Primero se olvidan los chistes, es preciso (además del salero) una memoria exacta para repetir las palabras justas en el orden preciso y provocar la carcajada. No vale el resumen del chiste, la idea del chiste.
Se olvidan los teléfonos a los que no llamamos. Se olvidan, poco a poco, los cumpleaños (unos porque sí, otros porque nos esforzamos). Se recuerda el mes, se duda entre un día y otro…
Recordad: hubo un tiempo en el que os sabíais los chistes, los teléfonos, los cumpleaños.
Después se esfuman los nombres propios. Reconoces el rostro, pero ¿cómo acertar con el nombre de la persona para ese rostro? (Y siempre te toca presentar a esa persona en una situación embarazosa).
Te adentras en el campo de la “conceptualidad”: se recuerda la idea, el concepto; se olvida la realidad. Y te refugias en el relato de los acontecimientos, en el recuerdo del recuerdo, no en lo que realmente pasó.
Dicen los ancianos que, al final, recuerdas sobre todo a las personas a las que quisiste y las que te quisieron. ¿Será ese recuerdo el recuerdo de un recuerdo, el recuerdo de un relato? Si es así, el día del juicio final los cuentistas tendrán ventaja.
P.D.: Mañana, sábado y 30, cumplen años Asun y Susana.
Susana estrena San Donato hace un año.
Asun Miss Edulis en octubre de 2009.
viernes, enero 29, 2010
martes, enero 26, 2010
lunes, enero 25, 2010
Manos
Eric Clapton y la mano lenta, la manopla, la mano dura (siempre se pide más de ésa para otros), la manecilla (del reloj), el pájaro en mano, la mano de obra, el tanguero mano a mano (hemos quedado), el manirroto, la mano de mus, la mano izquierda y la de pintura, la trompa del elefante (que también es mano), a mano armada (el atraco)...
Ya nos avisaron en el cine, cuidado con La mano que mece la cuna... Pero la víspera de San Sebastián, en una sidrería de San Sebastián, vimos (de primera mano) la mano que corta el chuletón...: Jesús, fotografiado en un barroco claroscuro, con las manos en la masa, por decirlo de otra manera. Mano de santo.
Ya nos avisaron en el cine, cuidado con La mano que mece la cuna... Pero la víspera de San Sebastián, en una sidrería de San Sebastián, vimos (de primera mano) la mano que corta el chuletón...: Jesús, fotografiado en un barroco claroscuro, con las manos en la masa, por decirlo de otra manera. Mano de santo.
domingo, enero 24, 2010
Memoria de la belleza marina
Hay un acuerdo estético común: los faros son bonitos.
Pero…, ¿si se sacaran piedra a piedra (ladrillo a ladrillo) los faros de la costa y se recolocaran en las ciudades? En medio de las rotondas, por ejemplo. ¿No se parecen a las chimeneas industriales de ferrerías o azucareras? Creo que los faros seguirían gustando tierra adentro, mientras que las viejas chimeneas de ladrillo afean, aunque ya no echen humo. La belleza contagiosa del mar hace que los faros nos parezcan bonitos; y también la luz de los faros, que guía y salva. Quizá bastaría el recuerdo de la costa para que nos parecieran bonitos hasta en la ciudad, del mismo modo que las chimeneas de ladrillo disgustan y se derriban si no las apadrina una pareja de cigüeñas.
P.D.: De alguna manera, las caracolas de mar tienen la misma ventaja sobre las de tierra. Y las acercamos al oído. Unas guardan el rumor del mar; las otras, ¿rumor de tractor? Si hasta el bronceado del mar tiene más caché que el del campo...
P.D.2: La chimenea azucarera de la imagen está sacada de aquí.
Pero…, ¿si se sacaran piedra a piedra (ladrillo a ladrillo) los faros de la costa y se recolocaran en las ciudades? En medio de las rotondas, por ejemplo. ¿No se parecen a las chimeneas industriales de ferrerías o azucareras? Creo que los faros seguirían gustando tierra adentro, mientras que las viejas chimeneas de ladrillo afean, aunque ya no echen humo. La belleza contagiosa del mar hace que los faros nos parezcan bonitos; y también la luz de los faros, que guía y salva. Quizá bastaría el recuerdo de la costa para que nos parecieran bonitos hasta en la ciudad, del mismo modo que las chimeneas de ladrillo disgustan y se derriban si no las apadrina una pareja de cigüeñas.
