miércoles, diciembre 05, 2012

Mallas no

Me dicen que me ponga mallas (acepción 5) para ir a la montaña como si fuera artista de circo o bailarina. Y no... Además, estoy seguro de que, si me enfundara las mallas, no me iría de rositas: me caería, me partiría una pierna o el huesillo del culo y hasta correrían por las redes (sociales) vídeos de esa caída y de mis apreturas.
Ese rechazo no puede ser sólo producto de una impropiedad o del temor al ridículo, debe de ser algo genético, dirá alguno. Para dar a ese alguno parte de la razón genética, contaré otra vez la batallita de EusebioLeonor, su mujer, le compró (un impulso) en los años sesenta (SXX) un slip. Cuando se lo dio, él lo sostuvo un momento en la mano y le dijo: "¿Qué es esto?". "Un braslip", respondió Leonor. "¡Pues ya te lo puedes poner tú!". (Eusebio, mi abuelo, vestía calzones hasta el tobillo los días más fríos del invierno).
Y, hala, ya os las podéis poner vosotros (las mallas);  yo no soy artista de circo, bailarina, personaje de vídeo de primera (o cuarta), Robin Hood de cine clásico, friolero (friolento)..., ni siquiera roquero. Que conste: me pongo el pantalón corto en cuanto hace buen tiempo sin afán de imitar al Angus de ACDC.
Mallas no.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que las mallas son para ir a trabajar, hombre (que hay que explicártelo todo).
Lo que hay que hacer sin falta es rescatar los calzones largos de Eusebio.
Bea

eresfea dijo...

Que no, que no, que no me engañáis... Las mallas son slips largos, ajustadamente largos.

Sergio dijo...

John Wayne o Burt Lancaster, tú eliges.