta, Urkiza. Luego improvisamos por el hayedo para retornar a la GR que llega a las Campas de Urbía. Bajamos por el camino clásico hasta Aranzazu. Parada de café y buñuelos con crema, visita al santuario, coche y comienzo de la lluvia.