P.D.: De alguna manera, las caracolas de mar tienen la misma ventaja sobre las de tierra. Y las acercamos al oído. Unas guardan el rumor del mar; las otras, ¿rumor de tractor? Si hasta el bronceado del mar tiene más caché que el del campo...
P.D.2: La chimenea azucarera de la imagen está sacada de aquí.
martes, enero 19, 2010
Tu amigo electrónico
A menudo recibo correos con una “invitación” electrónica. Alguien (amigo, conocido o desconocido) quiere que me apunte a su lista de amigos. Nunca se tienen bastantes amigos, pero a mí la amistad electrónica enredada… me da repelús. Y hace tiempo que borro esos mensajes sin abrir.
Me acuerdo de aquella máquina de regalos sorpresa con forma de mono que detectaba tu presencia cercana y sonaba con voz enlatada: “¡Ho-la, soy… el mono!, ¿quieres ser mi-amigo?”. Algunos metían la moneda, giraban una rueda y recibían una especie de supositorio gigante, una vez vi cómo alguien abrió el supositorio y consiguió un llavero, y otra vez cómo otra persona consiguió… otro llavero.
Cuidado, no llamo monos ni abrazallaveros a los facebookeros o a los twitteros; estoy seguro de que los conectados a estas redes pueden ser muy felices. Tampoco quiero presumir de rarezas y no me siento perseguido (ergo bienaventurado) por Facebook, Twitter, Tupper (-ware) o cualquier familia electrónica o envasada. Pero sí me parece que se juega con la palabra “amigo”, como en la grabación del mono.
Tengo "0 amigos" en Facebook. ¿Se puede tener "0 amigos" también en Twitter? Ni siquiera sé si me reconocerán que se puedan tener "0 amigos" sin registrarse previamente en una de estas redes sociales.
Encuentro demasiados paralelismos entre las nuevas redes sociales y las clásicas redes de arrastre. Por más que a estas últimas les añadan salidas para tortugas como yo.
P.D.: La imagen está sacada de aquí.
lunes, enero 11, 2010
Beleku nevado
Álvaro y Jesús "progresan" en la nieve.
Asun, en equilibrio, camina sobre las aguas (heladas).
Nos llevaban metiendo el miedo a la nieve en el cuerpo desde el jueves, hablaban del temporal del norte, de la nieve ("¡que viene, que viene!"). En San sebastián nevó para que los niños jugaran la mañana del sábado. Y nevó en Guipúzcoa como para que los niños (un poco grandes, un poco usados) fuéramos a Aralar el domingo: Asun, Karmele, Lourdes, Álvaro, Jesús, Patxi y yo. La ascensión tenía dos posibilidades, una directa a Txindoki desde Oriaiturri o alguna cima del cordal Uarrain Beleku. Como la nieve estaba muy suelta para la primera opción, nos fuimos hacia Alotza y ascendimos Beleku (1.256). Disfrutamos con los dibujos de la nieve trenzada en las laderas sacudidas por el viento. Y disfrutamos también al socaire, donde la nieve se amontonaba suelta como para zambullirse en ella. Nos zambullimos: de pie, de costado, de cabeza... Regresamos luego por la ruta clásica de Ausa Gaztelu hasta Larraitz, el punto de partida.
Y punto y aparte fue el hallazgo del restaurante Txindoki (así que al final subimos a este Txindoki), en Amezketa, donde nos sirvieron alubias y otras viandas a las cuatro de la tarde.
Asun, en equilibrio, camina sobre las aguas (heladas).
Nos llevaban metiendo el miedo a la nieve en el cuerpo desde el jueves, hablaban del temporal del norte, de la nieve ("¡que viene, que viene!"). En San sebastián nevó para que los niños jugaran la mañana del sábado. Y nevó en Guipúzcoa como para que los niños (un poco grandes, un poco usados) fuéramos a Aralar el domingo: Asun, Karmele, Lourdes, Álvaro, Jesús, Patxi y yo. La ascensión tenía dos posibilidades, una directa a Txindoki desde Oriaiturri o alguna cima del cordal Uarrain Beleku. Como la nieve estaba muy suelta para la primera opción, nos fuimos hacia Alotza y ascendimos Beleku (1.256). Disfrutamos con los dibujos de la nieve trenzada en las laderas sacudidas por el viento. Y disfrutamos también al socaire, donde la nieve se amontonaba suelta como para zambullirse en ella. Nos zambullimos: de pie, de costado, de cabeza... Regresamos luego por la ruta clásica de Ausa Gaztelu hasta Larraitz, el punto de partida.
