martes, noviembre 29, 2005
Deslumbramiento vegetal
De vez en cuando aparece un vegetal que me hace pensar.
¿Qué se puede pensar ante esta calabaza apepinada?
La desmesura atrapada en el alambrado y con un humilde podio.
Cenicienta hubiera llegado a la fiestita del príncipe en un camión y no en una miserable carroza.
La fotografía es de Imanol.
lunes, noviembre 28, 2005
La Boda
Ayer se casaron Milagros y Rafael en Montevideo a unos pocos metros por encima del nivel del río-mar, y por encima de los 30ºC. Eso para poner más heroísmo en una boda católica.
Para mí fue muy emotivo. Pensaba en los últimos cuatro años y medio, desde que los conozco; y en las decisiones que han tomado ante las pruebas que la vida les ha puesto en ese tiempo. No hay casualidades en esta boda, las piezas han encajado como una cremallera.
Creo que la emoción era compartida por muchos de los que celebramos con ellos el sacramento y la juerga posterior.
Cuatro apuntes para la crónica social:
1. Rafael fue quien más sudó.
2. La ensalada tenía huevos de codorniz.
3. Nadie fue arrojado a la piscina de la chacra.
4. El maratón de baile lo ganó Milagros, que apenas descansó.
5. Mi torta (tarta) favorita fue el lemon pie.
Y como hasta el sacerdote (hermano de Rafael) se permitió tomar el tupé a la pareja. Yo amago con la imagen. Algunos saben que no ando demasiado desencaminado...
sábado, noviembre 26, 2005
La estética de un héroe
viernes, noviembre 25, 2005
Ecce Homo
Es él: Manuel Casado. El inspirador, un caballero. El autor de El castellano actual: usos y normas, un libro práctico excelente para mejorar la vapuleada redacción en español.
Yo soy el otro, el perverso, el examinador que pondrá a prueba por undécima y última vez los conocimientos ortográficos de ocho alumnas de la Facultad de Comunicación en la Universidad de Montevideo.
Él es el bueno. Yo soy el malo. ¿Y el feo?
También soy yo.
jueves, noviembre 24, 2005
Dos animales odiosos
Odio los tiburones. Odio las moscas. Los sacaría sin apuros de la Creación. Noé no salvó los tiburones, y las moscas tampoco fueron invitadas al Arca, pero ya se sabe...: ningún diluvio, por muy universal que sea, es perfecto.
Me repugna la sonrisilla maléfica, criminal, del tiburón, con tres filas de dientes que crecen y caen continuamente (menos mal que los tiburones no creen en el ratoncito Pérez), esa mirada, ese desenfreno acentuado por la sangre, esas películas... En seco, los tiburones siempre tienen defensores, pero me gustaría verlos en el mar y que esa aleta se aproximara a ellos. Me imagino que experimentarían el moderno y candoroso amor por el acercamiento a los animales en el hábitat natual. Yo, ante el tiburón, apuesto por la dinamita y tres hurras por Alfred Nobel.
La mosca es el único animal que pretende compartir mi comida con absoluta desfachatez, y yo no comparto mi comida con animales. Es más, la mosca es tan estúpida que puede quedar ahogada en mi propia sopa después de haberla espantado una y otra vez. De la pesadez al odio se llega en un zumbido.
En Montevideo hay unas mosquitas muy aficionadas a morir en el aceite de la sartén donde frío los huevos. ¿Moscas suicidas? ¿Moscas apasionadas por el aceite de oliva extra virgen (extracción en frío)?
miércoles, noviembre 23, 2005
Todos los bebés no son bellos
... Y a lo mejor (o a lo peor) el tuyo es uno de ellos.
Alguien tenía que decirlo: todos los bebés no son bellos. Estoy harto de padres, tíos, abuelos... que han perdido el más elemental sentido de la belleza y me preguntan para que mienta desaforadamente.
¿Por qué me obligan a mentir?
