El verbo prometer sólo se usa ya como Dios manda en vez de jurar (“juro por mi conciencia y honor cumplir y hacer cumplir…”, o “…decir la verdad y nada más que la verdad”). Suena arcaico, ¿a que sí? El sustantivo, la promesa, ha quedado desfasado en tiempos de contratos, “copirraigs” y teléfonos móviles/celulares.
Pensad cuándo pronunciasteis esa palabra (promesa) por última vez, no quiero provocar invocando cuándo cumplisteis con ella.
¿Y qué decir del prometido?
"Lo prometido es deuda", dice el refrán. Que es casi como mi definición favorita de la física: “Frío es la ausencia de calor” (ahí queda eso, ya te puedes abrigar o ampararte en las sensaciones térmicas). ¿Deuda? Caca, caca, eso no se toca, niño, y más (menos, quiero decir) en tiempo de crisis. Nada de deuda, nada de promesas.
El prometido o prometida es la encarnación de la palabra (la deuda, el arcaísmo…). ¿Y cómo puede encarnarse precisamente esa promesa en un prometido, en una prometida? ¿Pueden coincidir prometido y prometida en las mismas coordenas de tiempo y espacio? ¿Existe la media naranja? ¿Y el medio limón?
Hay gente que promete, que se compromete; hay prometidos.
Soy un rancio, lo sé, pero me gusta: prometido.
P.D.: En la imagen, de Asun, flores verdes.
9 comentarios:
Ostrás, ayer escribí esta frase, a propósito de Ellis Island:
"novias que sólo podían entrar en el país si venía a recogerlas el prometido que había emigrado a América años atrás".
Lo cierto es que el refrán está equivocado. El correcto es "Lo prometido es duda".
Y, tal como dice Ander, además de lo prometido está el prometido (o la prometida). Eso ya tampoco se usa; hace tiempo que quedó desfasado, es de cuando yo era joven.
Puedo prometer y prometo, decía Adolfo Suárez. cosas de la transición.
Mi madre me enseñó que si se prometía algo, había que cumplirlo; y que jurando se ponía a Dios por testigo. Nos dejaba prometer pero no jurar.
Ya no prometo, es cierto. Pero cumplo si pienso algo. Así funciona.
En casa, mi madre decía que no se nos ocurriera jurar, que eso eran chorradas; teníamos que prometer. ¡Pues claro!
Sergio, yo recibí la misma enseñanza.
«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: `Sí, sí' `no, no': que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
Mateo 5,33-37
¿De verdad te puedes hacer todas esas preguntas por la mañana?
Sí, salto de la cama muy temprano.
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