jueves, marzo 04, 2010

La confianza



-Mira esa pradera -me dijo cerca de Besabi-, hay más biomasa en los veinte centímetros bajo el suelo que sobre ella.
Conté quince vacas mientras él seguía con el brazo extendido en dirección a la pradera.
-Qué curioso.
(Fruto de mi experiencia como corrector de escritura, sé que en los momentos "importantes" o "interesantes" lo último que se puede decir es "qué importante" o "qué interesante", a riesgo de zaherir el amor propio ajeno).
-¿Ah, sí?
Quizá sólo se preguntaba qué entendía yo por "curioso", pero a mí me pareció que dudaba de que yo supiera, por ejemplo, qué se escondía en el concepto "biomasa". Aunque él tampoco podía sospechar que en la báscula de mi imaginación ya se pesaban una montaña imaginaria y movediza de lombrices.
(Eso sí que era La montaña mágica).
El mundo de las interpretaciones tiene demasiadas posibilidades.
Entonces oímos cantar a unos pajarillos.
-¿Y ésos..., qué pajaros son?
Para mí, de golpe, la biomasa, subterránea y superficial, dependía del canto de los pájaros. Allí se decidía el concepto de curiosidad, mi credibilidad ante un biólogo, la posibilidad de elegir dantesco o kafkiano, o el valor de La montaña mágica, ¿quién sabe...?
Y las vacas como si na', pastando con cara de vaca biomasosa...
O sea: si no acertaba con los pájaros, todo se vendría abajo.
-¡Herrerillos! -dije confianzudo.
-¡Sí, señor! -exclamó con una combinación de entusiasmo y alivio.
Y añadió con confianza fraterna:
-Te enseñaré a cazar colémbolos.
Y entonces vi volar cerca a los herrerillos, que en realidad eran carboneros (y no tenían nada que ver con Sara).



P.D.: El herrerillo, arriba, está tomado de aquí.
P.D.2: El carbonero, abajo, está tomado de aquí.

1 comentario:

IMANOL dijo...

Hace tiempo que no veo ni carboneros ni herrerillos, será que no me fijo... Eso espero...