El Pirineo navarro tiene, para mí, el encanto del anacronismo. A menudo camina uno distraído en la concentración por hayedos (sin peaje en las pistas previas) o cimas solitarias y huele el almizcle de un ciervo, encuentra el cobijo de una borda que no aparece en los mapas, o se topa con dólmenes o
miliarios romanos. Aún es fácil creerse en otro tiempo, cuando...
Y por ese "aún" fuimos, el sábado 13 de octubre,
Asun,
Isabel,
Pilar,
Álvaro,
Imanol,
Patxi y yo a Zilbeti. Subimos al collado de Iremendi y
lomeamos en suave subida a Zotalar. Desde allí y en un tobogán (animado por mi error norteador), alcanzamos la base sudoeste de Adi, en Lepotipi, con tiempo y ganas de almuerzo. Subimos a Adi contra la lógica del buche. Volvimos a Zilbeti por la pista que pasa cerca de Pilotasoro y desciende desde el collado de Lizartzu.
Hubo de todo.
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Un buzón castañero |
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Hongos (Boletus edulis) ejemplares. |
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Trofeo para la primera mujer que ascendió Adi. |
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Fotografía triunfal del grupo en el Adi con el Padre Patxi en el podio. |
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Zilbeti en el fondo del valle, Peña Izaga e Higa de Monreal en lontananza, anaranjado en el quitavientos. |
Y el temor a que este recorrido por parajes naturales no pueda ser un viaje al pasado en el futuro (un eterno presente), porque la amenaza de las canteras (dolomita y magnesita) se cierne sobre este enclave idílico de Zilbeti. Leed:
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3.
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