¿Por qué está prohibido el realismo con los bebés? ¿Acaso ellos perderán el sueño por eso? No, pero no podemos decir que un bebé es feo porque se ofenden padres, tíos, abuelos...: los pelmas preguntones
Luego llega la niñez y la adolescencia, y los complejos XXL. Y la cataplasma madurativa: "es feo/a, pero simpático/a". No nos engañemos, la mayoría de los bebés feos no mejora con el tiempo, ni siquiera se convierten en simpáticos.
Mi padre siempre ha tenido una habilidad especial para distinguir los bebés feos de los bellos, es más, puede precisar a qué feo se parecen.
martes, noviembre 22, 2005
Cuatro homenajes a cuatro jóvenes
Una docena de cosas complicadas, hoy
Y van numeradas, porque las cosas complicadas resultan difíciles de expresar.
1. Los periodistas que se creen cadenas transmisoras asépticas de los acontecimientos: "los hechos tal cual al lector"; "yo no pretendo dar sentido a las historias, me limito a mostrarlas como son".
2. El tiempo de los suicidios. Ese tiempo en el que todo puede ocurrir. Nunca sabremos por el protagonista qué ocurre en el viaje de la caída desde el puente, en la asfixia del ahorcado, en los vómitos del envenenado, en la eternidad que transcurre desde que se aprieta el gatillo hasta que salta la tapa de los sesos, en el desvanecimiento del desangrado en agua tibia...
3. Consolar a los que lloran.
4. Explicar por qué desprecio tan profundamente la obra de Saramago, y Sartre, y Kundera (excepto Los amores ridículos y La insoportable levedad del ser).
5. Exterminar una plaga de pulgas en casa.
6. Saber que cada hora hiere y que la última mata, y vivir pendiente de los sueños que se cumplirán en el futuro.
7. La primera vez que se mata un animal de sangre caliente y se derrama su sangre.
8. Trabajar amorosamente toda la vida en lo mismo, sin vacaciones, sin sueldo, sin atenciones cariñosas, y que digan que no trabajas o que eres S.L. (Sus Labores).
9. Echar las culpas a una mujer bella.
10. La violencia en el País Vasco.
11. No llevar una linterna bajando de Los Infiernos de noche.
12. Trilogía final: que un francés diga Jorge, que alguien diga no a Eileen Hudson, que una fisura de coxis se corrija con cumbia.
La imagen es de Luis, fue tomada en el homenaje a Aparicio Saravia el 1 de septiembre de 2004, en Uruguay.
lunes, noviembre 21, 2005
Una docena de cosas sencillas
El olor del brote tierno de nogal. La flecha amarilla pintada en el Camino de Santiago. Calcular el horario de las mareas. Jugar con buenas cartas. Comer seis albóndigas de mamá. Purgar caracoles. Caminar cuesta arriba. Encontrar nidos de mirlo. Sí, las llaves están en el bolsillo. Pensar un viaje. Observar las fases lunares. Levantarme para buscar en la olla dos o tres albóndigas más.
El hambre estira los cuellos, pero no siempre hay albóndigas.
El hambre estira los cuellos, pero no siempre hay albóndigas.
domingo, noviembre 20, 2005
Tetracampeón
Ya sé que no le llego ni a los radios, pero me siento como un Induráin (siempre gracias, Miguelón). Ayer conseguí por cuarto año consecutivo el premio Rosino, en la categoría Guillotina de Oro (el profesor que mejor corta cabezas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Montevideo). Está claro, para las degollinas no tengo rival. El primer año compartí laureles (en una votación que no avalaron los observadores de la ONU) con mi admirada decana, la doctora Hudson. Ayer fue otra rubia aspirante y también admirada, más joven, con hambre de victoria: Elisa Liber. Pero gané (y sé que Analía Parra lo celebrará con milanesa y puré de papas).
Ayer fue un día de celebración y despedida.
