Que un hombre tenga principios quedó algo desprestigiado desde los tiempos del pensador Marx (Groucho, no Karl). Tampoco parecen tan importantes esos principios si se comparan con los medios, con los finales y con los fines; y de eso hay mucho escrito gracias a la pregunta: “¿El fin justifica los medios?”.
Hemos comprendido más de las posibles respuestas a esta cuestión gracias a Fernando Alonso, ahora sabemos que la posición en la poole y la salida (los principios) no significan tanto como el banderazo final.
También podemos aprender en la televisión con ese anuncio de peregrinos a Santiago, inocentes condenados a la pena de muerte en EE UU, que ahora, bien vivos, terminan el Camino en Finisterre (aquel confín) y beben Aquarius con sed de justicia. Uno de ellos cuenta: “Cuando naces, todos a tu alrededor sonríen orgullosos y tú lloras. Ve y vive tu vida de forma que, cuanto tú mueras, seas tú el que sonría y todos a tu alrededor lloren”. Emotivo…, pero encuentro una rebaba de egoísmo, de “misión cumplida” y “el que venga detrás…, ¡que arree!”. Me gustan más estos versos del siglo XV: “Partimos cuando nacemos,/ andamos mientras vivimos,/ y llegamos /al tiempo que fenecemos; /así que cuando morimos /descansamos.”
Creo que aún se puede mejorar el final persiguiendo un fin más generoso para los demás hasta el remate (“¡Hasta el infinito y más allá!”). Conozco la historia de un irlandés que a su muerte dejó preparado el funeral (esto es lo que llamo previsión…) para los amigos: viaje en avión a Pamplona y hotel de media pensión durante la semana de juerga de los Sanfermines. Un fenómeno, eso sí que es distinguir el fin y el final.
Este funeral irlandés ha vuelto a mi cabeza por la línea que leí en un diario, otra manera de acercarse a la crisis irlandesa. Se daba cuenta de un dicho irlandés que, más o menos, se escribiría de esta manera en español: “Disfruta de la vida, que vas a estar muerto mucho tiempo”.
En fin, he aquí el punto final: “.”
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