Fotografía de Pilar. |
martes, diciembre 20, 2016
jueves, diciembre 15, 2016
Palabrista en fuga: El origen del universo
Alguna vez, aunque ahora te parezca inverosímil, te las verás en una discusión (de bar, de piscina, de asado, de fin de año, de entrada a un concierto de Sabina, de salida de un partido de fútbol con derrota de tu equipo...) sobre el origen del universo. Esta discusión, además, suele ser en grupo.
(Es complicado de explicar, pero la gente "normal" no discute en pareja sobre el origen del universo).
Llegado ese momento, no te demores con la respuesta, di muy rápido que el origen del universo se explica con un Bigbén. La mayoría cabeceará con gesto aprobatorio. Si estás dispuesto a apurar el malapropismo, ante el gesto de asunción grupal de las cosas que se aceptan sin entender, sentenciarás apoyándote en la autoridad del nombre propio:
"Estifen Jokins dio el campanazo con esa teoría".
¡Tolónnnn!
Si has llegado a decirlo, y si cuela, me temo, experimentarás un gozo interior digno de pastorcillo. Al fin y al cabo, los cencerros de los borregos, también son campanas.
(Es complicado de explicar, pero la gente "normal" no discute en pareja sobre el origen del universo).
Llegado ese momento, no te demores con la respuesta, di muy rápido que el origen del universo se explica con un Bigbén. La mayoría cabeceará con gesto aprobatorio. Si estás dispuesto a apurar el malapropismo, ante el gesto de asunción grupal de las cosas que se aceptan sin entender, sentenciarás apoyándote en la autoridad del nombre propio:
"Estifen Jokins dio el campanazo con esa teoría".
¡Tolónnnn!
Si has llegado a decirlo, y si cuela, me temo, experimentarás un gozo interior digno de pastorcillo. Al fin y al cabo, los cencerros de los borregos, también son campanas.
martes, diciembre 13, 2016
La firma en las redes
Fotografía de Pilar, a unos pasos del mar Cantábrico, el 11 de diciembre de 2016. |
miércoles, diciembre 07, 2016
domingo, diciembre 04, 2016
Palabrista en fuga: La cena
Alguna vez acudirás a una cita incómoda en un restaurante con la excusa de una cena, a sabiendas de que te vas a una encerrona y te verás atrapado en una conversación odiosa, pero sin duda trascendente para tu interlocutor: boda, viaje de novios al trópico, divorcio, cuernos, rescisión de contrato, coalición de gobierno...
Acude entonces con un detalle de color naranja en tu vestimenta y un zapato duro; atrapa la carta de vino en cuanto caiga en la mesa. Elige tú, no des opción. No te preocupes de menudencias como los maridajes de tinto o blanco, ni por denominaciones de origen, ni siquiera por el precio. Pregunta al camarero por la información que a ti te interesa, ésa que no aparece en las cartas de vino: la graduación alcohólica. El camarero necesitará ayuda o dar varios paseos y la conversación en la mesa empezará a interrumpirse: 13º, 13'5º, 14º, 14,5º. Escoge el vino con la graduación más alta y ponte a beber antes de morder un panecillo. Elige entonces los alimentos de la carta que se presten a la anaptixis con vocal. He aquí algunas sugerencias contrastadas:
ENTRANTES
Coroqueta por croqueta,
Esepárragos tirigueros; insiste al camarero con un tono de ansiedad sutil:
"Pero que sean tirigueros, por favor". (Esas íes resonarán en el lugar como el primer solo de flauta dulce de un escolar).
Recuerda que los franceses dicen que el vino no es bebida, sino alimento. Que rebose tu segunda copa.
(Ver más adelante el derrame de vino).
SEGUNDO PLATO
El sado será siempre la primera opción. Las cosotillas, la segunda. Las modestas litas de pollo, la tercera. Los reticentes con la carne tendrán que optar por el tun (atún al tuntún) o el ji (por ají) de lo que sea.
Cuatros consejos complementarios:
1. Si hay rabo, pide rabo con énfasis pero sin figuras, sólo con el artículo determinado.
"¿Qué desea de segundo?"
"El rabo".
La potencia del rabo te permitirá realzar otra palabra.
POSTRE
(Si llegas) Falán.
Recuerda que al principio era la palabra, y que la palabra invita a la acción. El palabrista en fuga, dicha la primera palabra, no reniega de la acción y puede recurrir a ella:
-Tócate repetidamente la nariz, estirándola un poco, como si la quisieras alargar y sacar punta, antes de responder a cualquier pregunta retórica de tu comensal. El mito de Pinocho forma parte del imaginario de cualquier interrogatorio.
