martes, marzo 26, 2013

Los peces no cierran los ojos

Lo mejor de la literatura italiana desde la Segunda Guerra Mundial tiene, entre sus personajes, niños que miran con la verdad de la inocencia el teatro de las relaciones de los adultos. Esa línea maestra persiste en Los peces no cierran los ojos, de Erri De Luca (Seix Barral, 2012).

Copio este fragmento (págs. 47 y 48) y ciao:
"Mi padre me llevó una vez, es cazador.

Me quedaba embelesado escuchándola, mirándole la cara, incluso la boca.
-Estábamos aún a oscuras pero ya cerca del alba. Se detuvo de repente y me dijo que me agachara, se quitó la escopeta de la espalda, se la echó al hombro. Me asusté, le dije en voz muy baja: no. Me hizo callar con un gesto brusco de la mano retirada del gatillo. Afinó la mira y vi yo también, desde el suelo, hacia dónde apuntaba, un par de cuernos anchos. Repetí mi no en voz muy baja, él hizo un gesto más seco todavía. Apuntó. Yo no podía hacer nada, ni cerrar los ojos ni taparme los oídos. Soltó un suspiro y mientras lo hacía dijo: "¡Bum!".
-¿Disparó? -pregunté yo, en voz muy baja.
-No, hizo bum con la boca y después bajó el fusil. No volvió a llevarme de caza con él. ¿Lo hizo por odio o por amor?
No esperaba una respuesta, pero se la di de todas formas:
-Yo creo que bum es amor.
Sonrió como cuando acaece la sorpresa de un recuerdo.
-Mi padre falta desde hace dos años. El otoño pasado, en noviembre, fui al cementerio. Hacía ya frío, no era época de mariposas. Sin embargo, una blanca se me acercó volando y fue a posarse sobre mi rodilla, donde él ponía su mano. Amo a los animales, saben de nosotros y nosotros nada de ellos.
Había en ella la firmeza que he reconocido en la voz de los ciegos."

P.D.: "Acaece", que no es poco.

lunes, marzo 25, 2013

Se me da bien

El hombre mide más de metro noventa y frisa los 45 años, camina con pantalón corto fuera de las sendas del parque, pero nadie se lo reprocha. ¿Quién reprochará a un hombre de más de metro noventa en pantalón corto que camine por donde a él le dé la gana en un parque? El hombre se acerca a algunos setos, a algunos arbolitos de hoja perenne, a algunos troncos con hiedra o zarzas, también se detiene en los taludes con algo de maleza. De vez en cuando algunos de esos ancianos habituales de su banco en el parque le han mirado haciéndole saber que lo vigilan, que es un extraño. Él ha respondido siempre con otra mirada... Quienes han visto películas de spaghetti western saben cómo va eso. La música es de mirlo, de petirrojo, de malviz... hasta ese especie de maullido del pavo real, no de Morricone, y no empiezan los tiros cuando cesa la música en el parque de Ayete, en el de Cristina Enea o en el de Miramón. Si preguntaran, el hombre respondería: busco nidos. Y si se atrevieran a repreguntar: "¿A su edad buscando nidos?". El hombre respondería: "Precisamente, a mi edad."
Pero el 22 de marzo de 2013 un grupo de niños interrumpió el juego, y uno de ellos se acercó al hombre y le preguntó:
-¿Qué haces?
-Busco nidos.
-¿Y has encontrado alguno?
-De momento dos. ¿Queréis ver uno?
De malviz (zorzal). En un tejo demasiado endeble para sostener al hombre y que él pueda fotografiar su contenido. Pero ha tocado antes el interior del nido y, sin ver, sabe que los cuatro huevos que ha rozado con la punta de los dedos son de color azul claro con pecas negras. Y ahora, con más de un metro noventa, puede aupar a los curiosos.

Y si alguien preguntara por qué busca nidos y no se conformara con "para encontrarlos", el hombre parafrasearía a O'Connor, cuando a ella le preguntaron por qué escribía cuentos: "Porque se me da bien".

P.D.: Pocas veces se puede usar el "frisar" con tino.

viernes, marzo 22, 2013

El don

Hizo balance. Y como era un pobre metafísico con sentido del humor, no se fijó en qué cosas poseía, sino en los regalos recibidos como persona. Era otro don nadie; no andaba sobrado de don de gentes, pero el don de la colocación sí que lo había resuelto a su  manera en el atrio de la iglesia, donde dominaba dos puertas a la vez. Una ventaja para la batalla cotidiana de la limosna.
-Dón-de vas con esa ro-pa -le reprochó una señora-, pero, pero...
Y él se acordó de su madre.
Al día siguiente, la misma señora le dio una bolsa con pantalón, camisa, jersey y gabardina nuevos, con las etiquetas colgando.
Cuando terminó la misa, él ya se había cambiado. La señora tenía buen ojo para las tallas.
-Señora, si no fuera por la barba abandonada y los zapatos..., me hago la raya y parezco... ¡un don Juan! -le dijo con alegría.
-Es una alegría verte siempre tan contento, Juan -respondió ella satisfecha.

