Haitzulo, al fondo la salida al nordeste. (Foto de Imanol con cámara de GP).
Haitzulo, vista hacia el sudoeste. Fotografía de Pilar.
Orkatzategi. Al fondo, Orixol, y Amboto; abajo, el embalse de Urkulu. Fotografía de Patxi.
El domingo 4 de diciembre, Asun, Karmele, Pilar, Imanol, Jesus, Patxi y yo dejamos dos coches junto a la iglesia de Araotz (barrio de Oñate) y nos encaminamos hacia uno de los barrios del barrio, Urruti, donde ya confirmamos que Argi, setter de Araotz se venía con nosotros. Desde Urruti subimos un poco por pista hasta improvisar hacia el este, entre rediles propicios para las setas de san Martín, champiñones y senderuelas (aunque el tiempo ya pasó). Salimos, guiados por la fina orientación de Patxi, a la GR que alcanza Haitzulo, una espectacular cueva túnel, un ojo en la caliza por el que la mirada se abre al norte. Sin llegar a crestear, subimos después hacia el oeste a Orkatzategi (874) y descendimos con rumbo al sur y la meta puesta en el Andarto. Pasamos por Satikurutz Gain (830) y llegamos a almorzar al paraje de Aitzotz, entre hayas deshojadas, a pocos metros de la cima de Andarto Txiki (847), que quedó para después del chocolate del postre.
En la cima se resolvió la duda (¿subimos Andarto o no?), el GC (Gran Capitán) Patxi optó por la clasicidad y volvimos a Araotz en una circular de huida. Pero aún quedaba una sorpresita en el collado entre los "Andartos": justo al empezar la bajada hacia el sudeste, encontramos en la base del Andarto una cueva interesante para quienes no pasan de la talla 46. Allí, Imanol, Jesus, Patxi y yo nos deslizamos o reptamos (como lombrices o como serpientes, que cada cual juzgue en conciencia su propio estilo). La cueva tiene una entrada muy estrecha, un tubo de unos 8 metros (es difícil el cálculo tanto para lombrices como para serpientes). Se llega después a una sala alargada en la que se camina sin apreturas, y se sigue por lo que parece una salida de desagüe en un pasillo con zigzag. Un paso estrecho, que de nuevo obliga a pegar el pecho en la tierra, conduce a una hermosa sala con murciélago (el plural sería exageración para la crónica), estalagtitas y estalagmitas y hasta un lago venido a menos por la sequía heredada de los meses pasados. En ese lago muere la goma amarilla que como hilo de Ariadna anima a la exploración.
P.D.: Hoy he descubierto dos músculos dormidos tiempo ha: ¡los romboides! Dos, menor y mayor, aunque yo noto mayor (molestia) en el menor. ¡Y los serratos!, que hasta mi presente era en singular una cima de la zona de Panticosa, en Pirineos.
P.D.2: Imanol añade que la cueva para los de talla igual o menor que 46 se llama Txomen Koba Bekoa (de la revista nº 18 Karraitza pág. 27).
4 comentarios:
wow que lugares tan hermosos... la verdad me encantaria poder conocer esos lugares tan lindos.
Coñe, si que has puesto a Argi... me he quedado sólo con le párrafo de la cueva y los nombres nuestros en negrita...
Por un momento pensé que te referías a la talla de zapato. En fin.
Sergio, te tuvimos presente, y a Iñaki. Digamos que es una cueva para niños...
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