Está bien que una promoción de licenciados en Comunicación con gente tan buena salga al mundo. Eso da esperanzas de bondad al mundo. Yo me retiraré ahora cuidadosamente con mis maldades y con otro aporte curricular: el tetracampeonato. Y con la satisfacción personal, casi diría virginal, de no haber bailado nunca cumbia.
Si alguna vez alguien me necesita, que silbe.
En la foto un pariente cercano, monsieur Guillotin. Obsérvese el parecido...
Ayer fue un día de celebración y despedida.
Está bien que una promoción de licenciados en Comunicación con gente tan buena salga al mundo. Eso da esperanzas de bondad al mundo. Yo me retiraré ahora cuidadosamente con mis maldades y con otro aporte curricular: el tetracampeonato. Y con la satisfacción personal, casi diría virginal, de no haber bailado nunca cumbia.
Si alguna vez alguien me necesita, que silbe.
En la foto un pariente cercano, monsieur Guillotin. Obsérvese el parecido...
sábado, noviembre 19, 2005
Adivine quién es la mala gente
Agradezco a Hugo el concepto "gente": ¡ánimo gente!, ¡vamos, gente, gente!, ¿tomamos otra cerveza, gente?... Esa gente que tan a menudo se ocupa en español con palabras tontorronas (como diría el amigo Jorge): compañeros compañeras, tíos y tías sin sobrinos, pibes, camaradas, boludos, tropa, chavales, colegas y hasta "coleguis"...
Pero basta de citas, gente. Ayer terminaron las clases en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Montevideo. Los chicos de cuarto celebraron el final con mucha agua, y Eresfea estuvo sediento en el asadito de la promoción 2005. Diré excelsa promoción.
Para responder a la pregunta del título, propongo un asombroso ejercicio de agudeza visual y lógica analítica apoyado en dos imágenes.
En la primera imagen tomada por Nacho Bermúdez (soltero, aseado y flaco): Guillermina rubia con lengua fuera, Paula, Sofía con mirada de astronauta, Emi, el transversal Sebastián (también conocido como Súper Motta), Nacho (aún soltero, aseado y flaco) y otro Nacho, pero con barbas; se ríen de lo mismo Lucía, Alyn y Pilar.
En la segunda imagen tomada por Nacho Bermúdez (...): Emi, Analía, Gabriela con los brazos cruzados, Alyn, Eresfea agarrado a Patricia, Pía, Florencia, Victoria y hasta el brazo de Juan Pablo ocultando sus poderosos bíceps detrás de una camisa a cuadros.
Pistas: la mala gente demuestra su perversión entregándose a la bebida, la mala gente tiene todavía pendiente de una prueba de ortografía a Emi y a Pilar, la mala gente no puso más fotos con todos los presentes porque tiene prisa (se va a otra fiesta), pero están disponibles gracias a Nacho Bermúdez (...) en http://spaces.msn.com/members/eimb/.
jueves, noviembre 17, 2005
El paisaje de la derrota
Ayer casi fuimos campeones.
La memoria uruguaya se preguntará durante semanas (como se preguntaron en Estados Unidos durante años cuando recordaban el asesinato de J. F. Kennedy): "¿Dónde estaba usted cuando erraron los penales?".
El fútbol oriental recibió ayer otro golpe herético. Ya sabíamos que los uruguayos son malos practicantes de su fe. Un dato: en la primera jornada de la última fase del torneo de este 2005 (que sólo la casta sacerdotal futbolera puede descifrar), y sin los dos "grandes" (Nacional y Peñarol), los equipos de primera división congregaron a 3.632 espectadores en las canchas. Creo que eran ocho partidos, y una tarde primaveral. ¿Deserción?
Casi fuimos campeones. Los niños dejaron de asistir al colegio, con el consentimiento de profesores y padres, para ver el partido en la televisión. Uruguay madrugó y vio en directo la derrota. Las mieles del triunfo nacional (deseo ponerme cursi tres segundos..., ¡ya está!) radicaban en clasificarse, repito, clasificarse para la fase final de un mundial de fútbol.