-Derrama la copa de vino sobre el comensal con el ímpetu de un manotazo. La gente mojada con vino tiende a cambiar de tema y a abreviar las cenas. Si la copa se rompe, mejor que mejor.
-No olvides que el vino era de alta graduación y que calzas zapato duro: antes de llegar al segundo plato, propina una patada en la espinilla a tu comensal. Dirás:
"Ay, pensaba que era la pata de la mesa". (Repite la acción, pero no la excusa).
-Observa detenidamente a una persona de otra mesa, como si lo escanearas. Recuerda que eres ése, el de naranja, que los cazadores de herbívoros también visten de naranja.
P.D.: Es importante no abusar de la anaptixis y practicarla sólo en los alimentos concretos: no digas postere por postre, garacias por gracias o poropina por propina.
Acude entonces con un detalle de color naranja en tu vestimenta y un zapato duro; atrapa la carta de vino en cuanto caiga en la mesa. Elige tú, no des opción. No te preocupes de menudencias como los maridajes de tinto o blanco, ni por denominaciones de origen, ni siquiera por el precio. Pregunta al camarero por la información que a ti te interesa, ésa que no aparece en las cartas de vino: la graduación alcohólica. El camarero necesitará ayuda o dar varios paseos y la conversación en la mesa empezará a interrumpirse: 13º, 13'5º, 14º, 14,5º. Escoge el vino con la graduación más alta y ponte a beber antes de morder un panecillo. Elige entonces los alimentos de la carta que se presten a la anaptixis con vocal. He aquí algunas sugerencias contrastadas:
ENTRANTES
Coroqueta por croqueta,
Esepárragos tirigueros; insiste al camarero con un tono de ansiedad sutil:
"Pero que sean tirigueros, por favor". (Esas íes resonarán en el lugar como el primer solo de flauta dulce de un escolar).
Recuerda que los franceses dicen que el vino no es bebida, sino alimento. Que rebose tu segunda copa.
PRIMER PLATO
Si puedes eliminar con apariencia de naturalidad la primera vocal de algunas palabras, merecerás una estrella Miguelín del palabrista en fuga. Busca en la carta: roz (por arroz), spaguetti (ese silbante de serpiente) o lubias (por alubias); fíjate en que tanto el roz, los spaguetti y las lubias te ofrecen como complemento de alcurnia el arabesco de las lmejas (sólo para contorsionistas de la lengua).(Ver más adelante el derrame de vino).
SEGUNDO PLATO
El sado será siempre la primera opción. Las cosotillas, la segunda. Las modestas litas de pollo, la tercera. Los reticentes con la carne tendrán que optar por el tun (atún al tuntún) o el ji (por ají) de lo que sea.
Cuatros consejos complementarios:
1. Si hay rabo, pide rabo con énfasis pero sin figuras, sólo con el artículo determinado.
"¿Qué desea de segundo?"
"El rabo".
La potencia del rabo te permitirá realzar otra palabra.
2. El ceceo sólo para la guarnición de las zetas.
3. El baile de sílabas resérvalo exclusivamente para la aparición del cabalacín.
4. Si optas por el cerdo, aprovéchate de la oferta de sinónimos en castellano y elige uno poco usado en el lugar de la cena: puerco, marrano, chancho... Ejemplo para una cena en Bilbao: "Para mí, cosotillas de puerco".POSTRE
(Si llegas) Falán.
Recuerda que al principio era la palabra, y que la palabra invita a la acción. El palabrista en fuga, dicha la primera palabra, no reniega de la acción y puede recurrir a ella:
-Tócate repetidamente la nariz, estirándola un poco, como si la quisieras alargar y sacar punta, antes de responder a cualquier pregunta retórica de tu comensal. El mito de Pinocho forma parte del imaginario de cualquier interrogatorio.
-Derrama la copa de vino sobre el comensal con el ímpetu de un manotazo. La gente mojada con vino tiende a cambiar de tema y a abreviar las cenas. Si la copa se rompe, mejor que mejor.
-No olvides que el vino era de alta graduación y que calzas zapato duro: antes de llegar al segundo plato, propina una patada en la espinilla a tu comensal. Dirás:
"Ay, pensaba que era la pata de la mesa". (Repite la acción, pero no la excusa).
-Observa detenidamente a una persona de otra mesa, como si lo escanearas. Recuerda que eres ése, el de naranja, que los cazadores de herbívoros también visten de naranja.
P.D.: Es importante no abusar de la anaptixis y practicarla sólo en los alimentos concretos: no digas postere por postre, garacias por gracias o poropina por propina.
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