Ese equilibrio inverosímil de saltito y cambio de pie para chutar/patear siempre mal el balón que se les ha escapado a los chicos. Y cuando lo haces bien, tienes cuarenta años y todavía te das la vuelta esperando que tu madre, o tu padre o tu hermano mayor lo hayan visto. Buscando el verdadero reconocimiento de la vida. Porque chutar bien un balón de esos destemplados es algo que deben ver los padres o un hermano mayor (algo que nunca vieron los tuyos).
Te pasas media vida tratando de acertar al balón y el día que lo consigues no te ve nadie. Porque nadie creerá al niño perplejo con el balón que le has encajado entre las manos desde más de treinta metros.
Entonces, además, comprendes que el padre eres tú, y que a ti te corresponde mirar, no ser el actor de la patada justa. Por eso te esfumas rápidamente, para que el niño no reconozca al padre de su compañero de equipo.
10 comentarios:
Cierto...
El reconocimiento a los grandes esfuerzos de la vida llegan cuando ya ha pasado mucho tiempo...pero la espera vale la pena.
Qué puntapié.
Todo llega en el momento justo. Lo importante es reconocer cómo y quién eres tú mismo.
Jo, qué bueno.
Muy bueno, Eresfea, ahora, no creo que con ese pie gigante de escalador hayas acertado...
P.D.: ¿Viste Batman? Por favor, decime que allá la pasan con los subtítulos.
Golazo por la escuadra. Este cuento tiene aceptación.
Salado, eso me gusta, cuando dejas ver tu filo de padre.
Gracias. Recuerdo un cuento que es una joya de Pechart, gol creo que se llama.
¿Acaso me estuviste espiando el sábado en la playa?
"Sé lo que hiciste el último verano", Sergio, je, je...
Merelo, ¿gigante mi pie? Bueno, bueno...
No, no vi la última de Batman. Pero romperé la tradición (no ir al cine en España) y me acercaré un día del espectador. Extrañaré el pop uruguayo.
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