martes, julio 28, 2015

La Chorrota del Aspe





La Chorrota del Aspe, la chorrota, como decíamos abreviando el 19 de junio Ángel, Patxi y yo, es uno de esos lugares de los Pirineos que generan extrañas filias (y fobias). Y fue el atractivo de un descenso tras la ascensión frustrada a la Llana del Bozo desde Candanchú (por los Calcinares, los lomeros de Esper...). La nube densa y ascendente del norte cubrió la cima y nos cubrió a nosotros. Así que almorzamos en el puerto de Aísa y bajamos por el barranco de Aspe.
Las rocas estaban resbaladizas en los pasos más complicados de la chorrota o, más bien, los pasos se complicaban por el peligro del patinaje (poco artístico); y, nada más entrar en Francia, la salida hacia la GR11 tiene varios desprendimientos crecientes en el barranco, esas mordidas de la erosión dificultan un poco más cada año el acceso a la senda de la GR11.

domingo, julio 26, 2015

Pico Gaurier (2 906)

Gaurier desde los ibones Altos de Campoplano.
Ruta pedregosa hacia el collado entre Gaurier y Piedrafita y zona de cresteo esforzado.
Cima de Gaurier (con hambre de montaña) ante Llena Cantal y Tebarray. Gracias, autodisparador.

Un regalo para los coleccionistas de perpectivas: Vignemale, el peñasco "enano"/sur del Gaurier, Infiernos, Piedrafita, Tebarray, Llena Cantal, Frondellas y Balaitús, Cambalés, Pequeña Facha, Gran Facha y Punta Zarre.

Pedí a Javier, del refugio de Respomuso, indicaciones para subir a Gaurier. Me dijo que no lo había subido, que su padre (Ursi) recomendaba subirlo por la otra vertiende la de los Azules (ibones). Pero la semana pasada había hablado con Pepe, del refugio de Bachimaña, y me había dicho que esta vertiente hacia el ibón de Campoplano era muy bonita. Así que salí de "descubrimiento"en san Cristóbal (10 de julio).
La ascensión al principio se comparte con la clásica ascensión al collado de la Facha, pero en el cruce con un arrroyo, antes de empezar al rampa definitiva a los ibones de la Facha, se toma a la derecha la ruta marcada con hitos hasta los ibones Altos de Campoplano. Luego la intuición montañera y unos pocos hitos guían por un camino con bastantes rocas, sobre todo en la lotería del tramo final (me tocó la pedrea...) hasta un collado (hito) que separa o une Gaurier y sus vecinos Piedrafita y Llena Cantal. Aquí cometí el segundo error del día y, aunque prometo que no cantó el gallo, sí que me puse gallito y me lancé a crestear. Fue una sucesión de trepadas y bavaresas para llegar a la cima. Y, en la "cima", el tercer error del día: el pico tiene un gemelo norteño, un adosado ahí, al lado, con su hito y ¿un metro más? Me asomé a un cortado que me pareció ya demasiado (estaba cansado de trepar y no me apetecía destrepar). Contorneé la primera cima y llegué a la verdadera cima del pico Gaurier. Ahí descubrí mi primer error: había olvidado la comida en la taquilla del refugio de Respomuso. Sin embargo, a partir de ese momento, las cosas fueron mejorando gradualmente: pasé a la falsa cima gemela sin dar la vuelta (subir siempre es más fácil); descendí unos 80 m (hitos que atribuyo a Pepe) hasta alcanzar la altura aproximada del collado y fui bordeando con cuidado la ladera de la montaña entre viras y algunos gestos de equilibrista; desde el collado bajé rápido; en el refugio me reencontré a la hora de la merienda con mi almuerzo, añadí una jarra de cerveza y soporté -estoico- la espera hasta la cena.

P.D.: Hasta los ibones altos de Campoplano, la excursión merece todos los parabienes imaginables. Y, desde allí, la opción de la Facha, o del Pico Campoplano, o el paso por la Forqueta hacia los Pecicos abre muchas posibilidades para futuros "descubrimientos". Me parece, además, que se podría atacar (sin violencia) Gaurier por la izquierda, por el barranco entre Punta Zarre y Gaurier.

sábado, julio 25, 2015

Frondella (más o menos 3 060)


