En la playa de la Concha (y en la bahía de la ídem, conocida periodísticamente en el País Vasco con el prefijo “enelmarcoincomparabledela”) de los años 70 y 80, cualquier bañista formaba parte de un orfeón, el tipo con cara de idiota que meaba relajado con el agua por la cintura podía darte una paliza jugando al mus, y el boulevardier playero que se mojaba los pies por la línea de la orilla sabía francés. En aquel tiempo, incluso, se reconocía a los navarros por el bañador (dos opciones: Meyba negro o cualquier modelo de la temporada anterior); cierto, también ayudaba cuando gritaban “¡El Calipso, el Calipso!” (el del comandante flaco y buceador Cousteau) y señalaban el barco de excursiones Ciudad de San Sebastián.
Qué tiempos. Era cuando las bajamares aún dejaban un tesoro de coquinas para los niños, cuando pisar un xabirón marcaba la identidad de un playero de pro, cuando educábamos la cantera de pescadores en la piscina natural del Pico del Loro, cuando los pies se manchaban con galipot.
Ese pasado reciente fue. Hoy la playa de la Concha en verano está sembrada de medusas; a falta de moluscos, en la bajamar hay buscadores de objetos valiosos con detectores de metales, y es fácil descubrir por el paseo/rambla argentinos armados con cámara digital, felices, posando junto a cualquier cartel que la identifique. (¡Conchaconchaconcha!).
Ahora el galipot (galipote) se llama chapapote; los paseantes de la orilla responden en inglés (importante esta tilde) y muchas mujeres prescinden de la parte alta del bikini. A los ñoñostiarras sólo les consuela el mito/leyenda urbana de que las chicas donostiarras con el pecho verdaderamente hermoso no lo muestran (¿).
¿Quizá el cambio de playa llegó con el destape en los 80?
¿Fue con la muerte del delfín Pakito en marzo de 2003?
¿O quizá la seguidilla de victorias muy foráneas en las regatas de la Concha? (En 2001, Castro; en 2002, Castro; en 2003, Astillero; en 2004, D.R. Astillero).
(Creo que lo de Pakito fue un epígono. Sospecho, también, que no resistió la segunda victoria consecutiva de Castro).
Si hubiera que elegir una fecha para determinar cuándo cambió el escenario insignia y esencia de San Sebastián, yo apostaría por un suceso aparentemente menor en 1998. Todo depende de si ése (y no otro) fue el año en el que un hermoso día de septiembre mi mamá salía del agua (con bañador) y se cruzó con John Travolta, que entraba. Mi madre es muy nadadora, y espontánea, y optimista, y simpática (y podría seguir…). Le saludan hasta Alfredo Landa o Fernando Sánchez Dragó. Le saludan hasta las piedras. Pero, espero que se me entienda, en este caso no me hubiera sorprendido que fuera ella la saludadora del Travolta de Fiebre del sábado noche o de Grease. Algo del estilo: “Hola, Travolta”.
Pero mamá se sorprendió, y dijo:
-¡Huy, Travolta! –con acento donostiarra, o sea, sin demasiada exclamación para las exclamaciones.
Sólo era el gordo blanquito de Pulp Fiction.
Se mire como se mire, ese “Huy” fue una trasgresión para una donostiarra de pro, que debe escanear muda al famoso en una milésima de segundo, para, a continuación, no mirarlo más que en las películas.
(No, Travolta no llevaba un Meyba).
8 comentarios:
Felicidades de Ester, Juan, Fátima y servidor. Estos días azules y este sol de la infancia.
Ayer lo olvidé, pero dicen que todos los santos tienen su octava. Felicidades.
No soy mi hermano, sino la hermana de mi hermano.
Donostiarra, eres muy duro con tu mam� cualquiera puede tener un desliz. Huy, me olvidaba, cualquiera excepto un donostiarra ;).
¿Duro con mi madre? No puedo ni imaginarlo.
Muy bueno, Eresfea. Si empiezas una serie donostiarra, deberías ocupar ya el lugar de Mitxel Ezquiaga (o, bueno, que os publiquen a los dos).
En el Naútico me han comentado que ellos fueron los últimos en dejar el windsurfing en Donostia. Como causas del abandono citan que las condiciones son poco favorables en general, quitando unos pocos días (creo que se refieren sobre todo a la bahía de la Concha, pues dicen que Igeldo o Urgull tapa el viento). También comentan el cambio de hábitos o modas y, por ello, baja demanda de cursos y alquiler.
En el Atlético de San Sebastián me han dicho que el motivo del declive es el cambio de modas o gustos, que lo que se lleva el el surf, por ser más cómodo (menos voluminoso -y digo yo que posiblemente menor coste de adquisición, mantenimiento y almacenaje-).
En el Fortuna no me han sabido responder (creo que me ha atendido un chico joven).
Si uno camina por el paseo marítimo, sobre todo por la playa Zurriola o de Gros, ve que el rey es el surf (con su análogo bodyboarding). También se ve algo de kayak o piragüismo y, los últimos años, SUP (stand up paddle surfing o stand up paddle boarding, surf de remo). Esto del SUP también me lo ha comentado alguno de los anteriores. Aunque el kitesurf está ganando terreno al windsurf a nivel mundial parece que no es la (principal) causa del retroceso de éste último (creo que se ve muy poco kite en Donostia -sólo algún día de muy fuerte viento que en la Zurriola no se meten ni los surfers-).
Para hacer windsurf hoy en día (a no ser que tengas el equipo) en el Cantábrico parece que hay que irse a Laredo, ... Y, bueno, Tarifa, ... tampoco están tan lejos ... ¿O sí?
Hay otro lugar en las provincias que lindan con Euskadi donde se hace windsurf y kitesurf: el embalse del Ebro o pantano de Reinosa, entre Cantabria y Burgos. A sus orillas hay varias escuelas o centros que imparten cursos y alquilan material.
Publicar un comentario