sábado, febrero 10, 2007

Caldo


Gallego. Es el maná nocturno con el que arranco las cenas. Luego viene lo demás (siempre cuantioso..., ¡amo Galicia con el estómago!). Y más luego, aún, esas serenatas nocturnas en las literas de los refugios, donde, amparados en la oscuridad, los peregrinos nos gaseamos inmisericordes (perdón, tenía ganas de usar esta palabra).
Moraleja: No te fíes de las alemanas vegetarianas.

P.D.: Y, medio dormido, pienso que la haute cuisine es una manera de llamar a la cocina escasa, y que detrás de esos que se hacen llamar gourmets no hay sino inapetentes con dinero.

6 comentarios:

gusiluz75 dijo...

¡Qué buena pinta! ¡Qué envidia más cochina que tengo!
Mucho ánimo.

Anónimo dijo...

¿Cuándo llegas? Avisa y te invito a un buen caldo. Paco

Anónimo dijo...

Me sumo a la envidia de Gusiluz y la multiplico por diez. Algún día conseguiré hacer un Camino de Santiago invernal. ¡Ay!

Disfruta mucho y tómate un caldo a mi salud.

Besos

Anonetoy dijo...

No todo lo que es cuantioso es bueno, barril sin fondo.

Un gastroenterólogo en Galicia ganaría muy bien, aunque eso exiga sacrificar su olfato.

IMANOL dijo...

Si tienes ocasión, cerca de la catedral, en una de las múltiples plazas de Santiago, hay otra "tasca" de calidad (pulpo, caldo, mejillones al vapor, zorza, navajas...): "los sobrinos del tío del buen pulpo". Ahora bien, la "cañí gallega" por excelencia es la que te recomendé.
ULTREIA!

Anónimo dijo...

Ñam, Ñam