Yo viajaba en un colectivo cuando la debacle de los penales (¿quién podía pensar en esos instantes en la desastrosa campañana de clasificación previa?). Éramos tres hombres: el chofer, el cobrador y yo. El resto, mujeres.
Y me llama la atención que las mujeres, casi siempre la reserva espiritual, las garantes de la fe, sean las primeras que vienen absteniéndose del fútbol uruguayo. ¿Será una señal?
La memoria uruguaya se preguntará durante semanas (como se preguntaron en Estados Unidos durante años cuando recordaban el asesinato de J. F. Kennedy): "¿Dónde estaba usted cuando erraron los penales?".
El fútbol oriental recibió ayer otro golpe herético. Ya sabíamos que los uruguayos son malos practicantes de su fe. Un dato: en la primera jornada de la última fase del torneo de este 2005 (que sólo la casta sacerdotal futbolera puede descifrar), y sin los dos "grandes" (Nacional y Peñarol), los equipos de primera división congregaron a 3.632 espectadores en las canchas. Creo que eran ocho partidos, y una tarde primaveral. ¿Deserción?
Casi fuimos campeones. Los niños dejaron de asistir al colegio, con el consentimiento de profesores y padres, para ver el partido en la televisión. Uruguay madrugó y vio en directo la derrota. Las mieles del triunfo nacional (deseo ponerme cursi tres segundos..., ¡ya está!) radicaban en clasificarse, repito, clasificarse para la fase final de un mundial de fútbol.
Yo viajaba en un colectivo cuando la debacle de los penales (¿quién podía pensar en esos instantes en la desastrosa campañana de clasificación previa?). Éramos tres hombres: el chofer, el cobrador y yo. El resto, mujeres.
Y me llama la atención que las mujeres, casi siempre la reserva espiritual, las garantes de la fe, sean las primeras que vienen absteniéndose del fútbol uruguayo. ¿Será una señal?
lunes, noviembre 14, 2005
Esto es una katiuska
Esta es una entrada explicativa y un reconocimiento de mi anacronismo. Así dice el diccionario de la lengua española, el de la Real Academia:
katiuska. (Del n. p. ruso Katjuša, hipocorístico de Katja, y este de Ekaterina, Catalina). 1. f. Bota de material impermeable, de caña alta, para proteger del agua.
Cuando se busca "katiuska" entre las imágenes de google, aparecen, sobre todo, imágenes de mujeres jóvenes ligeras de ropa. ¿Serán rusas? ¿Serán Katjas y Catalinas como avisa el paréntesis del diccionario? No haré clic para investigarlo.
Montevideo desierto
12-11-05. La selección uruguaya de fútbol, la Celeste, jugaba el "repechaje" para el próximo mundial de Alemania. Por mi experiencia como peatón en el Mundial de 2002, sé que durante esos partidos Uruguay se detiene y se pueden cruzar las calles de Montevideo sin mirar los semáforos.
El sábado, Montevideo era una ciudad primaveral y desierta, donde sólo caminaban mujeres y perros (y algún hombre sujeto como un Golden Terrier por la compañía de una mujer). Aprovechando el Festival de Cine de Montevideo, fui a ver Una vida iluminada, basada en la novela Todo está iluminado (Editorial Lumen), del joven autor estadounidense Safran Foer. Me gustó, a pesar de la mirada de tonto de Elijah Wood, condenado a ser Frodo para siempre (Dustin Hoffman, por ejemplo, pendula su tontería entre entre Tootsie y Rain man). Dentro de la sala, mientras jugaba la Celeste, conté 37 espectadores: sólo 6 eran hombres; 5 de los 6 acompañaban a una mujer; el otro abrazaba un vaso gigante de cartón con pop (palomitas) dulces. Yo era el otro.
