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En la cima de Arbarrain. La leyenda del cardo dorado... (suena a título de Tintín). |
El domingo 1 de abril,
Patxi nos llevó a
Asun,
Koro,
Pilar,
Álvaro, el redivivo
Ángel,
Imanol,
Patxi y yo de marcha, de marcha montañera. Desde Otzaurte, subimos con los coches a Beunda. La idea de
Patxi, sobre el mapa, era trazar un gran óvalo, aunque llegó a murmurar algo de una etapa "redonda".
Salimos con dirección sudeste, por pista, en dirección a Txurruko Punta. No alcanzamos la punta en cuestión, porque la primera meta era la cabecera del embalse de Urdalur. Y caímos entre pinos recién clareados para llegar a la pista que discurre junto al embalse. Desde el embalse, empezamos a subir con dirección a Arbarrain por una PR pintada sobre una antigua GR. La senda sube por la loma que cada dos por tres está cortada por la pista que zigzaguea hasta la antena de la cima de Arbarrain.
En la cima, con cuatro buzones y vértice geodésico (1.118), se encuentran las tres mugas (Álava, Navarra y Guipúzcoa), y desde allí seguimos fronterizos un buen rato entre Álava y Guipúzcoa con la mirada puesta en Aratz, al noroeste. Antes, en la ladera de Umandi (aclaro: montaña, no restaurante de Araia), entramos hacia el collado de Atabarrate. Y nada más salir del collado hacia el sudoeste, en el inicio (o final) de otra pista, encontramos un paraje adecuado (triunfó la democracia y el apetito) para almorzar.
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Por los "carasoles" de Allarte, provocando la sed. Al fondo se ve la peña de San Miguel. Fotografía de Pilar. |
Después evitamos la cima de Allaitz o Allarte, fuimos sedientos a la fuente de Iturrioz y seguimos hasta Azkosaroi
(lugar de grato recuerdo, almorzamos entre la nieve en el mismo lugar hace poco...).
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Borda de Azkosaroi, al fondo Aizkorri. Fotografía de Pilar. |
A partir de ahí, en descenso, alcanzamos la fuente de Ezkaratza, pasamos por la cueva túnel de San Adrian y junto al antiguo refugio montañero cerrado. Llegamos al paraje de Ubier, donde un nuevo parking ha solucionado aquellas apreturas clásicas de los coches a los lados de la pista. Y, ya por pista de cemento, dimos el último calentón a los pies. Cerramos el "óvalo" en Beunda, ocho horas de marcha.
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