Interrupción de Teleñecos en la ascensión, con elmarcoincomparable detrás.
El 1 de enero pusimos el cuentakilómetros montañero a cero. Patxi trajo al menos cuatro razones convincentes para que subiéramos a Ulía. Aportaré otras cuatro para acompañarle en su guía por el monte donostiarra:
-Ahorra horas de sueño al madrugón.
-Nos bajarían en coche.
-Haríamos chiste a costa de Patxi y la necesidad de oxígeno en esa altitud.
-Volveríamos al rancho del mediodía a tiempo.
Y subimos. Y bajamos (algo). Y subimos (otro algo). Y volvimos a bajar. Y... Si mostrara el recorrido con un trazado de ésos que marcan los gepeeses, veríais una especie de ocho trazado por un tembloroso.
Fuimos Asun, Marisa, Pilar, Patxi y yo. A la hora del ángelus, apareció Ángel en las alturas (243 m). Y allí, ya sin ochos ni toboganes, en lo alto de Ulía brindamos con cerveza belga (Val Dieu) y saboreamos unos pie azules navideños como acompañamiento.
Patxi y Marisa, audaces, bajaron andando. Los demás bajamos en el coche de Ángel.
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