Silencio, el osito descansa. |
No pretendo hacer amiguitos en una peregrinación. (Eso no quita que en otras ocasiones haya trabado amistad, pero ése no es el objetivo). Y la primera semana de enero me vi otra vez inmerso en la situación de la “relación social” y el “buen rollito”.
El primer envite fue el 4 de enero, en Arzúa, donde un peregrino en bicicleta lo intentó sin éxito cuando coincidimos en el mismo bar. A ese mismo peregrino y a otros me los encontré de noche en el refugio de Portomarín. Dos de Murcia, dos canadienses y otro de Ciudad Real, que, gracias a Dios, no intentó ser mi amiguito. Los más peligrosos eran los canadienses de Quebec, que hablaban en francés con el francés y que pusieron Pink Floyd para todos.
El 5 de enero llovía en Lameiros, vi a uno de los canadienses, que pisaba mal, y le dije que había un bar abierto en Eirexe, dos kilómetros más allá. Entré en el bar. Entró en el bar. Tuve que traducir su petición. Se sentó a mi lado y trató de darme conversación. Lo peor fue cuando terminó su colacao. Ruiditos de cucharilla en la taza vacía, miradas desangeladas al canal latino en la enorme pantalla de televisión... Apenas le seguí la conversación, hasta mostré interés por Chenoa. No se iba. Chenoa seguía cantando, pero yo no me movería hasta un rato después de que él se marchara. Pedí otro café con leche. Él, después de un rato sin nada que hacer en el bar, se marchó.
“Nos veremos en el Camino”, me dijo.
Y yo: “Sí, seguro”.
Esa noche, en Melide, hubo un gran acuerdo internacional en el refugio para cenar pulpo. Yo huí antes de que terminara la veloz negociación. Cuando volví, fotografié la litera del canadiense. Me acordé, primero de Mr. Bean, luego pensé en el mérito que tenía cargar un peluche. Los peregrinos regresaron de madrugada, borrachos, felices, diciéndose cuánto se querían (sobre todo el francés, el canadiense conocido, un murciano y un alemán), qué bien se lo habían pasado y que tenían que repetir en Santiago. El francés insistía en pagar la bebida a todos en Santiago.
Al día siguiente, la noche del 6 de enero, en Arca, sólo quedaban el francés (la ventaja de la bicicleta), el alemán y el canadiense del osito. No quedaron para celebrar la juerga de Santiago. El francés de la bicicleta me dio conversación y yo, por educación, lo acompañé un rato; pero poco, que tenía que mandar un mensaje por correo electrónico a Sira. Cuando salía, el alemán me preguntó si iba a tomar algo.
"No, voy a escribir en internet".
El 7 de enero salí del refugio mucho antes del amanecer. El Che 4, un bar total, está abierto en Pedrouso desde las seis de la mañana. En el desayuno, con el café, te invitan con varios trozos de la bollería del día anterior (en lo de “total” incluyo pastelería).
En Santiago, encontré al canadiense del osito en la plaza Quintana, nos estrechamos la mano. De los otros peregrinos no había rastro. Él esperaba al otro canadiense.
9 comentarios:
Me recordás a un personaje de Kjell Askildsen, un viejo medio hermitaño que se escondía del hermano en los bares...
Sí, sí..., pero el bueno de Thomas F. tenía una hija que bebía su propia orina. Yo no.
(Reconozco mi envidia).
Cuando uno anda solo parece que tiene que dar explicaciones y después pedir disculpas.
Ahhhhhh...lo que no quieres es compartir tu tabla de pulpo y jarra de turbio ribeiro... no me extraña nada, con lo bueno que está.
Reconozco que algo de eso hay también, Imanol. No hay que olvidar el estómago...
un día perfecto no hace aire, el sol calienta lo justo y a mi me encanta sentarme en el banco de un parque a leer un libro, no oigo ni a los críos jugar, me sumerjo en mi lectura cuando... la madre de turno que se aburre se sienta a tu lado y te dice: no pensaba sentarme aquí pero estás tan sola...
-ya, pero es que me encanta estar sola.
Ya me han jorobado una tarde que parecía perfecta.
Ten cuidado, marruecos2008, que te señalarán como egoísta. Si en vez de "madre" hubieras escrito "tipo" estarías a salvo, tu apuesta es muy fuerte... ¡Una "madre"! Yo ahí sí que me rindo.
Saludos.
Qué bien se lo pasa uno leyendo estas crónicas.
Espero poder pescarte en la city antes de que vuelvas a las montañas. Viajo al mayúsculo Norte el viernes de noche.
Abrazo.
qué primera frase... si señor, y si lo dejas ahí, también te habrías explicado. Menos mal que eresfeayfuerte y no podrán contigo. Ánimo!
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