Y punto y aparte fue el hallazgo del restaurante Txindoki (así que al final subimos a este Txindoki), en Amezketa, donde nos sirvieron alubias y otras viandas a las cuatro de la tarde.
AVATAR
Lo primero es el título de vocales abiertas. Podía haber sido, por ejemplo, Angara (capital de Turguía), pero no, ese Avatar agudo y terminado en erre es casi inolvidable. Después está la facilidad con la que se acepta la historia mirada con gafas: el espectáculo visual del 3D ayuda a esa suspensión de la realidad, a que todo resulte verosímil, al menos en la primera mitad de la película. Se disfruta el descubrimiento de Pandora, un nuevo mundo con “otras” reglas y una naturaleza híbrida de selva amazónica, sueño de paleontólogo y arrecife de coral sin agua. Los avatares en cuestión son azules, grandes, delgados y fibrosos. Las “hembras” tienen los pechos pequeños. No existe obesidad ni flaccidez entre ellos, no necesitan depilarse. Su rostro es un equilibrio de persona y pantera y tienen una trenza compatible con la naturaleza/Red que ríanse de las conexiones USB y las ofertas de la telefonía móvil (ésta conexión, este paralelismo de la tecnología con el viejo concepto de integración en el ecosistema me parece de lo mejor del guión).
La sorpresa (que no susto) del descubrimiento de Pandora funciona muy bien, pero la segunda mitad de la película es una historia tan vulgar como entretenida. Y 162 minutos después de ver y casi tocar tanto avatar, todos queremos ser un poco más… azules (no sé si ecólogos o ecologistas). O sea: altos, flacos, fibrosos, conectados con la naturaleza, saltimbanquis tarzanescos, jinetes de pterodáctilos de colorines…
El espectáculo merece la pena, y no sorprende el éxito de taquilla.
Por favor, deja de leer en esta línea si aún no has visto la película.
No voy a contar el argumento de la película, porque los medios de comunicación ya nos han bombardeado con esa información. Pero insisto: deja de leer si aún no has visto la película.
Para mí, Avatar se alarga porque no hay grandes sorpresas en la línea argumental desde que descubrimos cómo funciona Pandora y se ve al héroe integrado. A partir de ahí, más de uno jugará a ver otras películas en esta película. (Yo, por ejemplo, vi algo de La Guerra de las Galaxias, de Platoon, de Un hombre llamado Caballo… y hasta del Tarzán en el que cantaba Phil Collins). Además, el guión se regodea en algunas suertes. Por ejemplo, el momento de la crisis en la batalla final. Estamos acostumbrados a ver cómo el héroe parece perdido y entonces (¡zaca!) resurge para ganar. Aquí el momento crítico está repartido solidariamente: pierde al jefe de la tribu, pierde a la piloto de helicóptero que los apoya, está a punto de perder a su enamorada. En todos los frentes de la batalla están a punto de darle matarile. Pero el rizo del rizo está por llegar: él desdoblado en la lucha contra el malo maloso. Doble angustia: en el cuerpo del avatar pelea en desventaja contra el monstruo mecánico; en el suelo, en el cuerpo humano inválido asfixiándose con la máscara de aire en la yema de los dedos. ¡Cuánta agonía! ¡Retanta agonía!
(De nuevo se imponen los mundos posibles, como en los anuncios de colonia de Hugo Boss). Decía un amigo tras la película, al pie de una cerveza con doble fermentación, que por primera vez hemos visto y celebrado una victoria de los alienígenas contra los humanos. ¿Han bastado unos cuerpos atractivos, una naturaleza de ensueño, el egoísmo bruto con que son representados la mayor parte de los humanos? Supongo que no, y ése me parece otro triunfo de la película: que nos pongamos en el papel de los azules avatares.
Dice la prensa, además, que se han guardado escenas entre avatares para que la película fuera apta para todos los públicos. Y esas escenas quedan para la versión juego de la película. Este Avatar no ha hecho más que empezar, nos deparará otros avatares.
P.D.: La imagen está tomada de aquí.
jueves, enero 07, 2010
Y, por un momento, todo está bien
Cabalgatas a tutiplén en los informativos de televisión la noche del 5 de enero. Los Reyes aterrizan, arriban, cabalgan, descabalgan: llegan a España. Barco, helicóptero, burra, carroza, caballo... Descubro que les entregan una llave mágica que abre todas las puertas. Y pienso: ¡Ostrás! ¿Cómo no me contaron a mí eso de la llave! En la Cabalgada (más que Cabalgata) madrileña hay de tó: elefantes articulados, una mujer que flota gracias a un racimo de globos, carroza con Mickey Mouse y su novia, carroza con Bob Esponja (te quiero, Bob), y, por fortuna, no se han olvidado de los Reyes. Me pregunto: pero esto, ¿qué leches es?
