Hace ya más de 10 años, en el master de periodismo de El País (de Madrid), un grupo de trabajo ideó un reportaje que respondería a la pregunta: ¿qué salida laboral tendrían nuestros líderes políticos si tuvieran que buscarse la vida como un ciudadano cualquiera? Así, prepararon un listado de las principales personalidades de la “clase política” de la época y elaboraron un currículo completo para cada uno de ellos. Sólo cambiaron el nombre del político famoso, y enviaron esos currículos urbi et orbi para buscarles trabajo. Los masterizables se esforzaron, pero el resultado fue un desastre. Había tres o cuatro posibilidades de empleo. Recuerdo dos: Esperanza Aguirre tenía esperanzas de trabajar como profesora de francés, Felipe González podía volver (con la frente marchita...) como abogado laboralista.
Los ministros y líderes de partido pasaban, en su inmensa mayoría, a la categoría de desempleados. ¿Sorprendente? Cualquier ciudadano español sabe que hay mucha carne (blandita) de INEM acomodada en un sillón político. Pero les dejamos hacer (y cobrar). Y ésta es la paradoja: sabemos que son legión los políticos inútiles que devoraría el darwinismo laboral. Pero los votamos y los votaremos, y luego nos quejamos.
No culpo a los políticos torpes. Si están a gusto así, ¿por qué van a cambiar? ¿Por la crisis económica actual? Ellos no padecen esta crisis, ni padecerán la siguiente. No van a cambiar, no van a asumir el esfuerzo de un cambio.
4 comentarios:
Que aprendan de Petro-Jon Imaz o de José Antonio Ardanzatel.
Qué excelente idea. Y en lo demás, claro, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Perdon por el clichè, pero es cierto.
Debo ser ministro en ciernes.
Excelente post!
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