miércoles, junio 04, 2014

Empatía

Amanecía cuando vio al hombre vestido de chándal en la parte más alta del arco del puente, cuando vio su gesto agotado, casi desencajado. La empatía es un don y él pensó en la desesperación del hombre que empezaba a auparse en la barandilla, que amagaba con proyectarse hacia el vacío: a la de una, a la de dos... El puente era modesto, el cauce ridículo, la altura suficiente. Y corrió hacia el suicida, y se abalanzó sobre él. El suicida gritó en el suelo con su salvador encima: "¿Estás loco!". El salvador respondía a destiempo también con gritos: "¡No lo hagas!, ¡no lo hagas!". "¿Que no haga qué?, ¡imbécil!".
 ¿Cómo distinguir al suicida del corredor que termina su entrenamiento con unos estiramientos? Es lo que tiene la empatía al alba, pensó el triste salvador.

2 comentarios:

Sergio dijo...

_Lo que haré cuando termine el entrenamiento, estirarme.
_Lo que haré cuando termine el entrenamiento es tirarme.

No es lo mismo.

J. dijo...

Echaba mucho de menos estos cuentos tuyos