Me pongo crítico/verdoso y empiezo a fijarme en los Baltasares pintados en España.
Cabalgata donostiarra en Teledonosti
Romanos con cuádrigas, romanos a pie: antorcheros y tamborreros (¿imperialistas?). Pastorcillos. Caballitos de Igueldo (concepto difícil de explicar a los foráneos). Ovejas (rebaño, oveja lacha). Nacimiento viviente encarrozado. Lanzamiento de caramelos. Melchor encamellado y escoltado por bandas (de músicos) y pajes. Caballos. Lanzamientos de caramelos. Gaspar encamellado y escoltado por… Baltasar (el más querido por los niños) encamellado y escoltado por… Lanzamiento de caramelos. El tren Txu-txu. Bomberos, aclamados entusiásticamente (“¿serán los del calendario?”) por las dos cronistas de Teledonosti. Dos máquinas limpiadoras asean la calle y no dejan ni un caramelo en el asfalto.
Me voy hasta Disney-Paris para explicar algo dentro de un paréntesis.
(Hace años mi hermano trabajó disfrazado como Goofy cowboy y estaba hasta los… Estaba harto de todo. Un día se le acercó una niña preciosa de unos cinco o seis años, la perdió del campo de visión unos segundos (la cabeza postiza) y sintió un abrazo en la pierna. Consiguió ver a la nena que, sin soltarle la pierna, le decía: “Je t’aime”. Y, por un momento, todo estuvo bien.)
En Teledonosti repiten la transmisión de la Cabalgata durante la noche, una y otra vez. Hago zapping en busca de una película: Aladdin, El laberinto del fauno, Diamantes de sangre, ¡Hulk! Vuelvo a Teledonosti (he dejado a Bruce de verde lechuga furiosa en la publicidad). Hay un momento en el que una niña, que ha venido de Barcelona a San Sebastián para pasar una semana, cuenta qué ha pedido a los Reyes y cómo se lo está pasando. Y, por un momento, todo está bien.
P.D.: ¡Sus Majestades me han traído un paraguas y una cabeza! ¡Y fui a ver Avatar! Estoy en racha.
P.D.2: La cabeza de la imagen es obra de mi hermano, pero no la regalada.
Me pongo crítico/verdoso y empiezo a fijarme en los Baltasares pintados en España.
Cabalgata donostiarra en Teledonosti
Romanos con cuádrigas, romanos a pie: antorcheros y tamborreros (¿imperialistas?). Pastorcillos. Caballitos de Igueldo (concepto difícil de explicar a los foráneos). Ovejas (rebaño, oveja lacha). Nacimiento viviente encarrozado. Lanzamiento de caramelos. Melchor encamellado y escoltado por bandas (de músicos) y pajes. Caballos. Lanzamientos de caramelos. Gaspar encamellado y escoltado por… Baltasar (el más querido por los niños) encamellado y escoltado por… Lanzamiento de caramelos. El tren Txu-txu. Bomberos, aclamados entusiásticamente (“¿serán los del calendario?”) por las dos cronistas de Teledonosti. Dos máquinas limpiadoras asean la calle y no dejan ni un caramelo en el asfalto.
Me voy hasta Disney-Paris para explicar algo dentro de un paréntesis.
(Hace años mi hermano trabajó disfrazado como Goofy cowboy y estaba hasta los… Estaba harto de todo. Un día se le acercó una niña preciosa de unos cinco o seis años, la perdió del campo de visión unos segundos (la cabeza postiza) y sintió un abrazo en la pierna. Consiguió ver a la nena que, sin soltarle la pierna, le decía: “Je t’aime”. Y, por un momento, todo estuvo bien.)
En Teledonosti repiten la transmisión de la Cabalgata durante la noche, una y otra vez. Hago zapping en busca de una película: Aladdin, El laberinto del fauno, Diamantes de sangre, ¡Hulk! Vuelvo a Teledonosti (he dejado a Bruce de verde lechuga furiosa en la publicidad). Hay un momento en el que una niña, que ha venido de Barcelona a San Sebastián para pasar una semana, cuenta qué ha pedido a los Reyes y cómo se lo está pasando. Y, por un momento, todo está bien.
