Nieva 2 km después de salir de Rabanal del Camino, así que abro el paraguas y camino distraído con el paisaje. Paso a peregrinos que parecen hoy montañeros. Ascendemos a la Cruz de Ferro.
Viernes Santo (6 de abril primaveral) en la Cruz de Ferro. |
Entrada de El Acebo, en febrero de 2007. |
La publicidad crece en la entrada de El Acebo. |
¿Ponferrada? 7 km, más o menos... Demasiado cerca. ¿Cacabelos? Pero eso me exige llegar al albergue de Cacabelos, 16 o 17 km más. Me dicen que el albergue de Cacabelos está cerrado, y que además están en fiestas, pero 1,5 km después, en el albergue de Pieros: "Te van a tratar muy bien, es vegetariano". Resuelvo llegar a Ponferrada, ya veré qué hago.
Ponferrada es una ciudad fantasma la tarde fría y lluviosa de Viernes Santo. Tomo un café a las cuatro y pico, y decido continuar; en Camponaraya, otro café. Paso veloz por Cacabelos (¿el viento a favor?, ¿el efecto de la cafeína?, ¿el gesto aerodinámico?, ¿la enajenación mental transitoria?...). La velocidad es una impresión falsa, en el kilómetro final, en la subida a Pieros, llevo el combustible en reserva, las piernas atrancadas, los pies recalentados. He pisado mucho asfalto y acera en la entrada y salida de Ponferrada.
El serbal y la luna, el albergue de Pieros, es una maravilla (no haré más publicidad, quiero tener sitio en la próxima peregrinación). Nos hemos juntado una docena de peregrinos (franceses, suecos y españoles). Me preguntan cómo he hecho tantos kilómetros. Porque no pienso cuántos kilómetros voy a hacer cuando desayuno. Si por la mañana me hubieran dicho: "Hoy tienes que caminar 50 km". Hubiera respondido: "¡Anda ya! Ni hablar". El kilometraje me hubiera perseguido hasta la fatiga. Pero te pones en marcha y con pequeñas metas, en tramos de una hora o de dos horas, vas quemando etapas. Y cuando llegas a una meta comprendes que puedes más (o no), y sigues (o no), y en la siguiente puedes otro poco más (o no), y sigues (o no)... Pienso que el peregrino sale a caminar, no sale contando los kilómetros que cumplirá en el día. Las cuentas se hacen por la noche. O no, porque termino la jornada concentrado en los huevos duros sobre unos pimientos del Bierzo con ajillo que son para hacer la ola; y en el abundante cuscús especiado con ajo y almendras, con "bloques" vegetales (cebolla, zanahoria, calabacín); y rascando con la cucharilla donde no hay en el fondo del vaso de un yogur.
Después, parafraseando a Shakespeare en Hamlet, "The rest is silence"; o en versión de sala con literas en un albergue del Camino: nadie ronca.
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