(Una entresaca para gente que no conoce la vocación laicizante uruguaya:
Día de la Inmaculada=Día de las Playas -100%-;
Semana Santa=Semana de Turismo -50%-;
Día de Navidad= Día de la Familia -0%-).
Buenos Aires está barato y mi vicio no es caro: se puede tomar café con la misma confianza que en España, Portugal o Italia; aunque no resulta de buen gusto mojar las medialunas (cruasanes). Se escucha a los españoles hablando con todas las ces y zetas dentro de zapaterías y tiendas de ropa. No sólo hablan, compran desmesuradamente, a juzgar por las bolsas que cargan.
De regreso en barco a Montevideo sentí que viajaba en el tiempo, que retrocedía cuarenta años: los coches, las calles, la apariencia de la gente... Caminé por la rambla con el crepúsculo veraniego. Impresionaba el filtro rojo de la última luz del día. Montevideo era una ciudad añeja y roja, volcada hacia la línea de la costa. Miles de personas miraron al unísono la puesta de sol. Algunos en grupo y con cámara de fotos; otros en pareja con postura de postal; los menos solos.
Tanta gente disfrutando la belleza simultaneamente me brindó la serenidad de una comunión: miré el sol, y..., y comprendí que a ellos les pasaba lo mismo.
Ese sol de ayer merecía la primera página de todos los periódicos montevideanos de hoy, día después de los muertos, pero...
Un nervio instintivo se me tensó, en cambio, cuando vi la legión de pescadores con cañas apostados en la rambla. El pescador rocoso y marítimo que llevo dentro (una de las facetas de mi naturaleza depredadora) los envidió, y se preguntó qué harían esos carnívoros con las corvinas.
Otro día pegaré la foto roja, cuando la revele.
2 comentarios:
Eresfea, compruebo que te has echado muchos amigos ingleses, que dejan comentarios sumamente interesantes en tu blog. Espero esa foto con impaciencia.
No sólo ingleses. Sospecho que la mayoría son estadounidenses, pero ya sabes, contactos que hace uno...
Publicar un comentario