P.D.: ¡Sus Majestades me han traído un paraguas y una cabeza! ¡Y fui a ver Avatar! Estoy en racha.
P.D.2: La cabeza de la imagen es obra de mi hermano, pero no la regalada.
Normales
Se llama vía normal (o la normal, a secas) el camino generalmente bien señalizado (pinturas e hitos de piedras) por el que es más fácil subir a las montañas. Es siempre la vía más cómoda, dentro de lo que cabe, para ascender y descender. A cambio, si lo piensas bien, más que subir y bajar la cumbre, subes y bajas esa vía, la huella de otros. La normal evita muchas alternativas complicadas de ascenso y descenso, y si te sales de la senda trazada, debes tener sentido de la orientación, saber interpretar correctamente los mapas, mirar el terreno de otra manera… Cuando la montaña se complica, pocos pueden moverse cómodamente fuera de las vías normales.
O sea, no es lo mismo subir una montaña que subir la vía normal de una montaña. Si alguna vez has subido o bajado una montaña fuera de la senda trazada, me entenderás.
Hay montañas que sólo he subido y bajado por su vía normal: Midi Ossau, Perdido, Vignemale… Una y otra vez he puesto los pies en las mismas rocas, las mismas que otros pisaron. He seguido el mismo camino que otros siguieron. Otras montañas las he subido y bajado fuera de senda, y quizá de éstas me siento más orgulloso, pero en estas vías suelo estar solo la primera vez.
A veces pienso que las normales son como las tradiciones, las costumbres heredadas. Las vías abiertas por otros para alcanzar las metas. Nos dan la vía más fácil, aunque no la única. Algunos se sienten aborregados si las siguen, buscan la libertad (la posibilidad de acertar o de equivocarse) y emprenden caminos más solitarios. Bien… Todas estas consideraciones quedan en solfa si se ven con otra perspectiva: al final la meta coincide.
(¿Coincide? Tampoco ahí nos pondremos de acuerdo: para unos es la cima; para otros, más resabiados, la cima y regresar. Para Patxi, siempre agudo, salir de casa).
El 30 de diciembre del año pasado, camino de la tradición de montaña navideña, salimos niños grandes y pequeños por la normal de Peñas de Aya, del Castillo del Inglés. Sergio lo cuenta AQUÍ muy bien.
Yo sólo añado tres fotos.
Iker con el viento del triunfo en la cara en la cima escalada de Txurrumurru.
Los Murguiondo en Irumugarrieta (no confundir con los Serrano).
Sergio y Aimar en versión casi evangélica.
Seguramente no somos muy normales, pero a veces la vía normal es extraordinaria.
P.D.: Patxi corrige: lo importante es salir de casa... ¡Y VOLVER CON BIEN!
O sea, no es lo mismo subir una montaña que subir la vía normal de una montaña. Si alguna vez has subido o bajado una montaña fuera de la senda trazada, me entenderás.
Hay montañas que sólo he subido y bajado por su vía normal: Midi Ossau, Perdido, Vignemale… Una y otra vez he puesto los pies en las mismas rocas, las mismas que otros pisaron. He seguido el mismo camino que otros siguieron. Otras montañas las he subido y bajado fuera de senda, y quizá de éstas me siento más orgulloso, pero en estas vías suelo estar solo la primera vez.
A veces pienso que las normales son como las tradiciones, las costumbres heredadas. Las vías abiertas por otros para alcanzar las metas. Nos dan la vía más fácil, aunque no la única. Algunos se sienten aborregados si las siguen, buscan la libertad (la posibilidad de acertar o de equivocarse) y emprenden caminos más solitarios. Bien… Todas estas consideraciones quedan en solfa si se ven con otra perspectiva: al final la meta coincide.
(¿Coincide? Tampoco ahí nos pondremos de acuerdo: para unos es la cima; para otros, más resabiados, la cima y regresar. Para Patxi, siempre agudo, salir de casa).
El 30 de diciembre del año pasado, camino de la tradición de montaña navideña, salimos niños grandes y pequeños por la normal de Peñas de Aya, del Castillo del Inglés. Sergio lo cuenta AQUÍ muy bien.
Yo sólo añado tres fotos.
Iker con el viento del triunfo en la cara en la cima escalada de Txurrumurru.
Los Murguiondo en Irumugarrieta (no confundir con los Serrano).
Sergio y Aimar en versión casi evangélica.
Seguramente no somos muy normales, pero a veces la vía normal es extraordinaria.
P.D.: Patxi corrige: lo importante es salir de casa... ¡Y VOLVER CON BIEN!
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