lunes, octubre 30, 2006
Ventanas de obra
Las vallas que rodean las obras de la nueva estación de autobuses en Pamplona tienen ventanas abiertas para que los curiosos (casi todos jubilados, hombres) miren y opinen si las cosas se están haciendo como Dios manda. Son grandes estos jubilados... Aunque alguno, como el de la fotografía, tiene que auparse en el escaloncito para llegar.
martes, octubre 24, 2006
Releíbles (6): Kertész
Sin destino, de Imre Kertész, en la última edición de El Acantilado. Es un libro subyugante, para mí, el mejor de la literatura del Holocausto.
Esa calificación no se afirma en el relato del drama en Auschwitz o Buchenwald, sino en el último capítulo, el del regreso del personaje (álter ego del adolescente Kertész) a Budapest. Ese difícil capítulo final da un sentido nuevo a todo lo leído en la novela (y en tantas novelas que se leerán después) y merece por sí mismo el Nobel de 2002.
P.D.: Ilustro con la fotografía de un óleo de mi hermano, que pinta.
lunes, octubre 23, 2006
La frase
Antonio y yo nos reímos juntos en la Facultad de Comunicación, en la Universidad de Navarra. El otro día me recordó la frase más repetida del cine (Antonio atribuía este descubrimiento a García Noblejas, que se convierte en Noblezas en cuanto dejas actuar al corrector ortográfico del ordenador).
La frase:
"VÁMONOS DE AQUÍ"
Pensamos en la frase, nos reímos, la dijimos varias veces y (con esa habilidad, con esa facilidad que nos caracteriza para irnos) nos fuimos a cenar.
P.D.: Escribí "vámonos" en gúguel y pesqué la imagen.
viernes, octubre 20, 2006
jueves, octubre 19, 2006
Implementaciones montevideanas (3): Dino, un héroe de nuestro tiempo
La cajera de Zara mira con ojos perfectos [no es publicidad: si quieren mirarlos, vayan a Montevideo Shopping] al matrimonio de ancianos. Él corta rebanadas al aire con la tarjeta de crédito, representa a la perfección el glamour de Pinochet tras unos lentes oscuros (mi amigo Simón comprenderá).
-¿A cuatro, a seis o a ocho? –pregunta la de los ojos.
-¡A ocho! -dice él, y alarga la mano algo temblorosa con la tarjeta y el documento.
Es como si llevara el timón de una nave en un trance terrible. Y mientras dobla este estrecho de Magallanes, mientras cuatro estaciones pasan ante él en tres segundos, la mujer escucha de la otra cajera:
-No te podrás quejar. Un lujo…
Yo miro la prenda y tardo en comprender. ¿Lujo? La otra cajera se refiere al marido.
-Y… ahora te explico -responde animosa la anciana.
Él se queda solo, al frente, ante la cobradora.
No, su señora no se podrá quejar. Se llevan una especie de chaquetita azul de punto. Un poco más de 1.000 pesos. El hombre sabe que ya sólo puede enfrentar estas batallas. A veces surge el carácter en los viejos cuando hay que dilapidar la plata. Y es más fácil la osadía con una tarjeta de crédito. Pero esta demostración se la van a recordar durante ocho meses.
Ella es una belleza elegante, nostálgica, pelo gris partido con raya al medio sin peluquería…, ella ya explica a la segunda cajera (la de los ojos mustios) el complemento ideal de la compra:
-Para un collar que…
Él toma la bolsa de la compra. El temblor es excesivo en la mano que sostiene la factura cuando habla la cajera de los ojos perfectos:
-Con el ticket lo puede cambiar en un mes.
La anciana, extrañamente rejuvenecida, toma de su brazo al marido en extinción. Le dice:
-Gracias, Dino.
Le da un beso. Y el viejo camina como si se hubiera cagado en los pañales.
Detrás sigo yo, con una camisa blanca frente a los ojos perfectos.