miércoles, marzo 20, 2013

Adioses (con sur)

Adiós, Txindoki.
Adiós, Arrubi (1.318). Fotografía de Pilar.
El sábado16 de marzo, Asun, Pilar, Ángel, Patxi y yo salimos al monte con ganas de decir adiós al invierno, y en Larraitz nos empezó a sacudir el viento sur, ése que calienta la costa cantábrica con el efecto foehn, el mismo que, rasante sobre la nieve de Aralar, nos hace hablar de Alaskaralar, encapucharnos y perder el equilibrio.
No dijimos adiós a la primavera; sí a Txindoki  (otra vez será), a Gambo (otra vez será), a Arrubi (¡vamos, date prisa con la foto!). Disfrutamos de las raquetas y almorzamos al abrigo de una borda abierta en Elutseta

P.D.: Hola, primavera.

martes, marzo 19, 2013

Barrengo Muñoa (981) y Urepel (1.056): académicamente.

Cima de Urepel ante Peñas de Aya.
 El 8 de marzo, Patxi y yo emprendimos la ascensión al cordal del Barrengo Muñoa para terminar en Urepel desde la central eléctrica de Rezola, en Goizueta. La primera parte de la ascensión fue digna de Escher (no confundir con Messner).

Por las escaleras inclinadas de la central.
Luego: un episodio tan idílico como breve por un canal de aguas muy lentas, los problemas con los tojos invasores de caminos que figuran en los mapas, las pistas reformadas o nuevas por las talas... Sólo al final del cordal, en último tramo de llegada a Barrengo Muñoa disfrutamos del paisaje sin remozar recientemente por excavadoras u orugas ("plaga" mecánica).
La cima de Barrengo Muñoa está marcada por un montón de piedras bajo el bosquecillo claro de pequeños robles. (Sospecho que la persona que elige fechas clave para renovar los buzones cimeros de la zona de la zona actuará en esta cumbre menor un día de estos). Bajamos al collado de Usategieta con la estampa lejana de San Sebastián y la línea arenosa de las Landas apuntando hacia el norte en el mar. (A Patxi le entusiasmó distinguir con claridad las torres de Bidebieta).

San Sebastián desde el cordal Barrengo Muñoa Urepel.
En el collado de Usategieta (con refugio) íbamos a seguir la "arista" empinada y directa de Urepel para alcanzar la cumbre. Pero una senda por el abetal a la derecha (nordeste) despertó nuestro instinto explorador. Por esa senda (con una fuente estupenda del año 2002) llegamos cerca de Hirumugeta (o Hirumugarrieta), entre Mandoegi y Urepel. Allí tomamos la clásica GR de la vuelta a Guipúzcoa, con marcas blancas y rojas, pasamos por la fuente de la cara noroeste, pisamos nieve y alcanzamos el mojón de 1691. Unos pocos metros de desnivel por pradera y llegamos a Urepel, donde almorzamos. Volvimos sobre nuestros pasos hasta Hirumugeta, con el ánimo de seguir una senda nueva (¡más exploración!) de bajada a Goizueta. (De nuevo los mapas se convierten en aproximaciones. Desde las bordas de Baztarrola (?), bajamos por libre hasta... Desde ese "allí" aún anónimo para nosotros, yo recordaba otro descenso libérrimo y enlazamos primero con alguna huella animal, luego con una senda creciente, que desembocó en pista y, sucesivamente: asfalto, Sorotxiki, atajo ("bide zaharra"), cemento y el centro de Goizueta. Cafés y a casa.

