La vida física discurre entre dos tentaciones: la de la mínima energía y la del máximo desorden. Gracias a la termodinámica nos parecemos mucho a una bolsa de canicas: esa tendencia a caer (a perder energía potencial) y a desparramarse por todos los lados.
Nos lo pide el cuerpo:
-el “Preferiría no hacerlo”, de Bartleby;
-y el apoltronarnos.
(Gran enseñanza de mi abuelo, que se sentaba para cocinar:
“Lo que puedas hacer sentau, no lo hagas de pie,
Lo que puedas hacer tumbau, no lo hagas sentau”).
¡Qué peligro vivir como canicas!
En la imagen la estatua del peregrino, sentau, frente al Hostal San Marcos, en León.
En este vínculo de Ander, un modelo (en singular) contra la tentación de la poltrona: Agustín Egurral.
P.D.: Otro caso, el ejemplo de Serapia y el saber mirar (y escuchar, y pensar) de Sergio.
3 comentarios:
Kapuscinski tiene unos párrafos preciosos sobre los amigos que perdió por culpa de las mesas escritorio.
Felicidades por echarte a andar en pleno temporal. Un
navegante me dijo un refrán francés que yo sólo sé chapurrear de memoria, porque no hablo el idioma: "Qui regarde la meteó, reste dans le bistró", o algo así. (Quien anda pendiente del hombre del tiempo, se queda en el bar).
La energía potencial se transforma en energía cinética (poltrona en caminata).
Sabio, tu abuelo.
"La energía ni se crea, ni se...". Pero hay que transformarla, Sergio, hay que transformarla, je, je.
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