miércoles, septiembre 21, 2005


Septiembre es tiempo de higos abiertos
Como los higos con piel, a veces con hormigas dentro. ¡Más proteína! Me encantan los secados por el sol, los que cuelgan medio pasos y picoteados por los pájaros. Desprecio el picor -como un pellizco de insecto- de esa gotita de leche en la parte más blanda del antebrazo, jamás pasaré la mano por los ojos con un gesto descuidado cuando devoro higos bajo la higuera.
El cuentito de Milton con la manzana me parece ridículo. (Adán-Eva-Manzana). La fruta del árbol del bien y del mal es un higo algo seco, con la piel cuarteada, picado por un estornino. (Adán-Eva-Higo).
Lo peor es que ya casi nadie recoge los higos en el árbol, se los comen los pájaros, caen y se secan, o se pudren. Algunos se abren como rosas con las primeras lluvias de otoño.

Hoy es el día de la primavera desde donde escribo esto (Montevideo), por más que los expertos digan que "entramos" mañana, 22 de septiembre. Pero en mi fuero interno arranca el otoño, mi tiempo de higos. Otro día escribiré de castañas. Y otro de setas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En los veranos de la chacra, compartía los higos con un lagarto. Después, se pasó para el bando de las ciruelas.

tan versátil como acústica dijo...

discrepo con los higos. engordan como el chocolate, y no le llegan ni al tobillo. mi madre no piensa lo mismo, y siempre que ve higos los compra. a mi hna le gustan también, pero con menor devoción.