¡Es tan difícil vivir en armonía con la naturaleza! Por la noche me despertó el pitido de un mosquito en el oído. No pude resistir y usé el insecticida. Fue como cuando encontré la cucaracha en el baño. Sé que comparto el ecosistema con estos insectos, sé que reniego contra los pesticidas… Pero en mi casa la carne es débil.
El desayuno con achicoria y salvado ha puesto un poco de orden en mi conciencia, he sentido el reflejo gastroduodenal y he corrido al baño. Vivo una extraña tensión cada vez que me siento en la taza, porque sé que debo comer con fibras, pero, al mismo tiempo, sé que las fibras producen más volumen de caca. Y, no me engaño, cada vez que cago contamino el medio ambiente. Me gustaría tener en el balcón de mi piso un compostaje, y dar de comer a muchas lombrices, y fabricar una tierra negra, íntima. Por el momento, como poco para cagar poco, y no uso papel higiénico. ¡Ah! Recuerdo cuando comprendí cuántos árboles del Amazonas o de la taiga había que derribar para que me siguiera limpiando. Entonces busqué papel higiénico ecológico, pero no había. Me temo que es otra conspiración de las multinacionales que nos alienan. Desde entonces me concedo tres pañuelos de papel, ni uno más.
Disfruto de las duchas breves con agua fría. Siento cómo se reactiva mi sistema sanguíneo, o muscular, o nervioso…¡Pero qué sistema, joder! He aprendido a no usar casi jabón, y no me importa que mi jabón ecológico no dé casi espuma.
¡Qué difícil es convivir con el medio ambiente en un buen equilibrio! Para ir al trabajo quisiera viajar en tren, en metro, en autobús… Pero los horarios y el destino no coinciden. Además, cuando viajo sólo en el coche me torturo pensando en los compañeros de trabajo que no quieren compartir viaje conmigo. ¿Por qué tanto egoísmo? Algunas veces pienso que habría que separar a las personas, como la basura.
En fin, como decía la canción: hoy puede ser un gran día.
8 comentarios:
Recuerda que los calzoncillos tienen cuatro posiciones y que, según la Unesco, cada posición puede ser usada cuatro días sin riesgo para la salud. Por tanto, basta con un calzoncillo cada 16 días. Cada 16 grandes días.
¡Gracias, eresfea! Me paro y aplaudo.
¡Ja, ja, ja! Se me caen lágrimas de los ojos. Digno de publicar en la tapa de un diario, o en la contratapa, donde se concentran los buenos lectores.
Cómo te entiendo.
Esta entrada me sacó la carcajada del día. Qué provocador, Eresfea. Excelente final.
¿Papel? Las manos. Para qué tenemos las manos.
Un día de julio caminando por los Picos de Europa:
Aita, tengo ganas de hacer caca - dice repentinamente Asier.
Venga, yo te ayudo - contesto.
¿Tienes papel? - pregunta.
No hace falta, tenemos helechos - respondo. ¿Te acuerdas? El año pasado también te limpiaste con los helechos.
¡Ah, sí! ¡Qué suavecitos son! - y deja colgando la o, acompañándolo con un gesto de placer.
Yo me lo creí.
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