martes, enero 24, 2012

La caza del arcoíris. Altos de Goñi, Alto de las Bordas Viejas, Trekua (1.265)

Desde que Lucky Luke fue más rápido que su propia sombra...

 (Siempre estaré agradecido a Morris y René Goscinny).

Sólo nos quedaba la caza del arcoíris como reto luminoso. Caza mayor en claroscuros, persecución de años hasta que Patxi alcanzó en solitario la base del arco el domingo 22 de enero en el valle de Ollo a las 11 de la mañana. Cerca quedamos Pilar, Imanol y yo, y dos perros de compañía (pastores vascos), que decidieron juntarse con nosotros desde la salida en Senosiáin.
Que nadie piense en un arcoíris remolón. Se trataba de un "doble arco", en las imágenes se aprecia cómo Patxi, con el saber que dan años de persecuciones bajo la lluvia en Adarra y Artikutza, se hizo el loquillo (con disimulo y sin trogloditas) en campo abierto, avanzó sin capucha, despreció el cebo del segundo arco (que hubiera hecho las delicias de cualquier cazador de luz) y fue directo a la base del primer arco.

 
Acercamiento del experto.

 El momento de gloria.

 Sabemos ahora que ahí no se guardaba la olla repleta de oro, el clásico tesoro de los gnomos prometido en algunos cuentos. Quizá la crisis, argüirá alguno. (Crisis narrativa, crisis de fe, crisis economica...) Quizá..., porque no creemos que Patxi, con un gesto veloz, la echara a la mochila.
Y luego, victoriosos pero disciplinados, seguimos monte arriba y guiamos a un grupo de Pamplona. Pilar, Imanol, Patxi y yo alcanzamos la cima (alambrada) de Altos de Goñi, o Alto de las Bordas Viejas (antes también Trekua), ¡ojo al buzón! Comentamos que siempre tenemos un tiempo desapacible en este lugar. Y sí..., será porque es una salida clásica cuando la mañana se presenta lluviosa en San Sebastián: "Vamos hasta Irurzun, redesayunamos, y ya veremos a dónde vamos".



P.D.: Patxi no muestra secuelas después de la cacería. A la espera de que pase un tiempo prudente, no aparecen síntomas de otros iluminados. No se le ha encanecido el cabello súbitamente ni ha olvidado los pósters del Berekoetxea, en Gorriti, donde repostamos café con leche y caldos en el regreso.

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