No sabéis cómo se parecía Dino a Augusto Monterroso. Ahora tengo otra idea del cuento famoso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
miércoles, octubre 18, 2006
El ángel cresteador (o cornisero)
No seáis incrédulos. Están el ángel espadachín y flamígero del Génesis, el ángel de la guarda, el ángel gordito y arquero que apunta a los corazones de posibles enamorados, los angelitos negros que pedía Machín al pintor que pintas con amor..., y también éste que crestea o cornisea (como queráis).
Fijaos bien. Fue el 8 de octubre.
martes, octubre 17, 2006
Algo escrito sobre gustos
El Guipuchi robasetas guía a los montañeros de depredación por los pinares navarros (un lugar prepirenaico). Algunos neófitos se adaptan enseguida, como Kristina (de la escuela austriaca del hongo); otros, como el testarrudo Patxi, se resisten un poco y piden fotografía junto a un hormiguero. Y así... Kristina honguea, Patxi hormiguea.
Esto fue un perfecto 7 de octubre.
domingo, octubre 15, 2006
Posturita para las muscarias
miércoles, octubre 11, 2006
Atlapetes latinuchus yariguierum
A veces, las noticias de yahoo me emocionan.
"11 de octubre de 2006.
Una nueva especie de ave fue descubierta en una zona montañosa del noreste de Colombia por un grupo de investigadores anglo-colombianos, en el más reciente hallazgo en el campo de la ornitología, informó el martes una fundación privada. Imagen sin fecha del gorrión montes de los Yariguíes, cuyo nombre científico es Atlapetes latinuchus yariguierum, en La Serranía de los Yariquies, en la provincia de Norte de Santander, Colombia. REUTERS/ProAves/Handout".
Una vez, Pérez fue Don (releíble y reescuchable)
"Alcanzándome un papel impreso en papel crema, Don Pérez me condujo a mi platea. Fila nueve, ligeramente hacia la derecha: el perfecto equilibrio acústico". (Así arranca "Las ménades").
Releo a Cortázar y escucho la voz de Cortázar que me regaló Mariana.
Según mi anotación de la primera página, compré sus obras completas el 24 de agosto de 1990 en la librería Lagun de la plaza de la Constitución, en San Sebastián (en esa librería que salpicaban con pintura y trataban de quemar una y otra vez).
Escucho la grabación de Cortázar desde la memoria de mi ordenador.
Todo esto debería ser un cuento complejo. Añadiría: la mirada de ojos separados de Julio Cortázar, con espacio para tres cejas en ese rostro atemporal; las flores moradas del jacarandá que Marie T. ha hecho florecer; Jorge del Río con barba; y el paisaje del hayedo otoñal de ayer.
miércoles, octubre 04, 2006
Ciegos, vacas, masajes y hongos
En los últimos días de junio de este 2006 se suicidaron tres ciegos en Corea del Sur. Los tres eran masajistas, los tres se quedaron sin trabajo por una nueva ley que prohíbe que masajeen los masajistas ciegos. La prensa de esos días también dedicó espacios a la hamburguesa más cara del mundo. Así, me enteré de la disputa entre una estadounidense, que usa solomillo picado relleno de foie, y una española con filetillos de carne japonesa, de Kobe (donde dan de beber cerveza y sake a las vacas, y las masajean).
Aún hoy me imagino a los masajistas cegatos, desempleados y coreanos viajando a Japón, para masajear vacas ebrias. Para que luego alguien se dé el lujo de comer una hamburguesa de 80 euros.
A este embrollo lo llaman globalización, y enseguida sacan moralinas, moralejas y hasta moretones. Pero no me quejo por eso, no. Porque la palabra globalización es como la palabra colesterol, que se usa para todo y, además, todo el mundo sabe que hay uno bueno y otro malo. Me quejo, un poco, sí, por la banalización informativa, entre anecdotilla y tragedia, sin transición, como en este texto.
En mi ensalada de hoy revuelvo lechuga navarra, hongos (navarros, je, je), aceite virgen granadino, vinagre italiano... y beberé el vino de la Última cena, un syrah argentino.
P.D.: En la imagen gugeliana, las vacas Wagyu, de Kobe.
lunes, octubre 02, 2006
Rastros del Guipuchi robasetas
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