El 9 de julio subí solo a Frondella, por la vía más directa que parte del refugio de Respomuso. Iba dispuesto a meter manos en la ascensión, pero en el refugio me dijeron confianzudos que se subía andando. Luego preguntaron: "¿Llevas crampones?". Llevaba, y los usé en una pala, después de la pedrera ingrata a la derecha del contrafuerte Ledormeur. Me quité los crampones y opté por trepar (I+ II...) a la izquierda de la empinada canal de acceso (aún con nieve bastante dura). Salí a las Frondellas, que son varias, y en la cima más alta miré mi altímetro deseoso de llegara a una conclusión en el misterio del sube y baja de la altitud de esta cima. Alpina da (Panticosa Formigal, 1991) 3 069 metros; Angulo, tres años después, la eleva hasta los 3 071 (Pirineos II, 1994); Alpina la vuelve a encoger (Valle de Tena 2008-2009): 3 049. Mendikat da 3 060; y la conclusión es que mi altímetro tiene la fiabilidad de una patata.
Bajé después a los Arrieles (ibones) y, por la ruta de la tubería que "mantiene" la altura, volví al refugio.

Buzón pioletero de Frondella.
Y ésta era la panorámica de un jueves desde la cima:




domingo, julio 19, 2015

Peña de Xuans (2 838)

Vista del Serrato y de la Peña de Xuans (el obús de la derecha), cuando el sarrio nos chistó. 
Cambio de perpectivas. El 5 de julio miramos desde la ladera del Garmo Negro hacia la Peña de Xuans. El 6 de julio alcanzamos la cima de la Peña Xuans. Tiene un par de pasos I o I+, hay que apoyar mano(s), con algo de roca descompuesta. Pero es una montaña secundaria preciosa.

Vistas casi desde la cima de Xuans, ante Labazas, Baciás, Tablato Piniecho...

Aguja de Pondiellos (3 011) y Garmo Negro (3 051) desde Bachimaña

Subida final al Garmo. Se trepa (aunque parezca inverosímil) con facilidad por la izquierda del estrato marrón alineado verticalmente con el montañero.
En plena trepada, con la Aguja de Pondiellos cercana.
La mayor parte de la gente sube a Garmo Negro por la normal, desde los Baños de Panticosa; algunos, desde el mismo punto de partida, llegan al collado de Pondiellos, desde donde, tan rampantes, acceden a la Aguja de Pondiellos y al Garmo. Esta segunda opción es una ruta preciosa, que mejora si se parte desde el refugio de Bachimaña (se ahorran unos cientos de metros de desnivel). Los guardeses del refugio marcaron con hitos el recorrido y merece la pena seguir ese intento de senda, que, pasando por el ibón de Arnales, enlaza con la subida normal a Garmo por encima de la Mallata Alta.
El domingo 5 de julio de 2015 disfrutamos de muy buen tiempo.
Y, en la bajada, nos chistó un sarrio provocador.

 P.D.: Qué recuerdos.

sábado, julio 18, 2015

El momento de las flores

Las Malloas de Aralar en flor, el 7 de junio de 2015.
Asun, Lourdes y Patxi bajan entre los Chaerophyllum hirsutum (¡hala!). A veces el cuándo y el dónde encajan maravillosamente. Durante una semana al año, al final de la primavera, se puede bajar (o subir) entre las flores a Hirumugarrieta, por Larremear.
Y ahora, desde el verano y por obra y gracia de Wikipedia, conozco un montón de nombres para el latinajo de las flores: cañavera, cañuelas, cerofolio salvaje, gibláncano, gilbotes, perejil, perejil bravo, perejil de burro, perejil loco, perejil silvestre, perifollo, picos ásperos, silbatos. Me quedo con cerofolio.

viernes, julio 17, 2015

La Virgen y los Infiernos: cima de la Facha (3 005)


Sábado 4 de julio de 2015. Este verano, la figura de la Virgen de Lourdes de la hornacina de la Facha es de plástico (antaño era de escayola).

P.D.: Para el ascenso por el sur sobraban los crampones.

jueves, julio 16, 2015

Alondras (en el suelo)

Polluelos de alondra hambrientos.
Viajo vertiginosamente por la memoria hacia los orígenes del entusiasmo micológico, hacia las primeras setas. Estoy llegando al comienzo... Recuerdo rovellones (Lactarius deliciosus) a espuertas en pinares talados hace tiempo, y los Suillus luteus (que yo, ¡ay los latinajos!, llamaba esponjodium); recuerdo gigantescos Agaricus macrosporus de junio asados a la parrilla; Boletus edulis y Amanitas caesareas en abundancia; las Armillaria mellea en un jardín del colegio; Cantharellus cibarius entre hayas; recuerdo las setas de chopo (cuando eran Pholiota y no Agrocybe aegerita) de un tocón cercano a una huerta, que un buen hombre regaba para mí; y, al principio, setas de cardo (Pleurotus eryngii). No, ni siquiera setas, una seta de cardo chuchurrida. Entonces recuerdo que antes, en verano, también buscaba por ese mismo suelo de la seta de cardo. Nidos de calandrias y totovías. Y pienso en que mi padre optó por el suelo porque era más fácil enseñar al niño los nidos que en los árboles o los arbustos.
Y por eso, el 30 de mayo de 2015, más de cuarenta años después, es tan fácil encontrar los nidos de alondra en Aralar, también en el suelo, cuando se buscan perrechicos o senderuelas.