Cima de Urepel ante las Malloas de Aralar y Txindoki.
 El domingo 10 de marzo otra versión, otra vertiente, de Urepel y Barrengo Muñoa. Cambiaron algunos montañeros pero permanecían algunos tramos y el gusto académico: limpio alguna maleza de las rutas, fijo en la memoria las rutas posibles y proyectos el esplendor de paseos futuros, sobre todo en julio y octubre (algún día quizá comente cómo investigo fuera de temporada dónde recogeré hongos en temporada).
¡Las torres de Bidebieta!", dije versionando a Patxi.
María, Pilar y yo subimos desde Ixkibar. Visitamos el órgano vegetal (enormes abetos apretados) de Izaieta y tomamos la rampa de la izquierda en Sarasain Bizkar (primer tramo de pista nueva, navegable en coche), que se suaviza pronto (a partir de aquí, sólo todoterreno) en una pista que alcanza el refugio y collado de Usategieta. Ya con la altura más o menos ganada (866), enfilamos un ida y vuelta por senda y cordal a la cima de Barrengo Muñoa.
Disfrutamos de las vistas (otra vez) y volvimos sobre los pasos marcados dos días antes, por la senda que se introduce en la cara nordeste de Urepel y poco a poco conduce hasta Hirumugeta (o Hirumugarrieta).
Repostamos agua en la fuente del noroeste de Urepel, pasamos por el mojón de 1691 y alcanzamos la cima de Urepel.
María y Pilar hacia el abetal del nordeste, entre Urepel y Mandoegi.
Almorzamos allí, al abrigo del surazo y del remolino ventoso de la cima, entre de hayas y abetos. Y bajamos por el camino "del lobo" (el más corto, como saben los lectores sagaces de Caperucita) que enfila hacia el sur, entra al hayedo y atraviesa los restos de un yacimiento de mineral de hierro (aún brilla la pirita en las rocas rotas recientemente). En el último tramo, entre perozosos y remolones, bajamos sin atajos, fieles a la pista ancha hasta Ixkibar.
Cafe y caldos en Iruso. Y a casa.

jueves, marzo 14, 2013

Doctor, me he dado a la versión y al revisionismo

-¿Y cuándo empezó? -pregunta el doctor.
-Musicalmente..., hace años con Space Oddity de Natalie Merchant, y con el Elvis gordo. Pero era algo que tenía más o menos controlado hasta que Imanol me mandó el Gangnam style de Pocoyó y tropecé con Bohemian Rhapsody de los Muppets
-¿Los ma...?
-Los teleñecos, me emocioné al recordar nombres de personajes de ficción de los 70 que creía haber olvidado: ¡Ciriaco y Figaredo! Entonces esto fue más allá de la música.
-¿Cómo?
-La música me hizo recordar que antes... Ha visto El hombre tranquilo?
-Sí.
-¿Y Río Bravo?
-Sí... la de John Wayne. O sea, música y cine...
-Y más. Fue un comentario, doctor. Cuando Patxi cató la Kasteel Rouge en Pirineos y la comparó (emocionado) con un jarabe de la infancia que le gustaba mucho. Comprendí entonces que algo de esto me pasa hasta en la montaña. Le aclaro que la Kasteel Rouge es una cerveza de cereza.
-En la montaña, claro...
-Sí, nos pasa con la montaña. Pienso en cómo revisamos algunos recorridos montañeros y en las versiones de esos recorridos...
Bajada de Aritz, revisitada el 6 de marzo.
-¿Y qué más?
¿Que qué más? ¡Pero si esto da para un libro candidato al premio Desnivel! Y, además, he dicho "nos pasa". ¿Aburro al doctor?
-No, no, nada más; lo de las canciones y la montaña sólamente... -miento mirando hacia abajo, hacia la izquierda. Porque es bueno que el médico vea que mientes, seguro que se acuerda de House y hasta le caes simpático y te perdona que no vayas al psicólogo, al barman o al confesor. Ya tengo un diagnóstico antes de que me diga nada. Lo que tengo son años, memoria y tiempo para pensar. Y sigo pensando en la lectura de los cuentos de Cortázar, en el paladeo del hojaldre de las palmeras/palmitas bien caramelizadas, en la ruta de Punta Zarre, en una chopera que ya no existe, en...
Temo que esto me lleve al bucle infinito.

Francisco

Papa Francisco, inclinado ante la oración de los fieles. Muchos le llamarán Pancho (tiempo al tiempo...).

martes, marzo 12, 2013

El amor (pedestre) en los semáforos

Alguna vez escribí que la gente era más guapa o se quería más  (basta con ver a las parejas) en los puertos, en las estaciones de autobús y, sobre todo, desde Casablanca, en las estaciones de tren y en los aeropuertos. Pero hay un escenario de amor más cotidiano y que no necesita tanto viaje (y que eludí con dos formas negativas -1 y 2- y un bis): el de los semáforos.
En los pasos de cebra con semáforo es posible encontrar algunas parejas coordinadas más allá de las pistas de patinaje sobre hielo, los buenos alumnos de las escuelas de baile o del mus. Ese pie llevado al mismo tiempo, ese mirar compartido (¿vendrá algún coche que nos llevará por delante?, ¡"nos"!), esa coordinada llegada al final del paso de cebra, como si nada..., que me hace pensar en cuántos años, cuántos semáforos habrán cruzado con una juntura ante la que muchos patinadores, bailarines o muslaris se inclinarían, respetuosos. Porque la sincronía del amor supera a la de la disciplina.

