El Achar, a la derecha del collado de Tacheras, aún con la capucha nubosa (paraíso de la ch).
El domingo 30 de mayo subimos el Achar (descartamos sobre la marcha el Rincón de Alanos, porque se metió la nube y no se distinguía la cima). Ascendimos seis, número que provoca algunas desconfianzas con la repetición, pero que funciona de maravilla para un grupo montañero: Asun, Lourdes, Pilar, Susana, Ángel (no caído) y yo. Entre las nubes bajas, Achar de Alano (2.099) parecía más difícil visto desde abajo. Cuando llegamos al buzón de la cima, las nubes se habían retirado y disfrutamos de ese rato con el paisaje vertical sobre el valle de Zuriza.
Dice Josema que el pico de los Monjes es el que da más por menos. Y reconozco que, si se concede una importancia capital al desnivel y la altitud alcanzada, puede resultar así. Pero los Alanos, sobre todo en invierno y en primavera, además de un desnivel muy asequible ofrecen impresiones montañeras de primera.
Tan sólo bajando: el paso del peñasco calizo al valle colgado donde florecen aún las prímulas entre neveros menguantes; y de la ventolera del collado de Tacheras al refugio cueva donde almorzamos tan a "gustico"; y de allí a las praderas de altura, el paso por el haya señal que orienta los caminos de tantos esfuerzos; y el paseo por el hayedo que este mayo vive simultáneamente primavera y otoño (verde tierno y marrón), por la helada que quemó los brotes verdes de las hayas tempraneras.
("Brotes verdes", sí).
El haya, y dos caperucitos rojos en descenso.
P.D.: El sábado, Asun y yo ascendimos Ezkaurre, subida por Arguibiela, bajada por Baines al valle de Belabarce. ¡Qué seco está el Ezkaurre!
P.D.2: Las dos fotografías son de Asun.
1 comentario:
Mmm, ¿el verbo achar hacha la hache?
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