jueves, marzo 11, 2010
Árboles guía
No me refiero a aquellos cipreses que guían al cementerio, ni a los chopos que dibujaban el recorrido de los ríos (he escrito dibujaban, en pasado, porque me duele desde hace más de veinte años la tala de la chopera de Artajona para plantar álamo blanco importado, ¡argg!). Tampoco a los árboles que congregan por sus raíces: sean político-espiritutales, como el replantado de Gernika; embanderadas, como el arquetipo de cedro en la bandera libanesa; religiosas, como el árbol del conocimiento del bien y del mal del Génesis (libro, no grupo musical)...
Ni siquiera me refiero a los verdaderamente milagrosos, como la higuera. (Porque la higuera, cuando está cargada de higos maduros, es tan milagrosa para mi padre como para mí... Algo tiene que no podemos evitar acercarnos a ella).
Escribo de los árboles que marcan el camino en la montaña como lazarillos, algunos fijados a la toponimia. Tengo varios plantados en la memoria: el haya de camino al paso de Tacheras, para entrar en los Alanos; el roble que marca la orientación correcta para acceder por las Malloas a la subida del collado de Elkomuts, en Aralar; el fresno aislado entre Beloki y Tutturre... Y, ayer, miércoles de nevada en Hernio, Asun, Patxi y yo pasamos dos veces junto a Lizarbakarra (el Fresno Solitario).
Patxi lo abrazó.
Subimos Herniozabal (1.010), Ubeltz (1.016) y Aizpel (1.068) en medio de la tempestad. Bajamos. Hernio, monte de cruces.
Cruz de Herniozabal.
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1 comentario:
En cuanto he visto la foto lo he reconocido.
http://www.gentedigital.es/blogs/anderiza/22/blog-post/3247/lizarbakar-el-primer-mapa-de-la-historia/
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