Ruiz Mantilla, de El País (de Madrid), pregunta. Philip Roth responde. Yo copio del Qué Pasa, de El País (de Uruguay) parte de la entrevista publicada el pasado 29 de marzo.
-¿Dónde están los lectores?
-¿Dónde? Mirando las pantallas de sus computadoras, las pantallas de televisión, de los cines, de los DVD. Distraídos por formatos más divertidos. Las pantallas nos han derrotado. Ahí está la competencia, la dura competencia. La de las pantallas.
-¿Cómo deben combatir contra eso los escritores?
-No lo sé. No me lo planteo seriamente. Sólo le puedo decir lo que ha ocurrido: que han ganado la batalla sobre las páginas.
-¿Tampoco confía en el tan alabado "Kindle”, el libro electrónico que acaba de aparecer ?
-No lo he visto todavía, sé que anda por ahí, pero dudo que reemplace un artefacto como el libro. La clave no es trasladar libros a pantallas electrónicas. No es eso. No. El problema es que el hábito de la lectura se ha esfumado. Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura. Hemos perdido la guerra. En 20 años, la lectura será un culto.
-¿Y los lectores serán una especie de gente rara, de espectros?
-No, no, tampoco. Será un hobby minoritario. Unos criarán perros y peces tropicales, otros leerán. Como lo que es hoy leer poesía. Existen poetas, se les publica, pero los lectores de poesía son una minoría. Eso ocurrirá.
-¿Los escritores tampoco serán esas voces que cualquier sociedad necesita?
-Existirán. Pocos se ganarán la vida con ello. Pero no hablo del final de ningún género, como la novela, eso que se habla tanto. Hablo de la muerte del lector, lo que en Estados Unidos ya es un hecho.
Roth, el rival estadounidense pro Nobel de mi admirado McCarthy (no cuento al afónico Dylan), dice algo que no se terminan de creer muchos. La escritura en papel (libro, periódico…) no tiene futuro. Es el fin de la Galaxia Gutenberg, que auguró McLuhan. No consuela el convencimiento de que las personas necesitan historias, necesitan contar y que les cuenten para comprender y comprenderse, que el hombre es un ser narrativo… (García Márquez tituló la primera entrega de su fracasada autobiografía: Vivir para contarla).
En este contexto, me da vértigo la buena noticia del plan Ceibal en Uruguay, donde quieren entregar un ordenador portátil a cada niño (ya no es un libro…, un libro bueno). Viene Negroponte (el ideólogo del plan) a Punta del Este y el presidente Tabaré Vázquez habla de revolución, y yo le creo. Esto sí que es una revolución, y no la educación vareliana. Porque si los niños aprenden a leer en una pantalla, el libro o el periódico de papel será definitivamente un objeto de rancios universitarios, maniáticos, coleccionistas y fetichistas. Pasó el tiempo de quienes estudiaban caligrafía, tiembla el mundo de quienes aprendían tomando apuntes y leyendo de los libros.
P.D.: Hay que leer (todavía) “Por qué molestarse”, de Jonathan Franzen, en Cómo estar solo, editado por Seix Barral.
4 comentarios:
Alguien que sabe mucho de medios -y que no es de este hemisferio- vaticinó la muerte de los medios impresos en viente años.
Me alegro por los árboles.
Yo diría que gracias a internet se lee mucho. Pero la clave, lo que yace en el fondo de esa entrevista, es: ¿qué se lee?
¿Hay alguna posibilidad de que la lectura en internet se parezca a la lectura en libros?
Anonetoy, los árboles se convertirán en papel higiénico. (Que cada día somos más exquisitos...).
Ahí duele, Ander. Es una lectura diferente.
El ordenador incita a una lectura exprés...
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