Pero es preciso explicar que emprendió la marcha solo desde su casa antes de las ocho de la mañana. No se puede pasar por alto este hecho, que marca una peregrinatio: el verdadero camino es el que parte del hogar, del kilómetro cero de cada uno, y a la hora que a uno le parece la correcta (eso sí que es libertad). Pasó por la cima de Jaizkibel (o Allerru), los primeros 547 metros ascendidos, con el clásico sobrepeso de agua en la mochila y añadió el acelerón para que los amigos no esperaran demasiado.
Recordad: "Dios hizo a Patxi resistente para complacer a
todo pichichi".
Ensayando posturas para futura portada de disco pop. |
Almorzamos en Tximistakurratua, frente al mar, con la banda sonora de las olas, recogimos karrakelas (bígaros), se juntó con nosotros el verano (para no abandonarnos en el resto del día) y ascendimos con la solana, sudorosos. Cerca del aparcamiento del antiguo del polígono de tiro, abrevamos en la fuente y salimos a la carretera (Km 6 aprox.), y pronto tomamos la senda en dirección a Jaizkibel por la loma cimera. Pasamos junto a las antenas y llegamos a la cima con el despertar de los insectos.
Patxi coronó su segundo Jaizkibel desde el nivel del mar en un día. Había remontado de nuevo los 547 metros, y alzó sus brazos victorioso por segunda vez. ¡Pero no en la cima! (donde los fatuos se congratulan), sino en la meta: en la llegada al coche, ya con la pierna derecha en falsete, con el gesto de Eric Liddell en el rostro.
Y con un descenso mínimo llegamos a los coches que nos conducirían
hasta las cervezas e incluso la tónica o el zumo de piña (que de todo
hay en la viña de San Juan, Pasajes). Algunos tiquismiquis dirán que la peregrinatio terminó en un bar, que Patxi ¿esqueestátontooqué? Pero eso, citando a Fabra,
es porque "no han entendido nada", que lo mismo que se construye un
aeropuerto para pasear y no para que aterricen y despeguen aviones, se sube cargado
dos veces en un día a Jaizkibel y se guía a los montañeros por parajes de
ensueño. Es lo que tiene la grandeza: no responde a razones muy
lógicas.
¡Volveremos a Jaizkibel!
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