martes, agosto 02, 2011

Cinco de cinco: Gourdon, Perdiguero, Corbets, Posets y Bachimala

En la etapa prólogo, Asun, Ángel, Patxi y yo habíamos dejado el coche aparcado en Pont du Prat (1.260) y habíamos subido al refugio de La Soula (1.700) por el paseo de las gargantas de Clarabide. Un recorrido precioso, primero por un bosque de abetos y luego por el cortado hasta las cercanías del refugio donde abundaban los arándanos. Así que hicimos el oso y comimos arándanos sin yogur ni tarta de queso.
(El refugio de La Soula es absolutamente recomendable).

Uno de uno. El 17 de julio esperábamos subir el pico Gourdon de camino al refugio de Portillón. El arranque de la jornada fue desesperanzador: llovía. A la altura del ibón embalsado de Caillauas seguía lloviendo y llegamos ensopados al collado de Gourdon. Entonces el cielo se abrió y ascendimos a la cima: 3.034.

Feógrafo en la cima de Gourdon. Fotografía de Patxi.


Apoyos en la bajada de Gourdon.


Hacia el refugio de Portillon, una vez superado el collado entre Gourgs Blancs y Gourdon.

Quedaban todavía para llegar al refugio de Portillon: un sube y baja, la niebla traidora y la confusión con los hitos de la HRP en el tramo final (porque hay varias rutas alternativas).
(El refugio de Portillon fue un gustazo).


Dos de dos. Desde Portillon a Estós. Subimos al collado superior de Literola y desde ahí, en una trepada por una cresta de bloques y algo de pedrera, alcanzamos Perdiguero (3.221).

El paisaje era hipnótico, pero el viento del norte gélido e iniciamos el descenso hacia el este.

Cuando llegamos al collado de Perdigueret, la cima ya tenía una boina nubosa y nos cruzábamos con montañeros que caminaban hacia allí. El descenso resultó cansino; primero por bloques, luego por una pedrera desbocada. Confirmamos que 1.300 m de bajada son demasiados para un tercer día; preferimos subir.

Tres de tres. En Estós se juntó con nosotros el quinto elemento: Imanol C. (No confundir con este quinto elemento). Tomamos la ruta que por los ibones de Batisielles conduce hasta el refugio Ángel Orús. Una vez en el collado sobre el ibón de la Plana, decidimos con optimismo sumar la prevista cima de la Tuca des Corbets. “Total…, son nada más que 200 m de desnivel más”. En la luz del resol, el viento traía de Posets copos de nieve finos. Por el lado norte hacía frío, por el sur las piedras estaban tan tibias...

Las antecimas de Corbets obligan a un tobogán que descarta el cálculo de los 200 metros. Un modesto hito de piedras señalaba la cota máxima de una cresta de bloques de granito.



Descendimos hasta la cabaña de Llardaneta y, desde allí, atajamos por el viejo camino de la conducción de agua hasta el refugio Ángel Orús. Algunos tramos estaban confusos o simplemente ya no existen como camino, pero preferimos no tomar la vía normal de bajada por una senda más empinada y rocosa ( o sea: trompicosa) al refugio.
(Qué poco se cena en Ángel Orús).


Cuatro de cuatro. Algún montañero había bailado la danza de la lluvia con la esperanza de que el 20 de julio no subiéramos Posets y llegáramos a Viadós por la ruta de Forqueta (al sur). Pero amaneció despejado y subimos por la ruta normal, esforzada pero fácil. En el canal a la sombra persistía un poco de nieve dura que sorteamos con precaución y sin crampones. La cima (3.375) ofrecía un paisaje inolvidable.

¿Qué es el valor?, le preguntaron a Esplá. «El valor es el sitio donde se pone José Tomás». Y la ilusión es la cima donde estaba Patxi.

Pero lo más esforzado estaba por llegar: la cresta de acceso al descenso por el barranco de Clot batida por el viento del norte.

El tramo que iniciaba el descenso abrupto con hielo y algunas manchas de nieve reciente exigió prudencia y tensión (a la vez). Y algo de alimento extra para recuperar fuerzas.

Así se rechaza (de una patada) una papilla elaborada con algo deshidratado que promete cerales y ciruelas, leche condensada y agua. El clic sobre la imagen permite ver cómo vuela la taza.

Y perseverancia. Bajamos por una laaaaarga pedrera (¡sí, de nuevo nos tocó la predrea!) recuerdo de un glaciar extinto y la llegada a la zona de pastos y pinares se celebró con el grito de Rodrigo de Triana: “¡Tierra!”.
(¡Qué bien se cena en el refugio de Viadós!
).

Cinco de cinco. A veces los desniveles engañan. El ascenso a Bachimala desde Viadós es mucho más fácil de lo que parece examinando las curvas de nivel en un mapa. El 21 de julio, además, la niebla nos impedía "sufrir" con la mirada puesta en la cima lejana. Así que subimos.


Y bajamos de Bachimala (3.174).


Epílogo. En la calificada prematuramente como etapa para "soltar piernas", dejamos a Imanol C. (el quinto elemento, ojo, insisto, no confundir con...), que regresaba a Benasque por el puerto de Chistau, y tomamos el camino de Viadós a Tabernés. Nos entretuvimos recolectando zizas en el bosque de pinos y al final, perezosamente, ascendimos la última cota de la travesía: el col de La Pez.

Es un puerto puñetero cuando falta chispa en los músculos y se ve ahí, tan cercano, y no se alcanza nunca. Pero al otro lado, al norte, no se veía nada envuelto en la niebla y la senda de la HRP bajaba en un inverosímil zigzag. Llegamos a Pont de Prat más vivos que muertos. No tuvo la misma fortuna el recental de sarrio que encontramos al inicio de la subida al collado.

1 comentario:

edp dijo...

Preciosas las fotos. Con el click en la imagen dinámica también se aprecia el cigarrito...
En mi pueblo toda la vida se ha llamado ráspanos a los arándanos, cuál fue mi sorpresa hará unos 5 años cuando descubrí que eran la misma cosa.