P.D.: La fotografía me la envía Sergio, que reivindica el amor (motorizado) en los semáforos.

lunes, marzo 11, 2013

San Donato (1.493) y Heráclito

Volveeeeeer (...), las nieves del tiempo plateron...
 Volvemos a San Donato.
Pilar, Ángel, Patxi y yo ascendimos a San Donato el 2 de marzo por la ladera norte, desde Huarte. El día soleado invitaba a la contemplación y al recuerdo. Nos acordamos de los ausentes (he ahí algunas palabrillas al pie de las fotografías). Almorzamos sentados contra el muro de la ermita, en el exterior, al sol y ante el paisaje nevado.


Por aquí se libró de subir Andrea...
Homenaje a Diana.
Recuerdo del ataque "conejil" a Asun.
Con el gran Javier volvimos una vez por el barranco de Leziza.
Por la proa de Ihurbain (la pista de despegue aterrizaje navarra para naves extraterrestres), al fondo, caminamos con Lucía B.

Y bajamos por donde habíamos subido, con la convicción que un camino de subida con nieve es muy distinto que el mismo camino de bajada con nieve. Así fue.

"La próxima tenemos que volver con Susana".

martes, marzo 05, 2013

Aixako zuloa y Lizarreta (536)


El 19 de diciembre de 2012 terminaba la temporada micológica (¿o no?) y avanzaba la espeleológica. Patxi y yo fuimos a Itziar, Guipúzcoa, para buscar y explorar la cueva de Aixako zuloa. Pocas cosas salieron como esperábamos. Entramos por el lado incorrecto de la depresión (geológica), que nos llevó a  una cueva sumidero (pendiente de exploración más profunda). El entorno estaba cubierto de maleza creciente, sobre todo zarzas, que Patxi castigaba con su podadora. Enredamos mucho para dar con la cueva, porque no accedimos a ella por el camino correcto. Eso sí, el hallazgo fue digno de película de Indiana Jones: una boca de cueva en un pozo de jungla (guipuzcoana). La exploración avanzó hasta los -50 m de desnivel. La cueva tiene un desarrollo datado de 8.000 metros, así que nuestra exploración apenas arrancó el recorrido, pero nos condujo hacia ese lugar sin posibilidad de avance para los niños.
Porque entre nuestros objetivos, además de conocer las cuevas, está que otros las conozcan.
Luego ascendimos fuera de senda (lapiaz enmarañado) el último tramo de la cima de Lizarreta. Fue un error por el estado del terreno; un acierto, por el hallazgo inopinado de un setal de trompetas de la muerte.
Último tururú de la temporada micológica.
Buzón de Lizarreta.
Descendimos por la senda "normal".
La idea es juntar cueva y cima en una jornada. Ya veremos.

Canal, canalillo, canaleta y canalón: canal de Erretena en Artikutza

Por el canal de Erretena.
Hay un montañero que, ante la duda, dice: "Artikutza". Y después de mucha lluvia, clama dos veces: "¡Artikutza, Artikutza!". Así que el 22 de febrero salimos Patxi y yo a cumplir un recorrido por Artikutza en el que aparentemente no cabía más que el descubrimiento de un sel.
De Eskas seguimos la PR-Na 125 hacia Izu, por Pagolleta. Pero, cuando estábamos ante la cima del monte, Patxi me comentó algo de volver por los pasos de otra salida montañera (sin duda: tras una duda o tras mucha lluvia) cumplida con Pilar y Susana. Y fuimos tras los pasos de su memoria. Bajamos hacia el embalse de Artikutza, y mucho antes de llegar a la lámina de agua, cerca de donde se abre una pista a la derecha, desde el depósito (en desuso) de Lizarurdiñeta, nos encanalamos en Erretena, en la ladera sudoeste de Izu, por encima del río Urdallue. Caminamos en casi casi llano por un paisaje precioso, curioseamos en varias bocaminas (aún se ve alguna pieza curiosa de goethita) y pensamos en la palabra justa para el canal.
Canalito suena cursi. Canalillo... ¿Canalón?, ¡vaya!, el canalillo ha vestido con el aumentativo al pequeño canalón. Porque canaleta no es propio para definir lo que tenemos a nuestros pies, y canelones...


Era buen momento y lugar para el almuerzo celebrado con un tinto Gran Feudo y con una cerveza Pannepot antes de alcanzar la antépara, que no es realmente antépara, pero que nos elevó por las palabras más allá de donde terminaba el viejo canal.  (En realidad, de donde empezaba).
Subimos hacia el collado de Baraxar y alcanzamos la cima secundaria de Baraxar o Pagoxar, con crómlech. Estudiamos rutas futuras (¡trufadas de u!) desde Arantza y llegamos a Izu (835). Desde la cima, lanzamos el paso y volvemos como vinimos, a trote cuto (acelerados) hasta el aparcamiento de Eskas, seis horas y media intensas, con frío, pero con sol casi todo el tiempo.
(Lectura de pensamiento: teniendo Artikutza, no sé para qué nos vamos hasta...).

Crómlech de Baraxar
Cima de Izu.