Diga la palabra trombo, y quizá por el efecto de la serie House en eso llamado inconsciente colectivo, o por toda la panoplia de cantares cardíacos, diremos: “¡Trombo maaalo, trombo maaalo!”.
Precisamente, uno de los tipos contemporáneos más estúpidos es ése con vocación (casi siempre inconsciente) de coágulo que molesta en las puertas. Gente que pierde el tiempo donde menos conviene, que, quieta o con un meneíllo de ameba, ocupa el espacio de acceso para la entrada o la salida de un lugar: la puerta.
No entran, no salen… Nos topamos con los trombos humanos en la puerta de un baño (obvio detalles), en la puerta de un supermercado (shopping) cuando vas cargado hasta los topes, en la puerta de acceso a una estación de autobuses cuando el tiempo apremia, en la puerta de un hospital... Basta con tener una urgencia para que formen como una legión romana en los accesos públicos (porque no se amontonan en sus propias puertas, no..., necesitan puertas de acceso público). Días atrás vi, otra vez, gente que entraba dolorida al hospital y trataba de sortear a estos pivotes de la mala educación. Cuando salía del hospital, los divisé ya desde el fondo de un pasillo. Allí estaban, obturando la puerta principal.
Y pensé que en la rehabilitación de los enfermos no estaría de más incorporar unas prácticas de rugby. Ya en la puerta con escalera, me acordé de mi héroe luxador, Seagal (Steven).
Sí, reclamo una saludable violencia contra estos mostrencos con mayoría absoluta de fumadores y vocación de trombo, un poco de la mala educación que ellos estancan.
5 comentarios:
¿Y qué hacía eresfea en el hospital?
De visita.
Por cierto, encontré puertas con el provocador cartel de "VERTEDERO".
Abrí una para curiosear cómo se mete un vertedero en una habitación. Encontré unas fregonas, un carrito y unas pocas bolsas de pástico atadas, parecían contener basura.
Te faltó agregar el molesto enjambre en la puerta de la Universidad.
¿Y los que están en las escaleras?
Hay puntos suspensivos, Merelo. Y estuve a punto de pegar la foto del enjambre en cuestión.
Por fin, gracias, es una de mis obsesiones en M. La gente no se aparta jamás y menos si te ven con bolsas (los de fuera sí y no me refiero a los vascos que vivimos en M). Ya tengo nombre para maldecir cuando tenga que sortear a las paisanas con los carritos de bebé (ayer eran cuatro en una calle estrecha) y a los coches que aparcan en la acera, en el paso de cebra... porque también hay trombos automovilísticos...en esta ciudad donde ayer, increíble, se alcanzaron los 26 grados. Menos mal que viene mi madre la semana que viene con el consabido taper de pimientos, uf, cogeré fuerzas para el cuatrimestre... Besos
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