miércoles, enero 11, 2006
Subir
Balerdi es una cima que se baja. No juego con las palabras. El acceso por un emocionante cresterío en descenso estaría justo en la espalda de las paredes de la imagen.
Así que se llega por donde no se ve, y esto sí podría ser un interesante juego de palabras para presentar el libro de cuentos que he leído esta mañana: El gran sueño del Paraíso, de Sam Shepard. (Otra promesa de lectura veloz). Una buena dosis de realismo estadounidense para intentar comprender algunas permanencias de la naturaleza humana. Excelente.
Vuelvo a Balerdi. La fotografía oscura de Imanol muestra la cima que no logramos el 8 de enero. Nos conformamos con la cima anterior, Artubi, hasta donde sólo hay subida y bajada clásica, sin sutilezas. Nos venció la prudencia en un día color plomo: las rocas provocaban patinajes nada artísticos y la nieve parecía escupir algunas pisadas.
P.D.: Los amigos uruguayos que deseen saber más de este cerro pueden consultar a Juan Pablo, Jujy o Juliana. Probablemente cada uno dé una versión distinta del ascenso.
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4 comentarios:
Este tío es un fenómeno. Es un actor de carácter, el clásico secundario que abrillanta las secuencias; como dramaturgo está muy bien considerado entre la crítica; es un muy, muy apreciable guionista ("París, Texas", por ejemplo); y, encima, lo dice eresfea, un notable y profundo escritor.
Jo, yo de mayor quiero ser Sam Sephard. Porque además está casado con Jessica Lange (sí, sí, ya lo estaban durante las oposiciones a Correos que hizo la actriz, sí).
Quisiera subir contigo.
Pues yo he estado dentro de una montaña y llovía. Esta mañana he caminado un poco por el túnel abandonado de Huici, abierto hace casi un siglo para que pasara el tren de Plazaola. Con casi tres kilómetros, fue el más largo de España durante muchos años. Está construido en la misma divisoria de aguas, así que de una de las bocas del túnel mana un regatillo hacia el Mediterráneo y por la otra boca otro hacia el Cantábrico. Lo mejor: fuera hacía una mañana invernal espléndida, soleada, pero dentro del túnel caía un chaparrón atronador.
Decían que ese tren era el mejor modo de empezar un viaje de novios: circulaba a 10-15 km/h y el túnel tiene 2.700 metros. Calculad: daba tiempo ("para el beso más largo del mundo", dicen los paneles informativos, para no asustar a los niños, supongo, o para no incendiarles la imaginación).
Otros pasajeros se apeaban en marcha cerca de Irurzun, tomaban uvas de un viñedo cercano, trotaban un poco y volvían a subir al tren. (Había escrito otro verbo para las uvas, pero lo he cambiado por "tomar" en atención a los lectores uruguayos, para que no piensen que también los recolectores de uvas iban de viaje de novios).
Leí Crónicas de Motel de Sam Shepard cuando tenía 17 años. Y desde entonces, siempre que escribo sobre el desierto americano, incorporo un cartel de neón al fondo.
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