Uruguay ganó a Australia, 1-0. Confío en las mujeres. Me gusta el pop dulce. Me suena ridículo llamar palomitas a las palomitas (¿por qué no pichones?), pop me resulta demasiado musical.
Atención a la mano hobbit de Elijah Frodo, a la impostura de ese falso gesto de fumador y a los ojos, ¿qué pretende con esas gafas de pasta?
viernes, noviembre 11, 2005
Los charcos que fueron
Las lluvias abundantes en el paisaje de mi infancia provocaron, que recuerde ahora, cuatro aficiones:
1. El gusto por los hongos, abundantes en las tierras húmedas que me vieron aprender a caminar.
2. El interés por los anfibios.
3. El odio hacia los paraguas, sobre todo hacia esas personas que invaden el refugio de los edificios con su paraguas y tienen la habilidad de metértelo en el ojo, eso sí, siempre sin querer (¿sin querer quién?).
4. Caminar entre los charcos.
Esto de caminar entre los charcos se podría catalogar como una "afición perdida". En su extinción participan mi supuesta madurez y el auge de membranas impermea-bles y transpira-bles incorporadas a los calzados. Entonces caminaba con botas de plástico, las famosas katiuskas, que hoy quedaron relegadas para los basureros y para los pescadores de trucha, salmón y tímalo.
Pocas cosas como sondear lentamente la profundidad de un charco oscuro calzado con las katiuskas. Al final, siempre terminaba con la bota desbordada, inundada de agua. Recuerdo cómo me arrancaba las botas, cómo vaciaba el líquido, cómo estrujaba el calcetín.
En la imagen el pequeño Nicolás camina entre los charcos, ¡sin katiuskas! No sabe lo que se pierde...
lunes, noviembre 07, 2005
Tobillos
Una vez me contaron que las personas sin tobillos son malas. Quizá ahí se encuentra la explicación del refrán: "No hay cojo bueno...".
Pero la maldad no se aserrucha. El problema de los tobillos se puede perfilar así: todos conocemos algún caso de pierna columna que cae hasta el pie sin relieve... ¡Ésos son los malos! Los que tienen unos tobillos indefinidos, sin huesos marcados, sin formas. Porque, claro, se conoce mucho de personalidades y narices, y de líneas en las manos y destinos..., pero qué poco de la indefinición de tobillos.
Llega el verano a Montevideo y comprendo mejor la naturaleza de las personas que calzan sandalias o chancletas, que se han librado de los calcetines. Camino más prevenido con los tobillos ajenos a la vista.
Salto internacional. Nicole Kidman, por ejemplo, no me gustaba. Me parecía mala malosa hasta que vi dos interpretaciones suyas (Las Horas y Dogville). Ahí dudé. Y, por aquel entonces, Rotciv (el consumado espía lento) me envió esta imagen. Ahora ya saben hacia dónde hay que enfocar la mirada.
viernes, noviembre 04, 2005
Fechas de cumpleaños
¡Un mundo complejo el de las fechas de los cumpleaños! Y tan propicio para las desmemorias... ¿Está usted satisfecho con el día en que apareció en el mundo? ¿Cambiaría esa fecha por otra? ¿Por qué? |
jueves, noviembre 03, 2005
Buenos Aires barato, Montevideo rojo
Ayer, 2 de noviembre y día de los muertos en Uruguay, me fui a Buenos Aires, que celebró Todos los Santos el 1 de noviembre.
Buenos Aires está barato y mi vicio no es caro: se puede tomar café con la misma confianza que en España, Portugal o Italia; aunque no resulta de buen gusto mojar las medialunas (cruasanes). Se escucha a los españoles hablando con todas las ces y zetas dentro de zapaterías y tiendas de ropa. No sólo hablan, compran desmesuradamente, a juzgar por las bolsas que cargan.