miércoles, julio 15, 2015

Punta Escarra (2 751)

Desde la punta Escarra, con la mirada puesta en el ibón de Bucuesa.
El último día de la primavera, Ángel, Patxi y yo ascendimos a la Punta Escarra desde Canfranc Estación. Después fuimos al refugio de Ip a dormir. Esperábamos estar solos y nos juntamos diez montañeros.

Pala de Ip (2 779) y la tentación del descubridor con cámara de fotos

Tramo final de la Pala de Ip.
INTRODUCCIÓN
Seguro que conocéis a alguien con el gustillo del descubridor. Es algo natural en los niños, quizá porque forma parte del juego del aprendizaje de la vida. Cuando uno descubre algo, no importa que todos lo conozcan a su alrededor. (Recuerdo mis electrizantes descubrimientos del enchufe o de las tripas de la nevera). Al niño que fui (que sigo siendo) no se le pasó por la cabeza que otros ya supieran que no convenía meter los dos dedos en esos agujeros o que la comparación entre el arpa y el entramado de la trasera de una nevera terminara con un improvisado pelo punk. El caso es que ese egoísmo descubridor se extiende a lo largo de la vida: descubre uno el amor, la muerte, la paternidad o la maternidad, el desodorante..., como si nadie antes hubiera pasado por esos trances.
Abundan los descubridores espaciales (en la Tierra) y pedestres. A mí me pasa. En cuanto creo que tengo más o menos dominado ese egoísmo del descubridor viajero, encuentro una montaña, un rincón, una senda... y brota la tentación descubridora (con tanta facilidad) y necesito dar la buena nueva. Todos habéis conocido la emoción de alguien que os cuenta no sé qué de París, o de Moscú, o  de Río de Janeiro, como si fuera Colón o el doctor Livingston (supongo). Y esto me hace pensar en la cara que pusieron los indígenas cuando vieron a ese tipo en la playa descubriendo su isla y, por extensión, un continente. Recreo esa imagen del cuadro o de película con un Colón y un grupito de elegidos de la tripulación (para el cuadro, para la película). Colón arrodillado en la playa, un fraile (el único cuyos hábitos no pasaron de moda), unos soldados con casco, el pendón de Castilla... Y los indígenas, fuera del plano, preguntando: "¿A ver, piltrafilla, que tú has descubierto qué? Anda, aséate un poco, que hueles a pince".
O cuando se descubrieron las cataratas Victoria. (Siempre he imaginado a unos pescadores recelosos mirando a de soslayo a Livingston: "¿Qué se le habrá perdido a ese pálido por aquí?").
Así que trato de dominarme con los escenarios, los paisajes, las rutas. Pero entiendo que ahora el descubrimiento, en parte, es como antes: no tanto encontrar algo nuevo, sino encontrar algo nuevo para muchos que no lo conocían. O sea: mostrárselo a los demás. Y ponerle un nombre nuevo. Colón fue descubridor cuando volvió al reino de Castilla y se fue a Barcelona para celebrarlo. Livingston, cuando salió en la prensa. O cuando (este tipo de cosas que se aprenden en las películas) se lo reconoció la academia de turno británica de Su Majestad Imperial y pimpampún.
Resumiendo: el descubrimiento geográfico es algo íntimo (como el descubrimiento infantil), algo que se hace público a mucha gente que no lo conocía (¡tan fácil hoy gracias a la popularidad de la ignorancia y a los medios digitales...!), y algo a lo que se pone un nombre nuevo.
(Confesión. En una escala infinitesimal, he padecido ese triple regusto descubridor en las Malloas de Aralar. Afortunadamente, vino el señor Juan Mari Ansa a ponerme en mi sitio con la publicación de Las Malloas de Aralar).

EL ASUNTO
El domingo 21 de junio, Ángel, Patxi y yo estuvimos en pala de Ip, y en Tronqueras, y en Moleta.
Ya tienen nombre, me dije para mis adentros. Domina ese impulso romántico que te lleva a sumar el momento (el momentazo) y el lugar, para caer en la tentación del descubrimiento egoísta. Y, ya de paso, recuerda que estuviste aquí otras veces, en otro tiempo, y sin cámara de fotos.