jueves, febrero 15, 2007

El arroyo de Santiago


Fue el 11 de febrero, el día de la Virgen de Lourdes. El Camino milenario se transformó en arroyo. Los primeros 14 kilómetros bajo la lluvia, de Melide a Arzúa, bien. Caminaba yo orgulloso de mi súper capa (ríanse de la de Supermán), esas polainas altas y, sobre todo, las botas impermeables de goretex.
El orgullo se paga.
¿Recuerdan las cartas de Forrest Gump desde Vietnam, cuando contaba que había muchos tipos de lluvia, que llovía incluso de abajo a arriba? ¡Una filfa! El 11 de febrero llovió para mí, para ahogarme. Como una ducha, con viento que llegó de los cuatro puntos cardinales. Apenas podía mirar más allá de mis pies. Caminaba por el agua, por momentos como un salmón, cuesta arriba y contra corriente, otras veces corriente a favor. (Me gusta más lo del salmón). Un detalle algo absurdo: me acordé entonces de aquellos ecuatorianos que cantaban en el último mundial de fútbol: "¡Sí se puede, sí se puede!".
También me acordé, y esto no es nada absurdo, de Lucía.
Caminé por las aguas 18 kilómetros sin parar.
Luego en el refugio de Arca O Pino, Patrizia, la hospitalera italiana, me preparó ñoquis. Debí (de) darle algo de pena.
El 11 de febrero es el cumpleaños de mi madre.

P.D.: La imagen es del día anterior, en A Balsa, entre Palas de Rey y Melide, cuando caminaba seco por las corredoiras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo me compré una lancha. La cargo en la mochila para ocasiones como esas. Las aspas del motor me raspan la espalda, pero son sólo raspones.

¡Muelles de acero, Señor!

Ander Izagirre dijo...

Antes de salir para allá decías que no te importaría el mal tiempo... ¿Eso era parte del orgullo que se paga? ¿Se te mosquearon Zeus, la Virgen de Lourdes y los dioses vietnamitas por esa atrebentzia?

Los aguaceros en el camino desatan mecanismos de resistencia muy curiosos en el cerebro. En moto y en bici, yo he cantado cosas muy raras. Y el cántico de los ecuatorianos me gusta mucho: al principio es una proclama triunfal (¡sí se puede, sí se puede!), pero cuando las cosas se tuercen (porque te meten un gol o porque te cae encima el danubio universal) es muy fácil carraspear y convertirlo en súplica humilde (si se puede, si se puede...)

Yelpulpoqué.

mr. shy dijo...

Vuelvo. Y a ti poco te queda.

Anónimo dijo...

Entre A Balsa, Aranzazu, tu capa y tus botas, Eresfea, estás para rodar una terror...