De regreso en barco a Montevideo sentí que viajaba en el tiempo, que retrocedía cuarenta años: los coches, las calles, la apariencia de la gente... Caminé por la rambla con el crepúsculo veraniego. Impresionaba el filtro rojo de la última luz del día. Montevideo era una ciudad añeja y roja, volcada hacia la línea de la costa. Miles de personas miraron al unísono la puesta de sol. Algunos en grupo y con cámara de fotos; otros en pareja con postura de postal; los menos solos.
Tanta gente disfrutando la belleza simultaneamente me brindó la serenidad de una comunión: miré el sol, y..., y comprendí que a ellos les pasaba lo mismo.
Ese sol de ayer merecía la primera página de todos los periódicos montevideanos de hoy, día después de los muertos, pero...
Un nervio instintivo se me tensó, en cambio, cuando vi la legión de pescadores con cañas apostados en la rambla. El pescador rocoso y marítimo que llevo dentro (una de las facetas de mi naturaleza depredadora) los envidió, y se preguntó qué harían esos carnívoros con las corvinas.
Otro día pegaré la foto roja, cuando la revele.
(Una entresaca para gente que no conoce la vocación laicizante uruguaya:
Día de la Inmaculada=Día de las Playas -100%-;
Semana Santa=Semana de Turismo -50%-;
Día de Navidad= Día de la Familia -0%-).
Buenos Aires está barato y mi vicio no es caro: se puede tomar café con la misma confianza que en España, Portugal o Italia; aunque no resulta de buen gusto mojar las medialunas (cruasanes). Se escucha a los españoles hablando con todas las ces y zetas dentro de zapaterías y tiendas de ropa. No sólo hablan, compran desmesuradamente, a juzgar por las bolsas que cargan.
De regreso en barco a Montevideo sentí que viajaba en el tiempo, que retrocedía cuarenta años: los coches, las calles, la apariencia de la gente... Caminé por la rambla con el crepúsculo veraniego. Impresionaba el filtro rojo de la última luz del día. Montevideo era una ciudad añeja y roja, volcada hacia la línea de la costa. Miles de personas miraron al unísono la puesta de sol. Algunos en grupo y con cámara de fotos; otros en pareja con postura de postal; los menos solos.
Tanta gente disfrutando la belleza simultaneamente me brindó la serenidad de una comunión: miré el sol, y..., y comprendí que a ellos les pasaba lo mismo.
Ese sol de ayer merecía la primera página de todos los periódicos montevideanos de hoy, día después de los muertos, pero...
Un nervio instintivo se me tensó, en cambio, cuando vi la legión de pescadores con cañas apostados en la rambla. El pescador rocoso y marítimo que llevo dentro (una de las facetas de mi naturaleza depredadora) los envidió, y se preguntó qué harían esos carnívoros con las corvinas.
Otro día pegaré la foto roja, cuando la revele.
martes, noviembre 01, 2005
El Estrecho
Hoy he comido con Simón y Pato en El Estrecho. Un restaurante pasillo donde un grupo de mujeres jóvenes trabajan la cocina francesa con mucha diligencia y delante de tus narices. Se come sentado en un taburete y acodado en la barra. Calculo que hay sitio para unos quince comensales, ¡y siempre hay algún taburete reservado! Conviene ser tempranero, a las doce y media ya están en acción.
Las ensaladas son de antología, y todos los días cocinan un menú especial. El de hoy era "coq au vin". O sea, pollo al vino; al vino Tannat, la uva de la que están tan orgullosos los enólogos uruguayos.
El lugar es recomendable desde el principio hasta los postres y el café. Está en Ciudad Vieja (Montevideo), en la calle Sarandí, según se baja desde la catedral hacia el Registro Civil.
Sí, soy un estómago agradecido. Hoy agradezco, entre otras cosas, por el coq en cuestión.
El plato se parecía mucho al de la fotografía. Le faltan champiñones cortados por la mitad, le sobra esa especie de perejil rizado.
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